DANA / BOMBEROS DE VALLADOLID EN VALENCIA
«La gente se nos tiraba encima a abrazarnos y darnos las gracias»
Bomberos voluntarios de la Diputación de Valladolid relatan su experiencia en Bonaire: «Pasamos mucho miedo»
Solidaridad, coordinación y equipo. Son las tres palabras que cuatro de los nueve bomberos voluntarios de la Diputación de Valladolid repiten constantemente cuando recuerdan su experiencia ayudando a los damnificados por la DANA de Valencia. Jesús Ordax, Ángel González, Eduardo Martín y José Borge se ofrecieron como voluntarios en cuanto se enteraron de la situación por la que estaba pasando el pueblo valenciano. «Todo empezó con una conversación en la que comentamos que queríamos ir a ayudar, a partir de ahí comenzamos a movilizarnos para hacer presión y creamos un grupo de personas interesadas en ir para allá. Desde el primer momento sabíamos que queríamos ir», recuerda González.
El viaje de los nueve bomberos vallisoletanos comenzó en Aldaia, uno de los municipios más damnificados por la DANA. La basura, el barro y sobre todo los recuerdos inundan el lugar. «Llegamos allí y no podíamos evitar pararnos a hablar con la gente. Se nos tiraban encima a abrazarnos, contarnos sus historias personales y darnos las gracias», explica Borge, que con 36 años de experiencia como bombero no recuerda «ninguna tragedia tan terrible».
Aun así, todos coinciden en la solidaridad que los vecinos mostraron con ellos desde el primer día a pesar de haberlo perdido todo. «Cuando íbamos para allá nos dijeron que fuéramos preparados con esterillas, comida, sacos de dormir... y al llegar teníamos un lugar en el que dormir gracias a un compañero que lo gestionó y algún vecino que siempre nos ofrecía agua , comida y lo que necesitáramos», rememora Ordax.
Todos ellos coinciden en la implicación de los voluntarios, muchos de ellos muy jóvenes. «Muchísima gente ha colaborado sin pensarlo. En un momento en que criticamos a las nuevas generaciones por ser muy parados, por quedarse en casa con las redes sociales, han cogido un cepillo, un recogedor y unas botas y se han ido a prestar ayuda a donde fuera. Eso habla muy bien de nuestra juventud».
Tras su paso por Aldaia llegó el momento de desplazarse a Chiva, más en concreto al barranco del Poyo. «Había muchos vehículos sepultados, empotrados y estrellados debido a la fuerza de la corriente. Eran auténticos amasijos de hierro sepultados por la grava. Por suerte, no hubo que lamentar pérdidas humanas» relata Martín, uno de los encargados de realizar labores de rastreo.
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Conforme pasaba el tiempo, del que cada vez perdían más la noción, se acercaba el momento más crítico: introducirse en el centro comercial Bonaire después de días batallando mentalmente con lo que podían encontrarse en aquel lugar. La UME, bomberos del Consorcio y la Policía Nacional ya tenían preparado una morgue con previsión de extraer muchos cadáveres. «Pasamos mucho miedo antes de entrar a Bonaire. Desde por la mañana estábamos con mucha tensión, intentando prepararnos psicológicamente. Se decía que podía haber cientos de cadáveres», describe González a este periódico.
En el momento de entrar, ya con el agua a la altura del pecho, seis de los bomberos vallisoletanos escucharon un «salid, hay que evacuar» que les dejó petrificados. «Estábamos listos para acceder al lugar cuando dieron alerta roja y comenzaron a decir que había que salir de allí. Ya en ese momento escuchábamos un torrente de agua que no fue agradable. Cuando accedimos al lugar y vimos que no había apenas coches fuimos conscientes de que ahí no había personas. Por suerte, así fue»,
Sin embargo, todos se quedan con la parte positiva y un mensaje final: la importancia del trabajo en equipo y la implicación de todas las personas que se ofrecieron a ayudarles durante su estancia en los municipios valencianos. «Ninguno de nosotros hubiera podido entrar a ese sitio sin el compañero de al lado y eso es lo bonito», apunta Ordax.