Diario de Valladolid

PATRIMONIO / CURIEL DE DUERO

El Palacio de los Zúñiga de Valladolid lucha por sacar su historia de los escombros

La organización Hispania Nostra acaba de incluir la fortaleza en la Lista Roja por su estado de ruina mientras el Ayuntamiento apuesta por convertirla en atractivo turístico

El alcalde de Curiel muestra el estado en el que se encuentra el palacio.-P. REQUEJO

El alcalde de Curiel muestra el estado en el que se encuentra el palacio.-P. REQUEJO

Publicado por
Laura G. Estrada
Valladolid

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La fachada de la fortaleza se erige majestuosa en la plaza de la Constitución de Curiel de Duero. El sobrio muro y los dos torreones, cuya estética recuerdan más a un castillo que al palacio que realmente fue, despiertan en el visitante deseo por conocer el interior de la residencia que la familia Zúñiga construyó en la Edad Media. Pero al abrir la puerta la curiosidad se torna en incredulidad. Ante los ojos, un perímetro semiderruido de piedra salvaguarda un desnudo terreno cubierto de maleza.

Es lo que el Ayuntamiento heredó en 1922 del último de los propietarios: las ruinas de lo que había sido una opulenta residencia. Su entonces dueño la cedió tras desmantelarla para vender las piezas de alto valor, como la puerta de cuero de buey, la lápida de mármol donde estaban grabados los datos de construcción, las rejas de las ventanas, las columnas del patio, los artesonados... Vendió incluso la madera sin tallar a los vecinos, para usarla como leña.

De aquel inmueble, construido entre 1386 y 1410 por mandato de Diego López de Zúñiga, primer señor de Curiel tras la donación de la villa por parte de Juan I de Castilla, sólo algunas piezas encontraron nueva morada y se pueden visitar, por ejemplo en el Museo Arqueológico Nacional o en el Alcázar de Segovia. Otras viajaron a Estados Unidos sin que se tenga constancia de su ubicación actual.

Y las que no pudieron venderse, como las yeserías de estilo mudéjar, descansan en el solar convertidas en escombros. Unas ruinas donde está sepultada la historia de este palacio que permaneció en pie durante más de cuatro siglos y que ahora la asociación Hispania Nostra acaba de incluir en su Lista Roja de patrimonio por su estado de abandono, mientras el Ayuntamiento lucha por resucitarlo como atractivo turístico.

Su objetivo es rememorar el esplendor inicial del edificio, cuando la familia de Diego López de Zúñiga, nombrado Justicia Mayor de Castilla, estableció su residencia en Curiel. Aunque tras su muerte en el año 1417, sus descendientes fijaron su sede en Béjar y dejaron la casa en manos de administradores, el palacio siguió protagonizando algunos episodios reseñables. Desde allí salió el ejército que consiguió apresar a Álvaro de Luna y, un siglo después, dio cobijo temporal a Juana de Zúñiga, la segunda mujer de Hernán Cortés.

Todos esos acontecimientos han sido estudiados por el historiador Salvador Repiso, inmerso aún en recopilar todos los detalles del palacio construido en su municipio de origen, después de muchos años de trabajo documental.

En 1862, rememora el experto, el Duque de Béjar y Osuna dilapidó el patrimonio de sus antecesores y se vio obligado a vender sus pertenencias, entre ellas el Palacio de los Zúñiga. El nuevo propietario, Indalecio Martínez Alcubillas, lo acondicionó, hasta que alrededor del año 1900, pasó a manos de Agustín Yagüe.

Bajo la propiedad del hijo y heredero se produce el punto de inflexión que acabó convirtiendo el palacio en un erial. Porque tras la venta de Yagüe de los elementos valiosos y derruido todo aquello que no tenía salida en el mercado, lo único que pervive son las añoranzas, avivadas por esa fachada que invita a viajar al pasado pero que sólo esconde deterioro.

La imagen exterior motiva a las actuales generaciones a luchar por rescatar del olvido este símbolo de la historia de Curiel, después de toda una vida escuchando a sus abuelos hablar de lo que un día fue.

Su afán es acondicionar las reliquias escondidas bajo la maleza para que el Palacio de los Zúñiga forme parte del conjunto de atractivos turísticos con los que cuenta la pequeña localidad situada a los pies de un castillo que no corrió la misma suerte que el palacio gracias a la iniciativa privada para convertirlo en un hotel.

Aunque la antigua residencia señorial también ha tenido pretendientes, detalla el actual alcalde, Jesús Granado, las propuestas no eran compatibles con la rehabilitación de las ruinas. «Tenemos una espina clavada y hay que luchar por recuperarlo», ensalza después de recordar que tras los muros se ubicó la antigua casa del maestro y del médico.

El camino para lograr su propósito parece tortuoso, pero no están dispuestos a rendirse. De hecho, la inclusión en la Lista Roja de Hispania Nostra, que pone en evidencia su ruina progresiva, no es sino un motivo más para evitar que su símbolo, catalogado como Bien de Interés Cultural, se diluya en la memoria. Por ello, llamarán a la puerta de las administraciones en busca de financiación.

«El Ayuntamiento quiere consolidarlo pero no tiene recursos suficientes», sostiene el alcalde. De la mano de la Diputación, confían en que la Junta de Castilla y León retome el próximo año la inversión presupuestada poco antes de estallar la crisis y que, alegan, no se llevó a término.

La Consejería de Cultura y Turismo, por su parte, aclara que en 2009 se encargó la redacción de una propuesta de actuaciones arqueológicas que permitieron «documentar la secuencia crono-cultural de la fortaleza» con el propósito de realizar «un proyecto cultural a largo plazo» y que en 2013 se encargó la protección de restos arqueológicos «debido a su exposición a la intemperie».

En total, la Junta cifra en 169.085 euros la inversión realizada entre 2005 y 2013 en la restauración del palacio, las excavaciones y la protección de los restos arqueológicos. Es un dinero que el Ayuntamiento considera sólo un primer paso para un proyecto más ambicioso que contempla el arreglo de la torre del homenaje para hacerla visitable y la recreación de las dependencias para devolver parte del esplendor perdido y potenciar así el turismo.

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