TURISMO ENOLÓGICO
Los vinos de Rueda y Ribera atraen a los jóvenes
Las rutas de las denominaciones de origen más importantes de Castilla y León atraen a un público «cada vez más joven», que se acerca a la provincia de Valladolid para conocer sus bodegas
El verano es sinónimo de viajes y vacaciones; y aunque la playa siempre será el destino preferido de la mayoría de los veraneantes, Valladolid atrae cada vez más al público joven, que encuentra entre viñedos la excusa para dirigir su rumbo a la provincia y conocer el lugar de origen de sus vinos más insignes, los caldos de Rueda y Ribera del Duero.
Las rutas del vino son uno de los mayores alicientes turísticos con los que cuenta la provincia de Valladolid. Una forma de hacer turismo que engloba cultura, patrimonio, arte y gastronomía, todo envuelto en la elaboración de varios de los vinos más codiciados.
A orillas del Duero reina la prosperidad. El presidente de su ruta, Miguel Ángel Gayubo, afirma que el verano «está funcionando muy bien», asegurando que el enoturismo está viviendo «un momento muy potente ». Asevera que lo más demandado por los visitantes que acuden a esta comarca situada entre las provincias de Valladolid, Burgos y Soria son las actividades que se realizan «no sólo en los pueblos socios sino también en los adheridos a la ruta ».
La gente que acude a los pueblos de la zona en verano, dice, «se acerca a las bodegas para hacer enoturismo». Un visitante que cada vez tiene un perfil más joven, entre los 28 y los 50 años, y que goza de un poder adquisitivo medio-alto y alto.
Respecto a las actividades que se organizan en las bodegas y en los pueblos ribereños, y que centran la demanda de los viajeros, Gayubo indica que «cada vez hay más» y que algunas de las más solicitadas tienen que ver con el deporte, la naturaleza o la música, diferentes ámbitos vinculados con el vino como hilo conductor de cada una de las visitas.
En Ribera del Duero se puede hacer «Enoturismo a la carta», subraya el presidente de su ruta, quien asegura que este es «el gran secreto» de esta región vinícola. «Tiene tanto servicio que, el que quiere hacer enoturismo vinculado al deporte, puede hacerlo; quien busca turismo del vino y naturaleza, también lo tiene; o, quien quiere vincularlo con la música, también puede», relata el presidente de una ruta que, en sus palabras, «recibe el doble de visitantes que el resto de Castilla y León», siendo la tercera ruta del vino más visitada en España, por detrás de la ruta del vino de Jerez y la de la Rioja Alavesa.
«Sonorama Ribera es hoy por hoy la mejor promoción para el turismo de Ribera del Duero», manifiesta Gayubo. Algo que se refleja en el flujo de visitantes que, durante el resto del año, «se acercan a la Ribera para conocer eso que han vivido con la música».
Otras actividades que también son ampliamente solicitadas por el público son, por ejemplo, la Fiesta de la Vendimia, que tendrá lugar entre el 6 y el 8 de septiembre en Aranda de Duero y que cuenta ya con siete ediciones a sus espaldas, habiéndose convertido «en una tradición esperada por miles de personas», aseguran desde el consejo regulador de Ribera.
También, el director de la ruta destaca otros eventos, como las carreras deportivas, las catas o los paseos en bicicleta por los viñedos y el entorno natural de las bodegas, así como las actividades vinculadas con el agua que suponen un gran atractivo en la temporada estival.
«Los pueblos grandes son los que más atraen. Peñafiel, por ejemplo, cada vez atrae a un mayor número de enoturistas», afirma Gayubo, que también nombra otras iniciativas como el Día Pruno, que Finca Villacreces celebra cada mes de junio y que en sus palabras es «un espectáculo».
El director de la ruta se muestra optimista ante el final de la temporada veraniega: «estamos afrontando el final de verano con bastante ilusión», asegura a la vez que manifiesta que «hay muy buenas perspectivas».
Al suroeste de la provincia, Rueda se alza como el otro gran bastión del turismo enológico en Valladolid. Sus característicos vinos de la variedad de verdejo, son también ampliamente demandados por los paladares de los jóvenes, que también constituyen el principal público que acude a esta ‘Tierra del Vino’ para conocer también el origen de sus caldos autóctonos.
Cristina Solís es la gerente de la ruta que recorre una veintena de localidades en las que se enclavan cerca de 30 bodegas y viñedos visitables. Afirma que «en verano, se nota un cambio importante» en el flujo de turistas que acuden a la comarca. Pese a que la temporada alta se concentra en los meses de primavera y otoño, en verano «los turistas hacen escapadas de 2 o 3 días en días laborables aprovechando las actividades que las bodegas realizan durante toda la semana». El resto del año, la ocupación se registra principalmente los fines de semana y los puentes entre festivos.
Es aquí donde también priman los turistas jóvenes, destacando la franja de edad de entre los 30 y los 40 años, que vienen en pareja o en grupos, y que prefieren los vinos blancos frente a los tintos. En Rueda y los municipios que integran su ruta vinícola, principalmente el turismo se realiza por motivos culturales. Son viajeros atraídos por la historia y por el patrimonio de la zona y que acude a visitar las bodegas, interesados por la elaboración del vino de la tierra.
«Aquí tenemos dos tipos de bodegas; por un lado están las bodegas subterráneas, patrimonio histórico de la zona, y las bodegas modernas, que muestran la vanguardia y la innovación vinícola», detalla Solís, asegurando que estas dos tipologías atraen al turismo «por igual».
En verano, esta zona recibe principalmente turistas de procedencia nacional, especialmente de Madrid, País Vasco y de la cornisa cantábrica. «Es un público al que le gusta el vino y quieren venir a probarlo en sus lugares de origen», subraya la gerente de la ruta.
Las escapadas de los turistas a esta ruta suelen tener como destino las bodegas ubicadas en Rueda, Serrada y la Seca, los municipios más visitados por los turistas enológicos. Como destino cultural, Solís destaca la cercanía de Medina del Campo y de Tordesillas, donde monumentos como el Castillo de la Mota y el Real Monasterio de Santa Clara, respectivamente, constituyen los principales reclamos.
Así, las rutas del vino de la provincia vallisoletana suponen uno de los más significativos baluartes del atractivo turístico de la región, que cada verano reciben la visita de amantes de los tintos, verdejos y rosados que nacen de la vid y en los que los visitantes de Valladolid encuentran su más delicioso encanto.