Diario de Valladolid

El arquitecto vallisoletano de la montaña

Alberto Martínez Peña apuesta desde hace años por proyectos singulares en la naturaleza, sin los corsés que tienen las áreas urbanas, conservando la herencia del lugar y el respeto al entorno

El arquitecto Alberto Martínez Peña muestra uno de sus diseños.

El arquitecto Alberto Martínez Peña muestra uno de sus diseños.J.M. LOSTAU

Publicado por
M.D.A
Valladolid

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«La arquitectura es una disciplina controvertida desde el principio». Es una reflexión que desliza Alberto Martínez Peña, arquitecto vallisoletano, cabeza visible del equipo de NoMade Espacio de Arquitectura, con oficina en Valladolid, Palencia y Madrid. Un concepto el de arquitectura, o arte de proyectar y construir edificios, en el que el diseño es el ADN de este, y el estilo particular de su creador perdura con el paso del tiempo. 

En el caso de Martínez Peña, atesora más de dos décadas de experiencia en primera línea, tras haber completado como a él le gusta decir «la etapa de formación entre el contexto urbano y el rural por igual» y de haber recibido varias becas y premios nacionales e internacionales. 

Desde la dirección de NoMade afrontan «un reto en la revisión de las normas de desarrollo de la actividad profesional con un nuevo formato de trabajo deslocalizado, que permite la prestación de un servicio más ágil, dinámico y eficaz en diversas localizaciones, aquí y allá, que permite dar una respuesta singularizada a cada situación».

Este vallisoletano con raíces familiares del norte de Palencia tuvo claro desde el principio que tenía que estar pegado al territorio, a pesar de que cada vez es más difícil «mantener los puestos de trabajo en zonas rurales para sujetar una oficina estructurada porque no hay gente dispuesta a estar en los sitios, se nos llena la boca hablando de éxodo rural pero no hay apoyo ni interés real. La sociedad prefiere estar en las ciudades».

En su caso desde tres ciudades avalan sus proyectos, aunque se extienden también por Cantabria o Asturias, Valladolid es el punto originario y el epicentro del trabajo. 

«Empezamos casi en el boom de la construcción, tenemos unos años inicialmente potentes hasta 2008-09, y llegamos a un año fatídico donde se habla de la burbuja y la crisis llega en el sector inmobiliario y nos salva a nuestro estudio el haber trabajado con la administración con proyectos de otros campos, en patrimonio cultural y en restauración monumental», remarca Martínez Peña que desde el principio tuvo claro que de esta oficina de proyectos «han salido proyectos de todo tipo. No nos hemos intentado especializar y yo no he querido especializarme porque el programa arquitectónico de cada uno de los de los encargos era en sí un reto desde el primer momento, y nosotros efectivamente hemos dado ese enfoque para todos los proyectos para que cada uno tenga la esencia propia del proyecto que queremos. No hay un proyecto igual a otro, no hay dos viviendas unifamiliares iguales, no hay dos edificios de viviendas iguales, aunque estemos sean programáticamente parecidas…».

El haber estado implantado en áreas rurales les ha abierto puertas de proyectos «con instituciones o ayuntamientos que nos encargan proyectos singulares como algunos en espacios naturales o zonas de montaña que sino no tienes la oportunidad de hacer», aunque también lo combine con el diseño de «un bloque de viviendas en el centro de Valladolid, pero siempre tienen una característica singular esos proyectos en los que no tienes una premisa establecida y el programa es más abierto y puedes salirte de las coordinadas establecidas». Son áreas muy diversas que le permiten trabajar en ámbitos como la educación, sanidad, patrimonio cultural o ámbito industrial, sin dejar de lado la parte inmobiliaria.

DISEÑOS SINGULARES

Pero, aunque no quita un ápice de importancia a ninguno de sus proyectos se siente cómodo al haber de proyectos singulares, aquellos en los que rompe todos los corsés y la creatividad sale a escena: «El procedimiento es el mismo, pero cada uno te lleva por un camino diferente. Es un protocolo, una toma de datos precisa a nivel de la localización, características geofísicas, morfológicas, orográficas, qué tipo de edificación y cuál es la finalidad que va a tener. En esa toma de datos nosotros no pensamos nada, son datos en frío encima del tablero y poder empezar a trabajar. Una vez que tenemos el análisis tenemos un diagnóstico sobre nuestra propuesta y entra a formar parte las prescripciones del cliente o promotor y confeccionamos el camino en el que nos movemos». 

Es el punto de partida que dará paso después a su desarrollo, aunque en muchas ocasiones se enfrenta a «una serie de condicionantes como la orientación, características del entorno, respeto al lugar y la herencia de este para reflejarlo en tu nuevo proyecto…» lo que imposibilita esa libertad de creación.

Para Alberto Martínez Peña «la fuerza está en el propio proyecto y no en quien lo hace. A mí no me preocupa que alguien vea un edificio mío y sepa que es mío. Cuando alguien vea un edificio que es bueno sepa que es bueno, sea de quien sea. Ahí es donde está la responsabilidad de un buen arquitecto. No quiero implantar la misma firma y hacer comparaciones. Hay autores reconocidos que siempre hacen el mismo modelo, hagan una bodega, un museo que una vivienda unifamiliar…». 

A su juicio «debe tener unas características propias. Aunque hay encargos que vienen por mantener una firma de autor, pero nosotros buscamos ser responsables en proyectos donde tienes más capacidad o están más logrados, y otros en los que vamos más atados desde el promotor hasta las condiciones de la normativa». 

El gran handicap para los arquitectos es «la normativa y la torpeza de esta y muchas veces el entendimiento de los promotores. Algunos dicen que hay que elegir un buen cliente porque hay un buen proyecto, es donde se determina el tema. La normativa hay que soportarla, en muchos casos las limitaciones tienen un sentido preliminar, pero a veces están mal redactadas y no piensan en la casuística, se hace a nivel general, pero perdemos la posibilidad de tener una propuesta positiva».

Desde el año 2009 que realizaron de la mano de la Agencia de desarrollo de la Junta de Castilla y León la ‘Casa Unplugged’, una nueva tipología en aquel entonces de una casa prefabricada con una visión integral de las necesidades de los habitantes como del respeto al medioambiente. 

A partir de ahí inició una senda de actuaciones singulares, muchas de ellas en montaña, como un refugio en la localidad palentina de Saldaña, para continuar tras ganar un concurso con el Centro del Urogallo en Caboalles de Arriba, cerca de la localidad leonesa de Villablino. Un espacio de Patrimonio Natural de Castilla y León que en su interior muestra los aspectos más destacados del espacio natural, la alta montaña cantábrica o la vida tradicional de los pueblos del Alto Sil. 

«Los buenos proyectos en los que realmente te implicas y tienes condiciones de trabajo es difícil de elegir uno u otro, depende de la época del encargo y de lo que haya sucedido», remarca Martínez Peña al ser cuestionado por ejemplos destacados de su obra, afianzando también el Centro de Educación Especial de Carrechiquilla en Palencia, el primer centro de esta índole que se realizó, o el Centro de Montaña para alojamiento accesible en el Valle de Pineda, en Cervera de Pisuerga, en el que están inmersos.

«Es algo que te dejan proponer y es gratificante porque el ser humano es el por, el porqué de todo ello, e investigarnos a nosotros mismos como proceder en la arquitectura y en las relaciones. No es lo mismo hacer arquitectura para hombres que para vacas», remarca. 

Pero también se halla inmerso en otro proyecto como el observatorio de Avifauna, vinculado a un albergue en plena ruta del Camino de Santiago lo que le permite «cierta capacidad de diseño». Pero también otros proyectos en las lagunas de Villafáfila, con «dos observatorios que son solo de fauna, y son edificios singulares, con piezas sencillitas, la arquitectura no tiene que ser un presupuesto elevado para hacer un proyecto bueno, sino puede ser un contenedor para aves, y tienes que pensar en cómo se comportan las aves, como se comporta el ser humano al llegar, y generar esas relaciones». 

Además de un obrador de carne de caza, algo que es «un centro de recogida, una experiencia a nivel empresarial novedosa y a nivel constructivo estamos haciendo un edificio que no existe está en una zona donde la práctica de la caza es prominente», subraya.

PROYECTOS ¿SOSTENIBLES?

Proyectos que apuestan por el turismo rural, y sostenible, ejes que alimentan su trabajo, aunque elude utilizar la palabra sostenible: «Esa apuesta por esos proyectos en zonas desfavorecidas a nosotros nos da un extra de estímulo porque nos gusta, y con el turismo sostenible, es una palabra que no me gusta, sobra. Todo debe ser sostenible, sino es sostenible no es. Se nos llena la boca, antes arquitectura bioclimática… ya Vitrubio en el siglo II hablaba de recuperación de materiales, lo más cercanos que tienes, hablaba de orientación. Y ahora hablamos de que un edificio está bien orientado, soleado y ventilado». 

Entiende Martínez Peña que para un arquitecto «orientar un edificio bien no me parece tener mérito alguno, o si está bien iluminado. Lo doy por sentado. Sostenible es que no se caiga, hacemos apología decorando nuestro propio trabajo. Parece que estamos descubriendo el eslabón perdido de la arquitectura y no estamos aportando nada nuevo». 

Ya sucedió en proyectos pasados y en algunos en los que están trabajando que deben realizar «un edificio autónomo 100%. Eso es utilizar las fuerzas de la naturaleza porque y si nos implantamos en un sitio donde no hay acometida eléctrica, saneamiento… eso es sostenible».

Otro de los proyectos estrella, y de reciente creación es el mirador de Cervera de Pisuerga junto a la iglesia de Santa María. Un atractivo más para este pueblo de Palencia con un voladizo de unos seis metros y que ha completado la recuperación y tratamiento urbanístico del entorno del templo. 

Un recorrido accesible sobre la cueva de la virgen, que permite volar sobre el paisaje y disfrutar de las vistas de la localidad, y ofrecer una nueva perspectiva de la iglesia. A su vez recuerda otras obras realizadas como el proyecto de restauración de la Sala Capitular del Monasterio de la Santa Espina, un espacio representativo del templo que en el año 2010 fue sometido a una intervención profunda para renovar su imagen. Pero desde este estudio realizan proyectos de todo tipo, diseño interior, hostelería, vivienda, oficinas, comercial, alojamiento, cultural, deportivo, educativo, sanitario, industrial, monumental, rehabilitación, o diferentes tipos de vivienda. 

Precisamente su futura oficina se encuentra en un edificio de viviendas en Valladolid donde están trabajando. Otra de sus obras ya concluida es el polideportivo de Delicias, «Lo hemos terminado con una obra complicada técnicamente y se resolvieron las incidencias y es uno de los centros referentes del deporte base y gratifica hacer arquitectura viva», remarca Martínez Peña, que avanza otro proyecto aprobado, pero aún sin ejecutar como el parque de El Plantío. «Me fijo mucho en lo que hace Miralles en Barcelona, no es un parque en 2D, es en 3D. Es un parque urbano en el que hay que tener en cuenta la meteorología, es una zona de media montaña y hay nieve, viento y para albergar el tiempo de ocio de los niños puedas jugar con eso». 

Dentro de ese espectro de proyectos trabajan también en el Mercado de Abastos en Cervera de Pisuerga, para su completa recuperación, y que cuenta con financiación europea para un proyecto de casi 2 millones . También en el pasado completó el Plan Director del Castillo de Coca, en Segovia, realizando una publicación sobre el mismo, pero también una intervención monumental en el atrio de la iglesia de San Salvador en Simancas.

Sus obras se extienden también por algunas bodegas de la Denominación de Origen Ribera de Duero, o por comercios o establecimientos de hostelería en el centro de Valladolid.

Sus diseños son cambiantes, aunque Martínez Peña y su equipo mantienen un mismo ADN en sus creaciones, con el respeto al proyecto y a las directrices del cliente como punto de partida. Ya lo advirtió Vitrubio al señalar que la arquitectura es una ciencia que se compone de otras muchas ciencias. Un símil que puede aplicarse a las obras de este estudio de arquitectura que desde Valladolid y Palencia proyecta sus diseños tanto en espacios urbanos como rurales.

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