Alaejos saca a la luz el castillo

Los estudios le sitúan como escenario de un capítulo relevante de la historia de España y los expertos destacan su bóveda de artillería en ladrillo y piedra como ejemplo singular en este tipo de construcciones, pero la importancia del castillo de Alaejos pasa desapercibida bajo la montaña de tierra que oculta buena parte de su estructura. Únicamente se atisban los restos que el Ayuntamiento ha podido rescatar en los últimos seis años gracias a diferentes intervenciones y, ahora, ha dado el paso definitivo para sacar a la luz una joya que data del siglo XII.

Gracias a la aprobación y reciente adjudicación de un proyecto donde se van a determinar las fases de actuación y los trabajos necesarios para recuperar las ruinas que permanecen enterradas, el alcalde de la localidad, Carlos Mangas, confía en poder culminar las excavaciones y consolidar los restos de todo el perímetro. Un plan director «exigido por Patrimonio para continuar las intervenciones», cuyo coste se cifra en 15.000 euros.

La inversión se suma a los alrededor de 200.000 euros que el regidor calcula se han invertido hasta el momento en las primeras fases de actuación, gracias sobre todo a los 100.000 euros que recibieron el año pasado a cargo del 1,5% cultural para acondicionar los accesos y realizar un itinerario visitable, pero la mayoría de la fortaleza aún permanece oculta, por lo que estima que serán necesaria una inyección económica de al menos otro medio millón para que el público pueda adentrarse en la antigua fortaleza y recorrer los túneles.

De hecho, el entramado de pasadizos, «distribuidos en dos alturas», son uno de los reclamos más llamativos de estos vestigios por el buen estado en el que se conservan y algunos ya se pueden recorrer, a falta de desenterrar el resto de las comunicaciones entre las dependencias. El paso de los siglos fue borrando la figura del castillo del skyline de Alaejos pero el entramado subterráneo no han vencido a la decadencia.

Y ello a pesar de los expolios de piedra desde que aproximadamente en el año 1700 se abandonara el castillo –«en el siglo XIX ya se hablaba de un gran deterioro y en el siglo XX no quedaba nada», enmarca el alcalde– o de que se aprovechara el terreno del foso para edificar.

En algunas zonas el Ayuntamiento es consciente de que ya no podrá intervenir, porque se levantaron viviendas, pero en la zona Este sí pudo derribar una hilera de cuadras y almacenes para convertir el perímetro en un paseo ajardinado, gracias a un taller dual de formación y empleo, recordó Mangas.

Antes de eso, en el año 2011, recurrieron a un georadar «traído desde Londres», gracias al que pudieron comprobar el estado de las ruinas que se ocultaban bajo el montículo de arena y vegetación, y que les animó a rescatar el tesoro escondido.

Las actuaciones en el paraje conocido como ‘La Cava’ llevó después al Gobierno municipal a derruir una vieja vivienda que adquirieron a fin de poder abrir un pequeño tramo de calle y de construir un mirador y unas escaleras que facilitaran el recorrido por las ruinas, pues hasta entonces no eran accesibles.

Gracias a ello, desde hace tres años pueden viajar atrás en el tiempo y representar el episodio más relevante que tuvo lugar dentro de los muros de la fortaleza. La Reina Juana de Portugal, segunda esposa de Enrique IV, estuvo allí retenida durante dos años, entre 1467 y 1469, y finalmente logró escaparse –colgada de un cesto, según cuenta la leyenda– para reunirse con Pedro I de Castilla, con quien inició un romance, y con su hija Juana la Beltraneja, tal y como recoge la publicación de José Ojeda Efemérides de Alaejos y se destaca en la guía turística del municipio.

A pesar de que únicamente podrán recrear cómo fue castillo, «originariamente elevado en el siglo XII con motivo de las luchas fronterizas entre León y Castilla y después ampliado en tiempos de Juan II», del que sólo se conserva un grabado realizado por el capellán William Bradford en 1808-1809, Alaejos está inmerso en descubrir su patrimonio enterrado después de que la ‘tutela’ de las ruinas pasaran a depender del Ayuntamiento.

Antes habían pertenecido a la Diputación de Valladolid, aunque el alcalde explicó que la institución provincial le aseguró que ni siquiera tenían constancia de un decreto, aprobado por el Gobierno de Franco en septiembre de 1974, por el que se comunicaba la cesión gratuita del inmueble, asentado sobre un terreno de 7.000 metros cuadrados, «a fin de atender a su conservación».