La fuente que da nombre a esta plaza ha cambiado en multitud de ocasiones de diseño, algunos polémicos, como aquella estatua de Hermes a que dieron un baño de purpurina en vez de oro y fue bautizada por los vallisoletanos como la de ‘don Purpurino’
Era objeto de chanza y la comidilla en la ciudad. Lo que se había colocado como un elemento decorativo en un punto estratégico de Valladolid, con la imagen de un dios griego nada menos, resultó ser un bluf. Un estrepitoso fracaso patrimonial que tan sólo generó burlas y críticas. La plaza de Fuente Dorada, antes del diseño actual, tuvo otros elementos en su centro que no cuajaron demasiado, como cuando lució una escultura del dios Hermes (instalada en 1949), del comercio, los viajes y los ladrones y también mensajero del Olimpo, entre otras atribuciones mitológicas que no resultaron suficientes para que se le aceptara con agrado. Y es que para mantener el hilo conductor del nombre de la plaza le dieron una capa de dorado, pero no con pan de oro por ser demasiado caro, sino con una especie de purpurina. Y el lío ya estaba montado. El resultado: coloquialmente en la ciudad se le llamó despectivamente ‘don purpurino’ y desde el principio estuvo abocado a desaparecer: terminaron retirándolo cuatro años después por el rechazo generalizado y la escultura fue cedida a Tamariz de Campos, donde aún puede verse.
No sólo fracasó ‘don Purpurino’ en ese enclave tan reconocible por los vallisoletanos, también hubo otras piezas que tampoco encajaron antes de él en Fuente Dorada. La bola originaria, que era de bronce y dorada, se cambió en 1759 por unos delfines bajo una escultura femenina que representaba la primavera. ¿Adivinan qué pasó? No duró mucho intacta. Al poco, perdió la cabeza en el sentido más literal de la expresión, y finalmente fue retirada. Después (en 1840, casi un siglo antes que ‘don Purpurino’) se colocó una escultura de otro dios griego, Apolo, esta sin dorado por ninguna parte, pero dos décadas después se desmontó para sustituirla por una columna de la que emanaban unos caños.
Después del fiasco de ‘don Purpurino’ (a mediados del s. XX) se quedó la estructura de la fuente y sobre ella una columna de piedra y una farola con cuatro luminarias. Tampoco era definitivo, en los 70 del siglo pasado se renovó de nuevo, ese montaje se llevó a la plaza de la Trinidad y Fuente Dorada se inauguró con el aspecto actual.
Entre medias del pasado y el presente del lugar se encuentra la familia detrás de una confitería ya clásica. Elena Martín y Francisco Hernández regentan desde hace 32 años El Bombón, pero son sucesores además del abuelo de él, que llevaba en su día la afamada cafetería y pastelería Padova, uno de los míticos locales de la zona que los vecinos de toda la vida aún recuerdan. Tras el mostrador repleto de dulces, Elena asegura que «antes había más tiendas». «La clientela va cambiando, ahora hay más gente joven y antes, mayor», apunta. En otro negocio veterano, Blanco Óptica, también han sido testigos del efecto de los años (34 en su caso) en la zona. «Ha cambiado mucho y a mejor», apunta Jesús Blanco.
Muy cerca, en la joyería Potente, la quinta generación de joyeros, José Ramón Potente, cuenta que su familia empezó su negocio allí en 1913. «Me acuerdo de que aparcaban los coches en batería aquí, no era peatonal y se podía girar e ir hasta Ferrari». Como «lo mejor de la plaza» señala que se trata de «un espacio abierto, limpio y comercial»; echa «en falta alguna terracita» y se acuerda del Padova. También hay hueco en su memoria para «el Café España, el Roma es Azul o la librería Lara». José Ramón Potente expone sus ‘peros’ a la zona: «Echo de más las manifestaciones. Se hacen muchas aquí y cada día por un motivo distinto». Algo similar apuntan en la tienda Yébole. En ella, Javier Camazón afirma que «ahora hay otra dinámica del comercio con más franquicias y al comercio tradicional le cuesta más sobrevivir». «La zona está muy bien, de paso y con mucha vida y eso hace que tenga todo lo bueno y lo malo, como las manifestaciones», coincide con Potente.
Mario Cañamares dispone también un mirador de excepción en Fuente Dorada. Por los cinco años que lleva regentando su negocio de Ortopedia con su nombre asegura que están «muy contentos por el tránsito, por ser céntrica y a la vez recogida». Nuevos en la ubicación, pero curtidos en esto del comercio pues su negocio Geoda Minerales acumula 30 años de actividad, Felisa Mahamud decidió trasladar su tienda de Conde Ansúrez al centro hace unos meses. «La otra calle era más tranquila, está es más bulliciosa. Nos hemos encontrado más turismo lo que esperábamos. Me gusta todo, lo peatonal, su entorno...».
La fuente y el conjunto escultórico actual, instalada en 1997, llevan el nombre de ‘alegoría de los gremios’ y los diseñó el arquitecto Fernando González Poncio. Retrocediendo hasta sus inicios, la plaza tomó forma en el siglo XIII siguiendo a la plaza del mercado –actual plaza Mayor– y se convirtió comúnmente en la del comercio. Fue «en 1863» cuando toda la zona se armonizó y pasó a tener un sólo nombre, el que hoy conserva: «En 1863 [...] se denominará plazuela de Fuente Dorada», recogió el cronista Juan Agapito y Revilla. Denominación que respondía a la fuente de bronce dorado, a la que llegaba agua de Argales, y que fue labrada dos siglos antes en esa plaza triangular convertida en uno de los elementos más identificables de la ciudad.
Otra plaza y otra fuente
Una empresa mítica que se trasladó
Calle Ferrari con Fuente Dorada
Bebiendo con cántaros de la fuente
Tienda de regalos de Justo Muñoz
Tranvía y puestos de venta ambulante
Soportales de Fuente Dorada
Los soportales, unas de sus señas de identidad
Obras en una Fuente Dorada diferente a la actual
Parada de la Semana Santa
Los coches tenían su lugar en ella
De terrazas y tráfico
Y el aparcacoches no faltaba
De renovación en renovación
Un gran templo al aire libre
Abarrotada en Semana Santa
Caja de ahorros y su cartel
Asomados a las ventanas
Concentración de bicis
En los 80 parecía otra plaza
La catedral a tiro y Monedero en la esquina
Balcones y ventanales
Los coches la cruzaban y aparcaban
La columna y los faroles que pasaron de Fuente Dorada a la Trinidad
Una librería, Lara, en el centro de la ciudad
En los 90 Monedero cambió y se instaló Blanca Vega
Navidad concurrida y vehículos y peatones compartían espacio
Antes de peatonalizarse tenía un aspecto distinto
Los carteles del 93
Escenario deportivo
Carrera Popular de la Salud Familiar en 1996
Aquellos buses rojos y beig
Una escultura imponente
Los bancos llegaron con la peatonalización
La parada del bus, antes la marquesina
La plaza poco después de su reinauguración
Farolas, bancos y árboles. Así lucía antes de pasar al 2000
Vista desde las alturas
Los soportales y la fuente, dos elementos indispensables del lugar
Remodelación de Fuente Dorada en 1998
Remodelación de Fuente Dorada en 1998
Tras la remodelación, la fiesta
Remodelación de Fuente Dorada en 1998
La bola dorada
Las esculturas y el agua
Ruta del Hereje en Fuente Dorada
Carros y otros negocios en Fuente Dorada a mediados del s. XX