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VUELA AL CIELO

El dolor compartido en Valladolid de enterrar a un hijo

Melissa Alonso fundó hace un año en Valladolid la asociación ‘Vuela al Cielo’ en la que un grupo de 18 madres y padres aprenden juntos a "convivir con el luto y seguir adelante"

Melissa Alonso, presidenta de la asociación ‘Vuela al Cielo’ destinada a padres que han perdido a un hijo.J.M. LOSTAU

Publicado por
Maria Bausela

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«Desgarrador», así define Melissa Alonso Ramírez el dolor de haber perdido a su hijo Marco. «Es antinatural para una madre tener que enterrar a un hijo. Cuando falleció fue como si me hubiera atropellado un tranvía y me hubiera desmembrado todos mi cuerpo y hay que volverlo a unir», cuenta emocionada recordando la memoria de su hijo, que murió con 20 años.

Para lidiar con el luto tras la muerte de su hijo esta vallisoletana comenzó a ir con otra madre a un grupo de apoyo a La Bañeza, León, pero con la pandemia y el confinamiento dejaron de poder acudir y se vieron sin un lugar en el que encontrar esa ayuda. «Fue entonces cuando decidimos que aquí en Valladolid, como no había nada, teníamos que montar algo para apoyar a otras madres y padres que han perdido a sus hijos y que sepan que no están solos».

Así nació ‘Vuela al cielo’, con el objetivo de ayudar a otras personas en su misma situación y mantener la llama de su hijo viva. «Mi primer pensamiento de la mañana es mi hijo y el último de la noche es mi hijo Marco, y esta asociación es por él y por estos ángeles que no están», asegura convencida en su devoción por esta labor.

El primer paso fue ponerse en contacto con varias trabajadoras sociales de centros cívicos para que la orientaran en cuanto a cómo podía formar la asociación ‘Vuela al Cielo’. Desde su fundación, hace ya un año, esta ha sumado 18 miembros que se reúnen el tercer sábado de cada mes en el local que comparten con la Asociación de Vecinos de Pilarica.

A la hora de recibir a nuevas familias asegura que el proceso es difícil. «La parte más dura es el acogimiento, cuando los padres contactan conmigo, que soy con la primera persona con la que hablan, se sienten un poco con miedo porque no saben lo que se van a encontrar. Por eso antes de incluirlos en las reuniones les conozco, les cuento cómo es la asociación, qué hacemos… para que se sienten arropados y que cuando entren a su primera reunión no vayan con esa inseguridad», cuenta.

«Ese primer día es muy duro porque presentan a sus niños, cuentan algo de sus vidas, de lo que sucedió… Lo pasan mal. Siempre les intento preparar un poco emocionalmente porque aunque es difícil merece la pena. Hay personas que sí que quieren hablar de ello y hay otras que se mantienen un poquito al margen y van poco a poco soltándose, contando su vivencia, su experiencia, pero todos al final salen satisfechos. Es desgarrador, con el paso del tiempo dan sus pasitos adelante y alguno para atrás, pero es el proceso que tienen que pasar de duelo».

«Cada padre que está en la asociación tiene sus tiempos, no todos han fallecido en las mismas circunstancias, ni con la misma edad, cada familia tiene sus particularidades, pero encuentran en el grupo el apoyo y la seguridad que necesitan porque ven que hay otros padres como ellos y les entienden. La verdad es que a veces solo con entrar y verse, con una mirada y darse un abrazo, pues, se dicen bastantes cosas; y a día de hoy todos los miembros están asistiendo a las reuniones así que estoy muy contenta», relata.

Además de sus reuniones cuentan con talleres que hacen «para que los padres vayan asimilando esas emociones que tienen y no se queden atrás. Todos los miembros de ‘Vuela al Cielo’ han acudido a psicólogos, pero desde la asociación intentamos apoyarles entre todos y les ayuda el tener estas reuniones. En ellas contamos con una psicóloga, Mónica, que intenta dar herramientas a las familias de cómo abordar este luto especialmente en fechas como los aniversarios o los cumpleaños. Yo siempre les pongo el ejemplo de que porque se rían no quiere decir que dejen su dolor aparte, sino que se ríen con su dolor también».

«Aprender a sobrevivir sin él»

Hace casi 5 años desde que Marco se quitó la vida y, aunque el paso del tiempo ha hecho que mengue el dolor, para Melissa no se hace más fácil vivir sin su presencia. «Pasar por el suicidio de un hijo es muy complicado porque tienes dos cosas contrarias. Por un lado, me ha costado muchísimas guerras y batallas aceptar y respetar que la decisión fue de él, pero al mismo tiempo mi deseo de que estuviera aquí ahora es incondicional. Lo más complicado fue que mientras estaba pasando yo el duelo de haberle perdido, que es lo peor por lo que puede pasar una madre, tenía que estar pendiente de mi otra hija, Lucía, que no quería que me viera derrumbada y no sabía cómo ayudarla. Ella estaba pasando por propio duelo tras haber perdido a su hermano, que eran uña y carne, y fue también un golpe muy, muy fuerte».

Esta triste situación ha unido a madre e hija más de lo que podían imaginar. «Hemos pasado situaciones y tiempos muy duros, pero, si antes éramos como una piña, pues ahora mucho más. Ha cambiado en muchos aspectos nuestra relación, nos apoyamos una a la otra, decidimos cosas juntas, es la secretaria de la asociación… El dolor se nos ha calmado un poco para las dos, pero no termina de irse porque estamos aprendiendo a sobrevivir sin él. Según pasa el tiempo, me doy cuenta de que mi hijo no va a entrar por la puerta de casa, de que no está. Sobre todo se hace más duro en momentos bonitos de la vida porque no puedo compartirlos con él, pero siempre tengo a Marco presente. Me hice un tatuaje con su nombre al lado del corazón y a él le gustaba mucho la música así que me pongo algunas de sus canciones preferidas para recordarle a mi manera», rememora con cariño. «Mi lucha cada mañana es levantarme por los dos, Marco y Lucía, pero sobre todo por ella, hay que seguir luchando por los que están aquí».

Uno de los muchos efectos que ha tenido la muerte de Marco en Melissa es el miedo que tiene ante las situaciones a las que se puede exponer su hija durante su vida. Un temor por el que cuenta que siente una «sobreprotección» con ella. «Me doy cuenta de que tiene que volar, tiene que vivir su vida, y yo no puedo estar tanto encima de ella porque no es bueno, pero siento una necesidad de saber dónde está en todo momento, de saber que no le va a pasar nada. Es un poco una angustia, pero porque haya fallecido mi hijo no puedo convertir la vida de Lucía en sobreprotección, no está bien».

«Una culpa muy grande»

«Es muy importante hablar de salud mental», afirma no solo debido al suicidio de su hijo, sino también como presidenta de este grupo de padres que buscan apoyarse los unos en los otros para poder seguir adelante. «Creo que la gente no le da mucha importancia a este problema, al hecho de que tanta gente pierda la vida o se suicide por temas de salud mental. Me parece que hay que darle más visibilidad, estar un poco más pendiente y al tanto, porque hay muchísimos casos e igual la mayoría de estos se pueden evitar».

En cuanto a su vivencia personal remarca que «no le da vergüenza ir al psicólogo o al psiquiatra y pedir ayuda. Es importante que la gente se apoye en los profesionales cuando están mal. Después de pasar por un shock tan grande, una vez que intentas procesar lo que ha pasado empiezas con los ‘debería’. ‘Debería haber hecho…’, ‘debería haber estado pendiente’, ‘debería haberle protegido’, etcétera. Se lleva mal, muy mal, es una culpa muy grande».

«Me ha costado muchas batallas aceptar que esto ha sido así, que él tomó la decisión y si no lo llevara así no podría vivir con el machaque que me doy todos los días. Según pasa el tiempo te das cuenta de muchas cosas también y que los ‘debería’ ahora mismo no sirven de nada porque yo creo que hice todo lo posible por él y más. Pero si me gusta hablar de ello, porque puede que otra mamá, cuyo hijo tenga esas intenciones, tenga una segunda oportunidad que nosotros no tuvimos».

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