Diario de Valladolid

Ferias de San Lorenzo Valladolid 2024

La feria taurina de Valladolid: una cita con ilusiones, recuerdos y esperanzas

La 'encerrona' de Emilio de Justo con Victorinos, Morante, Roca Rey, Ponce y la despedida de Hermoso de Mendoza, platos fuertes

Roca Rey, Emilio de Justo, Pablo Hermoso de Mendoza y Morante de la Puebla se suben al ruedo de Valladolid durante la fiestas

Roca Rey, Emilio de Justo, Pablo Hermoso de Mendoza y Morante de la Puebla se suben al ruedo de Valladolid durante las fiestasE.M.

Publicado por
Fernando Fernández Román
Valladolid

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Victorino Martín García, heredero universal del mejor ganadero de bravo del siglo XX, su homónimo señor padre, estaba ayer en el quirófano campero de su finca titulada Las Tiesas de Santa María, en las cercanías de la Coria cacereña, enfrascado en la extirpación de unos panadizos interdigitales a sendos toros herrados con el marbete de Monteviejo, que es la segunda ganadería de la familia.

Victorino, hijo, como bien se sabe, además de un ganadero excepcional es un reputado veterinario, aunque puede que sea más desconocida su precisión como cirujano de primer nivel. Ayer tenía a tiro de su certería a dos berrendos en negro que presentaban un absceso en la pezuña de su pata (blanca), característica en los de su estirpe, y cojeaban sensiblemente. Son dos cinqueños guapos que aguardan lidia, pero maceaban un horror. “Es una lesión fortuita, habitual en el campo bravo”, me dice Victorino. 

Y continúa: “Fíjate que dos toros emblemáticos de nuestra ganadería, los indultados Belador (con “b”) y Cobradiezmos, también pasaron por esta reparación de urgencia, para evitar males mayores. Y continúa: “El campo es una maravilla para los bucólicos, pero un peligro constante para la crianza del ganado de lidia; los pajazos en los ojos, las cornadas por los pleitos cuando llegan los ardores genésicos o jerárquicos, en fin, un no parar…” Le llevo al terreno de su cita con la feria de Valladolid, en la que Emilio de Justo matará seis “victorinos”, en solitario. Se muestra optimista: “La corrida está elegida con esmero. 

Los seis victorinos de la 'encerrona' de Emilio de Justo en la Feria de Valladolid

Los seis victorinos de la 'encerrona' de Emilio de Justo en la Feria de ValladolidE.M.

Los dos, ganadero y torero nos jugamos mucho. Son toros muy parejos de hechura y con excelente nota, pero, ya sabes: el toro y el melón, como salen son”... La verdad es que el lote de toros invita a la esperanza. Están “en tipo”, pero ¡váya usted a saber! Bien es cierto que esta ganadería tiene caracteres antagónicos en el comportamiento del ganado, desde la alimaña que tanto atribulaba a Ruiz Miguel, al nobilísimo que hace surcos con el hocico por la arena del ruedo. 

Ahí están, retratados, los toros que vienen a Valladolid, con sus testas encornadas hacia arriba y los ojos charolados en negrísimo (dos cucarachas, dice Esplá que son esos ojos), que le ponen al miedo un brillo muy especial. Con ellos habrá de vérselas Emilio de Justo, un torero de acreditado prestigio que está encantado de volver a Valladolid, del que se quedó prendado desde su debut en 2018.

“¡Qué bien me ha tratado la gente de Valladolid! Tiene solera taurina para regalar, por eso me he decidido a tirar al aire la moneda de torear seis toros de Victorino en esta Plaza”. Mucha tela, la verdad; pero Emilio es de Torrejoncillo, un bello pueblo cercano a Coria y a Las Tiesas, la referida finca, en que se ha hecho torero. “Me pilla, además, en un gran momento. Estoy en racha: Málaga, Huesca, Bilbao…, en fin, una catarata de triunfos encadenados que espero coronar con otro gran éxito en Valladolid, el próximo día siete”. Y sigue con sus alabanzas a la afición vallisoletana: “No es por cortesía, ni mucho menos por adulación; es que me he identificado con el público como en ningún otro lugar, te lo he referido muchas veces”. Es cierto, así me consta. Al propio tiempo, me recuerda: “Me tienes que enseñar la ciudad y llevarme a ese Viejo Coso del que me has hablado tanto”. Le aseguro que está hecho. También le noto tranquilo pocas horas antes de torear ayer en Tomelloso, sustituyendo a Morante. 

Por cierto, me pongo a habla con Juan Ortega, el gran triunfador de la pasada feria y me dice tres cuartos de los mismo: “¡”Qué bien me he sentido toreando en la Plaza del paseo de Zorrilla!”. Y tan bien. Como que se proclamó triunfador de la feria pasada, se llevó el trofeo San Pedro Regalado, del Ayuntamiento, y nos dejó una actuación para el recuerdo. Ayer, por sorpresa, se presentó en el mismo escenario de su espléndido debut, esta vez lleno de público abonado que acudió a la llamada de la empresa Tauroemoción. Hubo cóctel de bienvenida y suculentas degustaciones. 

El torero de Triana no dejó de compartir con los aficionados las vicisitudes de su dilatada actividad taurina. Ya es una figura incontestable. Volverá el día cinco, para testificar la alternativa de Mario Navas; pero antes, me confirma que ese día, conforme se anuncia en el cartel, Morante, salvo catástrofe de última hora, toreará en Valladolid, puesto que actúan juntos hoy –confirmado-- en Tarazona de Aragón. Noticia, pues, de primera mano, por si alguien sintiera algún mosconeo tras la oreja.

A todo esto se suman dos despedidas, dos adioses muy especiales para el aquí firmante: el de Pablo Hermoso de Mendoza, mañana sábado, y el de Enrique Ponce, el día seis. Decir adiós no es sinónimo de alejamiento definitivo de nada ni de nadie; es, simplemente, la certificación de la llegada a un destino, previamente concertado, por voluntad propia. De Hermoso recuerdo su debut en Valladolid, siendo un chavea navarrico perfectamente desconocido. Me impactó. Mañana se va de los ruedos dejando un jalón indeleble en el arte de torear acaballo. Hay –nadie lo dude-- un antes y un después de Pablo Hermoso de Mendoza. Nos deja un torerazo histórico, pero servidor seguirá teniendo un buen amigo en este ejemplar humano, de lo mejorcito de la Navarra más

entrañable. De Ponce me quedan grabadas a fuego eses tardes de rifirrafe con José Tomás, que hicieron arder de pasión el coso de Zorrilla por los cuatro costados. Al margen de disquisiciones inevitables, pasarán los años y se le reconocerá como uno de esos raros prodigios que, muy de tarde en tarde, registra la historia de la tauromaquia. Todo esto se completa con el festejo de cortes y otros nombres de toreros de acreditada solvencia; y, sobre todo, la aparición de un nuevo matador de toros en Valladolid. No me digan que no son suficientes alicientes para alimentar ilusiones, recuerdos y esperanzas. Si el tiempo no lo impide, que no lo hará.

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