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Realidad y fantasía en el castillo de Trigueros

El Ayuntamiento y el responsable de atrezzo de Cuarto Milenio abren la fortaleza como mansión encantada esta primavera

El alcalde de Trigueros del Valle, Pedro Pérez, y el escultor Juan Villa, con el fantasma de María de Guevara, en la torre del castillo.-J.M. LOSTAU

Publicado por
Laura G. Estrada
Valladolid

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Los antiguos moradores del castillo de Trigueros del Valle han resucitado desde la Edad Media en forma de fantasma para invitar a los más intrépidos visitantes a adentrarse en el enigmático mundo de fantasía en el que están convirtiendo la fortaleza, para que abra sus puertas esta primavera como novedoso recurso destinado, sobre todo, al turismo familiar.

Bajo la bandera de la originalidad para ofrecer algo único en la provincia, los espíritus de María de Guevara y Fernán de Robres están inmersos en la transformación de la torre, el lagar, las caballerizas o la capilla –ahora restauradas pero sin uso– en misteriosas salas donde se entremezclan realidad y ficción, gracias al Ayuntamiento de la localidad y al escultor y responsable de attrezzo del programa Cuarto Milenio, Juan Villa, encargados de impulsar la singular iniciativa.

En la torre principal del castillo, levitando desde el techo, los espectros del matrimonio darán la bienvenida al público ataviados con indumentarias desgarradas y terrorífico semblante, en un entorno místico donde se esconden diferentes pistas para facilitar la guía a lo largo del recorrido y no perder así detalle a través de las diferentes salas y pasadizos secretos.

Curiosas mascotas en jaulas, escudos heráldicos, telas, esculturas y armaduras o una adivina del tarot metida en su propia bola de cristal dan paso al comedor familiar en la siguiente planta de la torre, decorada con escarabajos, murciélagos o telas de araña, donde deambulan sus pequeños ayudantes vestidos de época, unos simpáticos goblins de largas narices y orejas que llevan bandejas de ‘suculentas viandas’, quitan el polvo al reloj de cuco donde sale el esqueleto de un cuervo o colocan libros en una estantería repleta de extraños adornos.

Desde allí, los visitantes tendrán que demostrar sus dotes como detectives y estar atentos a las señales que les permitan descubrir los rincones ocultos y acceder a los pasadizos superiores, con dos recorridos. El primero, denominado ‘La habitación maldita’, incluirá un cartel para que sólo los más valientes crucen el umbral y se adentren en una estancia decorada con muñecas diabólicas –nada menos que 150 kilos han comprado para «atiborrar» las paredes– con Anabel sentada en el centro.

La alternativa menos aterradora es acceder a la siguiente planta, semiderruida y convertida en azotea, para disfrutar de un nido gigante en el que están naciendo diferentes tipos de dragones –con más o menos cabezas– y, desde allí, recorrer buena parte del perímetro del castillo a través del paso de guardia, con el paisaje del valle como telón de fondo.

«Estoy entusiasmado», confesaba Juan Villa al recorrer las estancias, donde ya se están comenzando a instalar los elementos decorativos elaborados en el taller que posee en Cubillas de Santa Marta. Después de dos meses de trabajo, y otros dos por delante, el resultado promete no dejar indiferente. «El objetivo es crear una nueva dimensión fantástica, que despierte la imaginación y la creatividad, para que los visitantes se adentren y digan guauuu», expresó el creador.

Nada parece poner límites a su imaginación. Y su propuesta no escatima en detalles para que el público se adentre en un universo fantástico: El enorme dragón de nueve metros dormido en el patio, el tétrico cementerio aprovechando un pequeño rincón de esta mansión encantada, la espada de Excalibur en el antiguo molino... «Será como un parque temático muy vistoso», apostilla Juan Villa sin olvidar que el futuro museo de Trigueros servirá también como pretexto para visitar un Bien de Interés Cultural y «enganchar» a los más pequeños de la familia a descubrir otras riquezas patrimoniales y a estimular su curiosidad.

De hecho, esta propuesta de transformación en fortaleza encantada tendrá también su vertiente educativa. Baste como ejemplo que en el laboratorio que se instalará en la antigua capilla, donde la familia fantasma dispondrá su particular sala de experimentos –con alambiques, pócimas mágicas como la esencia de cuerno de unicornio, cabezas metidas en frascos o una mesa de Frankenstein–, el objetivo también es «despertar el gusanillo de la ciencia».

O aprovechar para explicar que las colonias de murciélagos, más allá de decorar las paredes de las salas, son importantes porque en verano se comen los mosquitos. O entender la repercusión que tiene para el medio ambiente el hecho de arrojar basura al mar, algo que el público se cuestionará gracias a la sirena que presidirá la sala de criptología.

En esta estancia de criaturas fantásticas presidida por cuatro aves fénix, entre los unicornios, el Yeti, el Bigfoot, el Monstruo del Lago Ness o el tentáculo de un calamar gigante, la estrella será la figura marina con cuerpo humano y cola de pez, pues la arena que la rodea –traída desde la costa asturiana– estará salpicada de botellas de plástico para, así, concienciar de la actual problemática y hacer hincapié en la importancia del reciclaje. Originalidad y sostenibilidad van de la mano.

La visita también servirá para dejar volar la imaginación en la mazmorra del dragón –con diferentes figuras, incluida la del Dragón del Pisuerga– y para recorrer mundo en apenas unos metros cuadrados, en concreto al adentrarse en el ‘gabinete de curiosidades’, donde la familia Robres-Guevara alberga los recuerdos adquiridos en sus viajes.

En el pasillo central, una momia egipcia y un tótem de Norteamérica captarán enseguida la atención del público, sin perder detalle de las espadas, baúles o pergaminos, junto al resto de estrambóticos souvenirs, como el guerrero de Xian, las cabezas de jíbaros o los bustos de la Dama de Elche y de Nefertiti, realizados a tamaño original gracias a la técnica de impresión en 3D.

Todo está ya diseñado, incluida la mascota del proyecto –un pequeño dragón al que aún están pendientes de ‘bautizar’–, y en el taller un equipo de seis personas trabaja a contrarreloj para que a finales de marzo el castillo de Trigueros abra sus puertas como mansión encantada, mientras los operarios están inmersos en el montaje de la decoración.

Para la figuración, el escultor asturiano afincado en Valladolid aprovecha algunos recursos de los que ya dispone en su taller y trabaja en la creación de nuevos moldes para dar vida a los diseños, utilizando plásticos, látex o silicona. Además, cuenta con el patrocinio de una empresa de materiales y está colaborando con el Instituto Ramón y Cajal y la Escuela de Artes en las recreaciones.

En total, 100.000 euros de inversión por parte del escultor, que ya había intentado impulsar un proyecto de estas características adquiriendo una réplica de un castillo y que descartó por el elevado desembolso, y otros 40.000 euros que afrontará el Ayuntamiento de Trigueros para implementar luz y sonido en cada sala, arreglar la carpintería, disponer de medidas de seguridad e incluir un sistema de alarma en el recinto.

El convenio de colaboración público-privado se prolongará durante cuatro años y, después de este periodo, valorarán su continuidad en función de la respuesta del público, si bien sus previsiones son prometedoras y esperan la llegada de 10.000 visitantes al año gracias a su singular atractivo. Tanto, que sus impulsores no conocen ninguna referencia parecida en Europa, más allá del Castillo de Drácula en Rumanía.

También se pondrán en contacto con colegios y confían en captar el interés a través de redes sociales. Por eso aquí el uso de cámaras de fotos, lejos de restringirse, se promueve.

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