Diario de Valladolid

El basurero del bloque de pisos del último crimen machista en Valladolid

Vecinos de viviendas de Pajarillos en la calle Sisón, en el que se produjo el asesinato de una mujer a manos de su expareja, y de la calle Alcotán denuncian robos, destrozos y graves problemas de convivencia

Basura y materiales en desuso acumulados en las viviendas

Basura y materiales en desuso se acumulan en la cochera que comparten cinco bloques de viviendasE. M.

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Valladolid

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El día a día de los vecinos que ocupan las 35 viviendas de tres bloques de la calle Alcotán y dos de la calle Sisón es un auténtico infierno. Las casas, de protección oficial, se encuentran en el barrio Pajarillos de Valladolid y en uno de estos bloques se cometió el último crimen machista en la ciudad el pasado 12 de agosto. Los vecinos de estos edificios comparten cocheras y trasteros que se han convertido en un basurero.

El problema no es de ahora. Las quejas se remontan a muchos años atrás. Los vecinos que residen en estos pisos de protección oficial claman en el desierto. Han llamado a las puertas de la Junta de Castilla y León, del Ayuntamiento y de la Diputación y ven con un profundo malestar que sus lamentos caen en saco roto. También han hablado con la Policía Municipal pero sigue pasando el tiempo -en este caso ya son muchos años- y no ven solución a corto plazo.

Los vecinos están hartos de la falta de protección que afecta a sus vidas. Muchos están al límite de la paciencia pero llevan muchos años residiendo allí y se resisten a abandonar los pisos. Buena parte de sus vidas ha transcurrido entre las cuatro paredes de las habitaciones y de todas las dependencias y piensan que no resultará fácil encontrar otras casas en la capital.

Falta de pruebas

Las viviendas se entregaron en 2006. Muchas familias respiraron porque era un alivio encontrar un piso pero con el paso de los años han pasado de la alegría al desencanto. Los frecuentes cortes de luz y las cerraduras rotas complican el acceso al garaje. Gran parte de los vecinos dejan sus vehículos en la calle. No se atreven a meterlos en sus correspondientes plazas por temor a destrozos. Los buzones han sido arrancados, la comunidad no tiene contratado ningún servicio de limpieza y mantenimiento y son los propios vecinos quienes utilizan escobas y fregonas de su propiedad para acometer la limpieza diaria.

La convivencia saltó por los aires hace ya muchos años. Algunos vecinos apuntan a determinadas personas como posibles causantes de los destrozos y desperfectos pero no tienen pruebas que aporten su culpabilidad. Otro ejemplo más, y muy grave, es que sólo 11 de las 35 familias que residen en estos bloques se encuentran al corriente de pago de la comunidad. Aportan los 45 euros establecidos y comprueban que los que no pagan les superan de forma aplastante ya que la cifra aumenta a 29. Su vida es un suplicio.

El bloque de viviendas del número 4 de la calle Sisón apareció en las noticias del pasado 12 de agosto. Las tareas para sofocar un incendio culminaron de la peor forma posible cuando los equipos que trabajaban en la vivienda encontraron el cadáver de una mujer a manos de su expareja. Las investigaciones confirmaron que se trataba de un crimen por violencia de género.

Javier Pérez denuncia la gravedad de la situación en la que se encuentran los residentes en los bloques mencionados. A él le robaron una moto del trastero pero no ha sido el único hurto ya que otros vecinos han denunciado la desaparición de objetos de valor guardados en los trasteros. Resulta penoso acceder por la noche a la cochera y verla prácticamente vacía, pero los vecinos duermen más tranquilos al pensar que sus coches tienen más seguridad en la calle que en el parking.

Pilar Rodríguez, que años atrás fue presidenta de los vecinos, lamenta esta falta de atención por parte de las administraciones. «Llevamos 20 años quejándonos a la Junta. No hemos terminado de pagar estas viviendas, estamos sin luz en el garaje, tampoco funciona la antena ni el cuadro que utilizan los bomberos en sus intervenciones. La Junta nos ha abandonado», señala.

Las reuniones que han mantenido con representantes de la Junta y del Ayuntamiento no han servido para nada. Tampoco surten efecto las reuniones entre vecinos. La tesorería de la comunidad no da para casi nada por el hecho reseñado de que sólo pagan 11 de los 24 residentes. «La Junta no se hace cargo y el Ayuntamiento ha visto cómo se encuentran las zonas comunes, con el problema de higiene que provoca».

Los vecinos recuerdan que fue el Ayuntamiento quien les denunció a ellos tiempo atrás al comprobar el estado en el que se encontraban el garaje y los trasteros. La gravedad de la situación puede originar incluso problemas de salud. En el garaje y en la zona de trasteros se acumula porquería desde hace mucho tiempo y los residentes tienen que soportar la mala fe de los causantes de acumular tanta basura.

Desamparados

Las fotos que ilustran esta información reflejan el panorama con el que conviven los vecinos. Y todo va a peor. No hay visos de que la situación mejore. Quienes residen ahí desde hace muchos años no quieren cambiar de vivienda. Lo único que piden es que les atiendan cada vez que llaman a la puerta de cualquier administración.

El malestar se acentúa cuando ven que algunos de los vecinos del inmueble son los causantes de la penosa situación que soportan día tras día. Pero se enfrentan a un problema muy grave y es que no disponen de cámaras de seguridad que capten las actuaciones de quienes se encargan de hacerle la vida más imposible. ¿Y quiénes son estos vecinos? ¿Por qué actúan de esa forma? Nadie alza la mano para pedir turno de palabra y decir alto y claro quiénes son cosa. Una cosa es comentar en voz baja dónde está la raíz del problema y otra muy distinta es dar nombres y apellidos.

La gestoría que lleva las cuentas de estos bloques de viviendas confirma punto a punto todas las denuncias y quejas de los vecinos pero insiste en que son ellos quienes deben resolver este conflicto.

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