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Toro de la Vega sin incidentes

Cruz Roja atiende a ocho heridos, uno de ellos con dos cornadas en una pierna / Menos público, menos policías y ausencia de proclamas de activistas / Veinte animalistas observan ‘de incógnito’

Un mozo cita a ‘Príncipe’, el morlaco de 630 kilos, sobre el césped de la rotonda del puente sobre el Duero, ayer en Tordesillas.-J.M. LOSTAU

Publicado por
Santiago G. del Campo
Valladolid

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Un Toro de la Vega que recuperó el nombre original, pero no la esencia de la tradición, se celebró ayer en Tordesillas sin enfrentamientos ni algaradas por primera vez en diez años. Como único incidente a destacar, las heridas sufridas por un visitante malagueño de 37 años, de iniciales A. M. S., que recibió dos cornadas en la pierna derecha, una en el muslo y otra en un gemelo. Fue atendido por Cruz Roja y trasladado después al Hospital Clínico Universitario, donde ingresó con pronóstico menos grave.

Las proclamas de los grupos animalistas, habituales en años anteriores, brillaron por su ausencia, una vez conseguida la prohibición de dar muerte al astado. Incluso las televisiones de ámbito nacional, que antes estacionaban sus unidades móviles en las inmediaciones de la rotonda del puente, faltaron esta vez a la cita. También se ausentaron al menos uno de cada tres espectadores, que en esta ocasión apenas llegaron a los 20.000, tras las talanqueras instaladas en el recorrido.

El toro protagonista, de nombre ‘Príncipe’, procedente de la ganadería de Hermanos Sánchez Herrero, completó el recorrido sin pena ni gloria. Manseó ligeramente una vez llegado a la rotonda y perdió interés cuando entró en el pinar de la Vega, donde no tuvo lugar ya torneo alguno entre el espectacular morlaco, de 630 kilos, y los lanceros.

Prematuro final

Tanto fue así que el festejo, cuyo final estaba previsto a las 12,30 horas, fue ‘despachado’ cincuenta minutos antes, a las 11,40. Los caballistas debían de haberse aburrido ya de acometer al astado de acá para allá, sin objetivo alguno. Le faltaba aún a ‘Príncipe’ dar el único susto de la jornada, con esa cornada doble al malagueño en las inmediaciones de las piscinas municipales, cuando ya habían sonado los cohetes del final del festejo.

Cruz Roja atendió a otros siete heridos más, pero no a causa de heridas por asta, sino por caídas, contusiones o lipotimias. Uno de ellos tuvo que ser también trasladado al hospital, esta vez al de Medina del Campo. Se trataba de un hombre de 65 años, con iniciales T. M. A, que presentó una luxación en el hombro derecho a causa de una caída casual en medio del puente, cuando ya había terminado el encierro.

El operativo de Cruz Roja desplegado ayer estuvo formado por 35 voluntarios de la institución y 9 vehículos (6 ambulancias y 3 vehículos de logística y coordinación). También desplegó un puesto de atención sanitaria básica para evaluación, triaje y primera atención.

Observadores

A primera hora de la mañana, medio centenar de efectivos de la Guardia Civil, la mayoría de paisano, identificaron a una veintena de activistas antitaurinos mezclados entre el público. Al constatar que no se iban a producir actos de reivindicación, el Instituto armado decidió no desplegar un dispositivo especial de seguridad.

Los escasos animalistas no se dejaron ver ni lanzaron ninguna proclama. Tan sólo acudieron como observadores, para asegurarse de que se respetaba la vida del toro, tras la prohibición de la Junta de Castilla y León de dar muerte al astado. Una prohibición que llevó al Ayuntamiento de Tordesillas, el año pasado, a cambiar su nombre por el de ‘Toro de la Peña’.

A la vista de que la situación se prolongará, decidió este año restablecer el antiguo nombre de Toro de la Vega, aunque no se han podido rehabilitar las normas del ‘inmemorial Torneo’. Se trataba de una tradición secular, mediante la cual varios lanceros, bien a pie o bien a caballo, perseguían al toro hasta darle muerte.

Ahora, despojado de ese final, tras el que los vecinos recibían con vítores al lancero vencedor, el festejo ha quedado reducido a un mero encierro urbano. «Ni siquiera a eso, se ha quedado reducido a un toro del cajón», se lamentaba ayer un grupo de tordesillanos.

Lejos estaba el recuerdo de años anteriores, cuando el vencedor del torneo, rodeado de trompetas y tambores, se desplazaba en procesión hasta la Plaza Mayor, aclamado por la multitud, y luego dirigía unas palabras a los tordesillanos desde el balcón del Ayuntamiento.

Sin esa expectativa, vecinos y visitantes comenzaron a volver al centro urbano en cuanto el toro entró en la Vega del Zapardiel, sin esperar nada. Sólo quedaba ver el tradicional baile dedicado al Torneo en la Plaza Mayor, y luego otra danza, llamada ‘de mantones de manila’, un concurso entre participantes que se sucede año tras año.

El encierro comenzó a las once de la mañana con el ‘toque de reloj suelto’, como es tradicional. Fue tras la lectura, por megafonía, de un reivindicativo y casi poético manifiesto del cronista de la villa y miembro del Patronato del Toro de la Vega, Jesús López Garañeda.

El toro atravesó las calles del municipio en poco más de cinco minutos, desde San Antolín, pasando por el puente medieval sobre el Duero hasta llegar al pinar, en un encierro tranquilo que no produjo momentos de tensión y que tuvo uno de sus puntos neurálgicos, como cada año, en la rotonda.

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