Diario de Valladolid

‘Detente bala’, el escapulario que salvó a militares en Afganistán

Un oficial de Valladolid recuerda el ‘Milagro’ por llevar la estampa del Sagrado Corazón: salieron ilesos de la explosión de una mina

El Capitán Humada con el 'Detente Bala' que le salvó la vida

El Capitán Humada con el 'Detente Bala' que le salvó la vidaE. M.

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Valladolid

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Era el año 1903 cuando el joven médico francés Alexis Carrel fue consultado por varios pacientes sobre las posibilidades que tenían de sobrevivir a la enfermedad que padecían. Escéptico y agnóstico -y también con retranca- el galeno de Lyon especializado en cirugía vascular, respondía en plan gracioso: «Si quiere curarse, vaya a Lourdes».

Algo de remordimiento le debió crear en su interior ser tan frívolo con los milagros que se estaban produciendo en el santuario de los pirineos franceses, porque en julio de 1903 cuando tenía 30 años, quiso comprobar con sus propios ojos lo que ocurría en el centro de peregrinación mariana por excelencia de Francia y de Europa.

Se subió a un tren con 300 enfermos y pudo auscultar a una joven, llamada Marie Bailly, de vientre hinchado y piel pálida. Estaba desahuciada por un cuadro muy avanzado de peritonitis tuberculosa. Marie se sumergió en la piscina de los enfermos y un día después se despojó, poco a poco, de la enfermedad.

Este relato lo narró el propio Carrel en el libro ‘Viaje a Lourdes’, una experiencia que supuso su conversión al catolicismo y también el repudio de buena parte de sus colegas galos. Alexis no solo salió airoso, puesto que adquirió una reputación internacional (desde América de Norte, su nueva residencia), sino que culminó su carrera con el Premio Nobel de Medicina en 1912.

Episodios como éste, basados en la fe católica y otros tantos documentados a lo largo de la historia, entroncan con la anécdota que se ha hecho viral estos días con la película ‘Corazón Ardiente’ dirigida por Andrés Garrigó y que tiene entre sus protagonistas a un joven oficial (antes teniente, ahora capitán) que estuvo destinado en la IV Subinspección General del Ejército (Suigenor) con sede en el Palacio Real de Valladolid. y partió a una misión en Afganistán.

Aunque el audiovisual es de 2020 y los hechos son de diez años antes, la ‘segunda vida’ que le ha dado su reproducción masiva en X (antes Twitter) en julio de este año, ha provocado que numeroso público se interese por este ‘milagro’ que se produjo en Afganistán en julio de 2010 y que –para avanzarlo de forma rápida– supuso la salvación inexplicable de todos los militares españoles que viajaban en un vehículo en una ruta en la provincia de Bagdhis. Todo por un escapulario.

Lo cuenta el propio oficial Humada en el capítulo dedicado a su caso, dentro de los relatos que recoge la película ‘Corazón Ardiente’.

El militar narra en el Palacio Real de Valladolid al director Garrigó, cómo en el año 2010, el Regimiento Príncipe de Infantería, del que formaba parte, recibió el encargo de formar una Unidad de Protección y Seguridad dentro de la base española de Qala-e-Naw, capital de la provincia de Bagdhis, territorio tan inestable como que en julio de 2021 fue intervenido por los talibanes.

Un día les comunicaron que deberían de realizar en la jornada siguiente una patrulla de rutina por una carretera de la zona. Nada especial, pero tampoco un paseo playero.

«La noche anterior», recuerda Humada en la película, «el jefe de unidad nos entregó a cada uno de la compañía un ‘Detente Bala’ y con el realizamos la ruta», explica.

La carretera era la utilizada por el Ejército español y el afgano. También por vehículos civiles. Así, llegaron a una zona más angosta, con curvas, más montañosa.. el lugar donde esperaba la mina.

Proyectados a 10 metros

«Observamos un estruendo terrible... una columna de humo y polvo, una sensación horrible. La parte trasera del vehículo quedó destrozada, y sin embargo, la delantera en la que viajaba la tripulación resultó intacta», resumió Humada.

El ahora capitán narra al director de la película su conclusión de por qué regatearon a la muerte. «El jefe del vehículo llevaba el ‘Detente Bala’ en el casco; el conductor, en el bolsillo; el tirador en el casco y otro cabo de la tripulación, en el bolsillo. No se podía entender de otra manera, más que había sido un milagro. Por solo una décima de segundo pudimos salvar la vida», sentencia el militar enseñando la estampita del Sagrado Corazón que portaba durante el trágico suceso y que aún conserva como escudo protector.

Aunque sea algo desconocido para el gran público, el Detente es muy demandado entre los fieles y más aún entre los profesionales de la milicia. Lo sabe bien el rector del Santuario de la Gran Promesa de Valladolid, Jesús Fernández Lubiano. «Los tenemos en cestillos en la Basílica y la gente los coge. Y es frecuente que capellanes castrenses vengan a recogerlos cuando parten a misiones internacionales, que entrañan más peligro», explica Lubiano. Algunos de los que entregan ya están bendecidos. «Los pater suelen celebrar un rito de entrega a los soldados que quieran uno, porque es algo voluntario, pero sí es verdad que es una tradición extendida en las misiones en el exterior, ya que hay constancia de que en una ocasión el escapulario detuvo un proyectil que iba a atravesar la piel de un combatiente», recordó el rector.

La vallisoletana Josefa Romo añade que el Detente, «de comprobada eficacia», lo aconsejó el mismo Jesucristo a Santa Margarita María de Alacoque (Paray-le-Monal, Francia) y es prenda de protección para los combatientes, y «salvaguarda» ante la peste. De hecho, las monjas francesas de la Visitación lo difundieron por toda la ciudad durante la peste de Marsella de 1720, y, al poco, cesó la plaga.

Inmaculada, la joven que ha reproducido en X el episodio de los militares en Afganistán explica que el ‘detente’ es un escapulario, chapa o trozo de tela con la leyenda «Detente, bala» que llevaban junto al corazón algunos soldados carlistas de las distintas guerras civiles españolas. Dicha leyenda solía estar acompañada por una representación del Sagrado Corazón de Jesús.

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