Carmen, la vallisoletana que teje una red sonora hasta Bolivia

Una jornada de puertas abiertas de la Universidad de Valladolid le cambió la vida, y hace unos meses ella ayudó a cambiársela a las comunidades indígenas de Cochabamba, en Bolivia. Tiene 25 años y una vocación muy especial por el mundo de las telecomunicaciones, pero también por el voluntariado. Carmen Martín Gallo es una joven vallisoletana graduada en ingeniería de telecomunicaciones por la UVa que además cuenta con un máster en el mismo ámbito. Gracias a su trabajo académico, pero también social, donde ha colaborado con la Fundación Banco de Alimentos de Valladolid, la Residencia y Centro de día ORPEA y la ONG Cebú, fue seleccionada por la Junta de Castilla y León para una beca que le ha permitido visibilizar y participar en proyectos de cooperación internacional y de desarrollo.

En el año 2017 comenzó sus estudios de grado «de rebote», señala. «Me gustaban las matemáticas, las ciencias y la tecnología. Y como casi todo el mundo, en aquel momento, no sabía qué estudiar». Fue gracias a las jornadas de puertas abiertas de la Uva que terminó por decantarse por este sector. «Cuando vi la facultad, me apasionó», afirma con una amplia sonrisa. Sin embargo, no todo fue un camino de rosas. «Al final ‘teleco’ es una ingeniería y como tal requiere esfuerzo, sacrificio y constancia». Lo más difícil, comenta, es seguir ahí con entusiasmo. Y es que la pasión que transmite al hablar de las telecomunicaciones, solo es comparable a la que transmite al hablar de su otra vocación: la labor social. «Me encanta poder aportar en lo que sea, tanto en lo personal, como en lo laboral o lo técnico, en cualquier proyecto. Solamente el estar ahí ayudando a las personas y saber que puedes aportar, es muy gratificante».

Durante dos meses estuvo en Bolivia fomentando el desarrollo de una radio comunitaria para enseñar a las personas toda la parte técnica y periodística del funcionamiento de este medio de comunicación. Gracias a sendos talleres y capacitaciones, Carmen pudo enseñar a los integrantes una forma de hacer radio de manera sencilla y de bajo coste. Pero no todo fue tan sencillo como llegar y ponerse. En Bolivia, al igual que en muchas otras zonas del mundo, cuentan con algunos hándicaps a la hora de comunicarse: apenas tenían conexión a internet y dependían de un teléfono que les brindaba una ONG local.

«El simple hecho de realizar una búsqueda en la red ya era un reto» comenta la vallisoletana. «Para poder llevarlo a cabo, al principio, captaban otras radios y lo retransmitían. Luego, poco a poco, la automatización lo realizaba la comunidad», señala. Era (y es, porque siguen emitiendo) una radio de todos y para todos. No se centraban en una única especialidad, sino que iban desde programas informativos en quechua y en español, pasando por programas interactivos, musicales, de curiosidades e incluso, un chaval emitía la propia música que elaboraba como dj. «A día de hoy la radio sigue operativa y, exceptuando algún chequeo técnico, la manejan solo ellos», apunta.

De esta experiencia destaca, como parte positiva, el haber sido capaz de vivir la cultura de estas comunidades y haber ayudado a contribuir en ellas. «Poder convivir codo con codo y ser una más fue de lo más gratificante». Como aspecto negativo, según la joven técnica, está el ver los problemas que se intentan resolver y lo duro que resulta solucionarlos, pero admite que a pesar de ello, es una experiencia muy enriquecedora.

Al preguntarle si le gustaría repetir esta experiencia en algún otro país o enfocarla en otro ámbito de las telecomunicaciones, Martín reconoce que al estar especializada en telefonía móvil, le encantaría poder ayudar a potenciar muchas zonas en el mundo que a día de hoy no están bien comunicadas. «La comunicación es la base de la sociedad en muchos aspectos. Poder comunicarse es algo esencial y me gustaría poder contribuir en países que lo tienen más complicado».

Además de su labor en Bolivia, Carmen también ha pasado por países como Irlanda y, actualmente, Italia. En el primero, estuvo como ayudante de tienda mientras cursaba el último año de la Educación Secundaria Obligatoria. Tras ello, y una vez comenzado el grado en la UVa, trabajó como azafata de eventos en conferencias y comuniones.

Posteriormente, durante el año 2019 también trabajó como comercial en un simulador de Fórmula 1.

En el año 2021 trabajó como social seller para la empresa vallisoletana pontechicmonica.es, donde interactuaba con los clientes a través de Instagram para conseguir ventas, mostrar los productos y ayudar y anotar los registros de los pedidos que se realizaban.

Para 2022, recibió una beca como analista de arquitecturas digitales en Minsait, la empresa matriz de Indra, una multinacional de consultoría sobre transporte, defensa, energía, telecomunicaciones, servicios financieros, así como servicios al sector público. En ella, realizó servicios de mantenimiento correctivo, evolutivo, adaptativo y preventivo sobre los sistemas y aplicaciones informáticas que dan soporte al Servicio de Enseñanzas Universitarias de la Dirección General de Universidades de la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León.

En la actualidad, se encuentra trabajando en Roma como especialista en prototipos para la empresa de telecomunicaciones Wind Tre, que ofrece servicios de telefonía móvil y fija, precisamente su especialización.

El haber sido capaz de viajar por diversas partes del mundo y desarrollar su profesión y su vocación social hace que recomiende a todo el mundo seguir este camino: «Animo a la gente que tenga una vocación a que luche por ello, porque las becas que ofrece la Junta les puede abrir muchas posibilidades, además de las ayudas económicas que dan las universidades. Cualquier perfil puede ayudar solo con estar ahí».