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Peñafiel se cala hasta el último hueso

La localidad celebra el primer chúndara del año con más de 4.000 personas entre vecinos y turistas / El Gran Festival Taurino se inaugura con un novillada de la mano del diestro soriano Rubén Sanz

Vista de la calle que comunica las dos plazas ayer en el chúndara de Peñafiel.-PABLO REQUEJO / PHOTOGENIC

Publicado por
SABINA SINOVAS / VALLADOLID
Valladolid

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El día más esperado para los peñafielenses llegó - por fin - ayer. El 15 de agosto el pueblo del vino celebró su primer chúndara, un pasacalles que recorrió desde la Plaza de España a la Plaza del Coso mientras la gente de los balcones tira agua a los vecinos que cruzan esta calle. Una tradición con más de 60 años de antigüedad, cuando, en los años 50, los peñafielenses tiraban agua a las autoridades para ralentizarles el paso cuando escoltaban a los toreros hasta la Plaza del Coso. A día de hoy, Peñafiel no se ha perdido ni un solo chúndara, incluso con temperaturas más bajas de lo habitual. Los vecinos de la localidad -y los que vienen a visitarla- no pueden decir no a un buen remojón en pleno verano.

A pesar de que hasta las 17:00 no empieza a sonar la música, la gente ya comenzaba a acumularse más de un cuarto de hora antes de las hora punta. Peñas con camisetas a juego, gente disfrazada o con la ropa más cómoda para calarse hasta los huesos. La Banda Municipal comenzaba a tocar los primeros compases encima de la placa dedicada al pasacalles ubicada en la Plaza de España mientras los peñafielenses cantaban con todo el aire de sus pulmones. Los propietarios de los balcones de la calle que une las dos plazas esperaban impacientes con cubos de agua a sus pies, algunos más atrevidos con la manguera apuntando directamente a los peñafielenses. Olas de gente se empujaban para conseguir que todo un cubo de agua les cayese encima. La escena desde los balcones era inigualable: Más de 4.000 personas llenaban la calle de 800 metros. Y no muchos de ellos querían avanzar. Cada uno quería exprimir hasta el último segundo de chúndara, mojarse hasta el último rincón del cuerpo. La Banda Municipal, sin parar de tocar, caminaba lentamente, intentando que los vecinos continuasen el paso.

El chúndara termina en la Plaza del Coso con los peñafielenses empapados dando la vuelta al ruedo mientras la Banda Municipal escolta a las miles de personas hasta que comienza a aminorar el ritmo. Poco a poco la multitud se va esparciendo. Algunos se quedan en la plaza con la ropa mojada para esperar a la novillada, otros van a sus casas o a sus peñas a cambiarse de ropa y otros, directamente, suben a sus balcones para no perderse un segundo de San Roque.

Tras el chúndara, comenzaba el Gran Festival Taurino, la novedad de este año para las fiestas, con una novillada en la que se lidiaron dos novillos de la ganadería Sánchez Herrero. El encargado de inaugurarlo fue el diestro soriano Rubén Sanz junto a su cuadrilla. Después, se dio paso a la capea y suelta de novillos.

Dos minutos antes de medianoche, las luces de la Plaza del Coso se apagaban: El primer toro de fuego del año comenzaba. Los más pequeños corrían con mantas o paraguas junto a el toro sin quemarse. Algunos ni se molestaban en correr, simplemente se sentaban por dentro del ruedo y observaban el espectáculo tranquilamente. En cambio, los padres y algunos jóvenes disfrutaban de los fuegos desde fuera, subidos en el pequeño espacio que permite saltar adentro del ruedo para no perderse nada. Los menos atrevidos se quedaban en la empalizada de la plaza, disfrutando de las vistas cuando el toro lanzaba los fuegos artificiales antes de finalizar el día más especial para Peñafiel y sus gentes.

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