Diario de Valladolid

El castillo de Fuensaldaña, desnudo

Culmina la demolición de las antiguas dependencias, a excepción del hemiciclo, y comienzan las labores de acabado para convertir la fortaleza en museo / La obra estará lista a finales de este año

El hemiciclo de las Cortes, la única estancia de la planta baja donde no se va a actuar, ‘observa’ los trabajos en el patio de armas y en las plantas superiores.-J.M. LOSTAU

El hemiciclo de las Cortes, la única estancia de la planta baja donde no se va a actuar, ‘observa’ los trabajos en el patio de armas y en las plantas superiores.-J.M. LOSTAU

Publicado por
Laura G. Estrada
Valladolid

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Al acercarse a Fuensaldaña, la mirada busca instintivamente en el horizonte el emblema más significativo de su paisaje, el castillo, hasta que un elemento distorsiona el tradicional skyline. Una enorme grúa se erige junto a la torre del homenaje y anuncia, ya desde la distancia, la reforma en la que está inmerso para convertirse en museo destinado a exaltar la importancia de las fortalezas en la provincia, así como el papel de estas construcciones a nivel nacional e internacional.

Las casetas de obra, el material apilado en el exterior –protegido por una verja–, los contenedores de escombros y las vigas a los pies del histórico edificio ponen de manifiesto la envergadura de los trabajos que se realizan en el interior para que a finales de este año esté listo para comenzar una nueva andadura tras el proyecto frustrado de convertirse en parador, después de haber sido sede durante un cuarto de siglo de las Cortes de Castilla y León y, en esta última etapa, de haber ejercido como anfitrión de visitas turísticas y celebración de eventos puntuales.

Los trabajos no pasan inadvertidos en la silenciosa rutina del día a día en este municipio de 1.600 vecinos situado a diez kilómetros de la capital vallisoletana. El ruido de las piquetas y de las máquinas de soldar ‘rompen’ la tranquilidad de una jornada cualquiera en la localidad, marcada por el tránsito de algún vehículo por el entorno, el paso de vecinos cargados con bolsas de la compra o la parada matutina del café en los bares.

En la que fuera puerta principal de acceso, un cartel aclara que se trata de un paso restringido para el personal autorizado y una valla amarilla reitera la prohibición de la entrada al público. Porque al otro lado del dintel ya no está el mostrador de recepción de visitantes, ni se reconocen los antiguos pasillos en torno al hemiciclo. Ahora una cesta con plataforma elevadora copa el espacio y la luz natural que ilumina el edificio tras haber desmontado una parte del forjado, permite ver con detalle la desnudez de la estructura interior.

El suelo que pisan los ocho operarios inmersos en la remodelación –aunque superarán la veintena durante los trabajos finales– apenas conserva baldosas en algunas zonas. En su mayor parte, es de tierra. En los techos no hay ni rastro de la antigua iluminación. Los cables y tubos cuelgan como telas de araña. Y en las paredes, los ladrillos de los pocos tabiques que hay dispuestos, pues el objetivo es crear espacios diáfanos donde después se ubicarán las salas expositivas, contrastan con la piedra del original patio de armas y la muralla.

Complicado ubicarse al acceder por una puerta secundaria y esfuerzo para recordar cómo eran las antiguas dependencias al recorrer ahora el espacio después de dos meses desmontando instalaciones, sacando enseres y retirando escombros.

Una «fase delicada de demolición», destaca Juan José Vicente, jefe de obra de la UTE Fuensaldaña, formada por Cydemir y Patrimonio Inteligente, a la que se adjudicó la remodelación, en la que se apostó al principio por un trabajo más manual y después por el uso de robots manejados por operarios, en aras de lograr mayor agilidad en la ejecución.

Tras la destrucción, ahora toca dar forma al espacio museístico, al gran proyecto impulsado por Jesús Julio Carnero en su segundo mandato –y último, según él mismo ha dejado claro en numerosas ocasiones– al frente de la Diputación.

Las cifras así lo atestiguan. A finales de 2015 la institución provincial adjudicó el diseño de la propuesta expositiva por 69.600 euros. A esa cantidad se suman 40.600 euros de la dirección facultativa de obras y otros 1,35 millones de euros –el grueso de la inversión–, para llevar a cabo las obras de remodelación interior en las que están inmersos y que comenzaron el 1 de septiembre de 2017. Por delante, a partir de mediados de octubre o principios de noviembre de este año, otros dos meses para la instalación de los elementos propios de la musealización, con 900.000 euros más de desembolso. La cifra global alcanza los 2,36 millones de euros.

Tras la inyección económica, esta fortaleza de Fuensaldaña construida entre los siglos XIII y XV abrirá como centro de difusión y promoción de los castillos de la provincia e iniciará así un nuevo episodio en su propia historia. Por delante, ocho meses de ‘cambio de imagen’ hasta lograr un resultado que poco o nada tendrá que ver con la que recuerdan quienes han recorrido, por motivo laboral o turístico, las dependencias.

En la planta baja, además de retirar una parte del forjado para instalar un lucernario y poder identificar mejor la estructura original, al separar la torre del homenaje del patio de armas, se han demolido todos los despachos que rodeaban el hemiciclo a fin de crear lo que será la primera sala del museo, amplia y diáfana. El suelo será de mármol, los techos de acero corten y los pilares se forrarán con madera.

En la primera y en la segunda planta, ahora también en el ‘esqueleto’, se han tirado todos los tabiques de los espacios que inicialmente se concibieron como las habitaciones del parador y después se utilizaron como despachos de las Cortes, para crear otras salas diáfanas de exposición, con pasillos reservados a despachos administrativos. En estos casos, explicó el jefe de obra, el suelo que se instalará será tarima de roble.

Al subir al adarve, el público también podrá disfrutar de una panorámica paisajística gracias a la instalación de una barandilla de seguridad, aunque por el momento los operarios que trabajan en esta zona se centran en la colocación del aislamiento térmico en la cubierta para después sustituir el tejado.

Y para facilitar el recorrido entre plantas, está prevista la colocación de un ascensor panorámico y de una escalera en la zona abierta en el patio de armas, y se incluirá también una pequeña pasarela para comunicar la segunda planta del castillo con la torre del homenaje, emulando los antiguos puentes abatibles de defensa.

Guiños al pasado, desde la moderna óptica del presente.

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