INICIATIVA SOLIDARIA
El médico de Valladolid al rescate de la pequeña Aida: la trae de Guinea-Bisáu para operarla en el Clínico
Gracias a un proyecto solidario capitaneado por el jefe de Cirugía Pediátrica del hospital vallisoletano, José María Pradillos, dos niños de 3 y 6 años viajan desde África para ser intervenidos
Cilistino tiene apenas seis años y confundió sosa cáustica con agua; se abrasó el esófago y no puede comer. Su nombre no es frecuente aquí en España, pero él vive en Guinea-Bisáu, ese país africano desde donde viajará junto a otra niña de tres años también enferma, Aida, para que los operen la próxima semana en el Clínico de Valladolid, gracias a un proyecto solidario capitaneado por el jefe de Cirugía Pediátrica del Clínico de Valladolid, José María Pradillos.
«Si no vinieran, sus vidas correrían peligro y su pronóstico sería muy malo. El niño tan sólo toma leche, no puede comer y está desnutrido, si siguiera así sería no sobreviviría», asegura Pradillos, el timón de una iniciativa solidaria de la asociación Sopesur (Asociación Solidarity Pediatric Surgery) formada por sanitarios de varias provincias españolas para gestionar este tipo de acciones y para acudir al país africano a operar y salvar vidas in situ de otros niños.
Para la intervención de los dos menores cuentan con la colaboración de Sacyl, que asume los gastos de las operaciones y la asistencia hospitalaria. El viaje y el coste del traslado y de los medicamentos que requieran como tratamiento fuera los sufraga la asociación, también disponen de la ayuda de un buen samaritano, Alfredo, el párroco de Santo Tomás de Aquino «que pone su casa para que los niños puedan estar en Valladolid». Pradillos agradece también a la Embajada de España allí por la tramitación de todo lo necesario para el desplazamiento de los dos menores.
La de Aida y Cilistino no es la primera iniciativa solidaria similar. El año pasado fueron tres niños los que bajo el mismo paraguas fueron atendidos en el centro hospitalario vallisoletano.
Todo parte de los viajes que los sanitarios como Pradillos realizan con cierta frecuencia, una o dos veces al año, a Guinea-Bisáu para operar a entre 60 y 70 niños del país africano. Todo costeado del bolsillo de los profesionales que participan en esta aventura. «En el último viaje, en Semana Santa, operamos a 70 niños principalmente con patología tumoral y con otras patologías que los sanitarios de allí no saben intervenir», relata el jefe de cirugía pediátrica del Clínico. No sólo van y tratan a los pequeños pacientes, también intentan formar a sus ‘colegas’ del país africano para que llegue un día en el que puedan hacerlo ellos solos, conscientes de que sus visitas marcan la diferencia entre que unos niños tengan futuro o no, puedan vivir o no: «Operamos con los compañeros para que vayan cogiendo habilidades. Al principio, hace años, no sabían nada y ahora hay cirugías sencillas que ya abordan, como hernias o fimosis. Pero si no fuéramos, a esos niños no se les podría operar».
El caso de Aida y Cilistino revestía mayor complejidad que otros vistos durante su viaje. «A él le vimos cuando estuvimos allí, pero no teníamos material apropiado para realizar la cirugía, ni para valorar su estado, por eso decidimos traerle», comenta. A ella no llegaron a verla y fueron los médicos de Bisáu quienes les remitieron su caso.
El objetivo de esta travesía en tierras vallisoletanas es ambicioso, pero posible: que ambos niños regresen con su dolencia resuelta. «Que él vuelva a casa comiendo por la boca y que a Aida, que no tiene pared abdominal, le falta la musculatura de la pared anterior del abdomen, podamos reparárselo».
Este médico ‘de la última oportunidad’, como le retratamos hace unos meses en este diario al contar sus hazañas solidarias, ya se muestra entusiasmado por la próxima expedición, prevista para 2025. «Esta vez también daremos clase a los estudiantes de Medicina. Hasta que un día no nos necesiten», sueña despierto quien reconoce la satisfacción que le produce atender con resultado positivo a cada paciente, allí y aquí; como a Aida y Cilistino: «Poder traerlos donde tenemos un hospital con muchos recursos me hace feliz».