Diario de Valladolid

OBRAS

La obra de reparación de la A-11 se encarece un 25% y durará diez meses

El Ministerio de Transportes ha sacado a licitación las obras de rehabilitación del firme por 11,36 millones mientras que en 2018 las presupuestó por 9 / Abarcan un kilómetro de la N-122 y 14 kilómetros de la autovía

Detalles del mal estado en el acceso de La Cistérniga

Detalles del mal estado en el acceso de La CistérnigaPHOTOGENIC

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Valladolid

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El tramo de la autovía A-11 entre la VA-30 de la capital vallisoletana y Tudela de Duero arrastra signos de deterioro desde hace años, pero la contratación de las obras para su rehabilitación ha tardado tanto en aprobarse que la inversión reservada para acometer las reparaciones se ha encarecido un 25%. De los poco más de 9 millones de euros que había estimado el Gobierno en el año 2018, cuando se realizó el primer estudio para abordar las necesidades de saneamiento de la vía, se ha pasado a 11,36 millones.

En la práctica, supone más de dos millones de incremento en este intervalo de tiempo hasta que el Ministerio de Transportes ha dado el paso definitivo para arreglar los baches y fisuras en el recorrido, después de dos modificaciones presupuestarias –una en febrero de 2022 y otra en octubre de ese mismo año– para actualizar las previsiones económicas.

Ahora, con la nueva referencia de los 11,36 millones sobre la mesa, el departamento que dirige Óscar Puente anunció la semana pasada la licitación de las obras de «rehabilitación sostenible del firme» en 14 kilómetros de la A-11 y en un kilómetro de la N-122, y ya se conocen más detalles de la intervención.

La más relevante, porque afectará al tráfico, es el tiempo de ejecución y, según consta en la memoria del expediente, serán diez meses de obras. Cuándo empezarán es todavía una incógnita, puesto que el contrato acaba de salir a licitación pública pero, teniendo en cuenta que las empresas interesadas tienen de plazo hasta el 25 de noviembre para presentar sus ofertas y que luego el Ministerio tiene que estudiarlas y formalizar los trámites, parece razonable pensar que no arrancarán hasta el primer trimestre del próximo año.

Esto implica que, si no hay retrasos ni surgen contratiempos, las máquinas estarán presentes prácticamente todo el 2025 y probablemente no se irán del entorno hasta arrancado ya el 2026.

Durante este tiempo será necesario cortar la circulación por tramos, pero sólo en el correspondiente con el kilómetro de la N-122 se desviará el tráfico por una vía alternativa existente a un kilómetro de distancia, puesto que se actuará primero en un margen y después en otro, mientras que en el resto de la obra, correspondiente ya con la A-11, los vehículos serán desviados por la calzada opuesta, ya que se utilizará un carril para cada sentido.

Así, el primer tramo es el de la N-122, del punto kilométrico 343 al 344; y el segundo es el de la A-11, entre el punto kilométrico 344 al 358.5 de la autovía, con varias fases de intervención. Esto facilitará que no se corten al mismo tiempo los catorce kilómetros de la autovía incluidos en las obras, sino que se haga a intervalos.

Según aclararon desde el Ministerio de Transportes hace unos días, cuando anunciaron estas obras que acaban de salir a licitación, para la rehabilitación del firme se ha optado por una solución de fresado y reposición en una profundidad de 7 centímetros y, donde se compruebe que la medida no resulta suficiente porque las capas estén deterioradas, «se profundizará hasta encontrar una capa sana». Después se extenderá una capa de rodadura y se volverán a pintar las marcas viales.

Además, «se llevará a cabo la reposición de las espiras de aforos existentes, la reposición de algunos bordillos, balizas e hitos de aristas y se mejorarán los pasos de mediana mediante la colocación de barrera de seguridad dobles desmontable móvil», destacaron desde el departamento de Puente.

El deterioro de la vía, según se justifica en el expediente, responde «fundamentalmente al incremento de tráfico», según se constató en el proyecto de rehabilitación, cuya redacción se aprobó en 2018 después de que un año antes los técnicos realizasen una «inspección visual» y comprobasen el estado de la vía.

Aunque la conclusión del estudio es que «estructuralmente» el firme no estaba «muy deteriorado» gracias «al buen comportamiento de la base de gravacemento», la superficie sí presentaba fisuras «en toda su longitud». Sobre todo se apreciaba un por estado entre los puntos kilométricos 349 y 358, y una peor situación de la calzada izquierda, dirección Soria.

Las fisuras con el paso del tiempo se han ido agravando, hasta el punto de que a principios de este mismo año se instalaron señales para rebajar la velocidad a 80 kilómetros en algunos tramos y durante el mes de julio se llevaron a cabo labores de parcheado.

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