Diario de Valladolid

NUEVA ORDENACIÓN

Diego, el cura contable del hospital Clínico de Valladolid

El nuevo sacerdote trabaja en el Servicio de Atención Espiritual y Religioso del Clínico: "La gente te lo agradece mucho. He realizado varias unciones y los familiares se muestran contentos, dentro de lo que cabe. Te sientes útil por haber ayudado a esas personas"

Diego Lorenzo Esteban (O.P.), recién nombrado sacerdote de Valladolid.

Diego Lorenzo Esteban (O.P.), recién nombrado sacerdote de Valladolid, en la capilla del Hospital Clínico Universitario.PATRICIA ZALAMA

Publicado por
Andrea Villares
Valladolid

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Familia de catequistas, con padres zamoranos y natural de Madrid. No es muy fan de que le tomen fotografías, pero sí de las charlas amenas y distendidas. Diego Lorenzo Esteban, dominico de la Orden de Predicadores, fue ordenado sacerdote de Valladolid el pasado 16 de junio por el presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Valladolid, Luis Argüello. A sus 46 años, supone un soplo de aire fresco en las paredes del Hospital Clínico Universitario, donde ofrece un servicio de atención espiritual a los pacientes que lo necesitan. En una charla con este diario, Lorenzo comenta como recientemente, una enfermera del quirófano se sorprendió de su juventud. "La mayoría de curas que vemos pasar por aquí son más mayores, me dijo", señaló entre risas

Realizó el prenoviciado en San Pablo, en el año 2013, el noviciado en Sevilla en 2014 y estudió filosofía dos años en los Agustinos y otro año más en Roma. En esta última también dedicó cuatro años a sus estudios de teología. En el año 2021 hizo la profesión solemne con la Orden de los Predicadores, que implica un compromiso recíproco entre el religioso y la orden y, se instituyó lector (aquel que lee la palabra de Dios en la asamblea litúrgica, instruyendo a los fieles) y acólito (ayuda al sacerdote y al diácono en el altar) un año después.

En noviembre de 2023 fue contratado por el Hospital Clínico Universitario de Valladolid para el Servicio de Atención Espiritual y Religioso (SAER), donde, desde entonces, realiza su labor pastoral; previamente como diacono y, actualmente, como sacerdote tras su ordenación en la Catedral de Valladolid junto con José Luis de la Cuesta de los Mozos.

Para gestionar su día a día en el hospital, Diego comentó que elaboran una planilla para las visitas a los pacientes. Algunos simplemente le piden visitas o confesiones para sentirse acompañados, otros le piden la comunión y, también, unciones para aquellas personas que se encuentran en un estado más crítico. 

"Una noche me llamaron de madrugada para que hiciera un responso de una persona que había fallecido y me reuní con su familia para hacer una oración por ella", señaló. En sus casi siete meses en el Clínico, comenta que no suelen recibir llamadas para estos asuntos por las noches. "Las enfermeras te avisan a las 23.00 o por la mañana sobre las 08.00". Diego realiza guardias de dos días enteros los lunes y los martes. Los miércoles, acude el capellán.  

Al preguntarle por su labor en la Orden de los Predicadores, el sacerdote señaló que realizó el postulantado en Ávila, para el estuvo nueve meses, también pasó por Cáceres, donde se ocupó de una parroquia atendiendo comuniones de infantes y, posteriormente, llegó a Valladolid. En el Colegio de los Dominicos de Valladolid ha estado dando catequesis y, también ha asistido en la parroquia de La Flecha. En julio del año pasado también ayudó en el Hospital Universitario Río Hortega para suplir las vacaciones del capellán y, en octubre llegó como voluntario al Clínico. Fue en noviembre cuando el Obispado le contrató para trabajar en el SAER. 

"Ahora he pedido irme como misionero a Oriente y seguramente me dejen ir a Timor Oriental (un país del Sudeste Asiático que ocupa la mitad de la isla de Timor). Allí puedo dar clases en la universidad y también tenemos un colegio y dos parroquias. Voy a trabajar o en el colegio, dando clase, o en las parroquias", añade.  

Su vocación nació desde bien pequeño, cuando asistía junto a sus padres a las misas de una parroquia de dominicos en Madrid. Sus hermanos fueron todos catequistas y, él con 10 años, ayudaba en todo momento con los quehaceres de la sacristía. "Un día acudió un fraile muy mayor que era misionero en China y me llamó la atención que, al recibir una llamada telefónica, se pusiera a hablar en chino. Entonces, como yo era muy pequeño pensaba: quiero ser como él, estar en China y poder hablar en chino".

Al entrar en la edad adulta estudió empresariales para trabajar de contable. Siempre tuvo pensado hacerse fraile, pero en aquel momento tenía otras prioridades vinculadas a su trabajo, su vivienda y sus amistades. En un momento, que no lograba quitarse de la cabeza la idea, pidió a los dominicos de Conde de Peñalver (Madrid) que le dejasen hacer una experiencia como postulante en Ávila.

Su primera eucaristía, la del sábado 22 de junio, la afrontó con nervios, pero feliz. El lunes y el martes anterior tuvo la oportunidad de 'practicar' la misa junto a los pacientes del Clínico. Han pasado 11 años desde que entró en la Orden hasta que ha sido nombrado sacerdote, pero apenas hay rasgos de cansancio en su expresión. Diego Lorenzo muestra una amplia sonrisa cuando habla de la independencia con la que cuenta para hacer todo lo que antes no podía al no ser sacerdote. Antes de ser ordenado, no realizaba las mismas labores en el hospital que actualmente hace. 

"La gente te lo agradece mucho. Esta mañana he dado dos unciones y las familias estaban contentas al explicarles el sacramento y consolarles. Te sientes útil por haber ayudado a esas personas."

Su ordenación presbiteral la vivió con cierto nerviosismo "porque no quería cometer ningún fallo". "Cuando vi a tantos sacerdotes me puse muy nervioso. Vinieron de las comunidades de José Luis, de mi orden, frailes de Ávila, de Madrid... Nos juntamos casi 150 sacerdotes. También acudieron tres obispos, por lo que te sientes un poco impresionado". Para que la ceremonia saliese correctamente, realizaron un ensayo en la Catedral para saber dónde tenían que situarse y qué tenían que hacer. 

Un sacerdote actual que comulga con la idea del Papa Francisco sobre reducir la duración de las homilías: "De momento prefiero llevarlas escritas, porque si no te pones a hablar de una cosa u otra y no acabas nunca. Suelo hacerlas de 1 o 2 minutos explicando el Evangelio, porque también pienso que tienen que ser cortas". 

Respecto a la labor del Cáritas Diocesana y los datos del año 2023 que presentó el arzobispo Luis Argüello, Lorenzo apunta lo siguiente: "Yo trabajé en Cáritas en Cáceres. A raíz de la pandemia, acudió bastante gente por el cierre de empresas y la pérdida de empleos. Incluso personas que trabajaban en la organización se vieron en la situación de tener que pedir ayuda porque no tenían ingresos. Ahora ha terminado el COVID, pero empiezan las dos guerras que hay. Esperemos que la situación vaya a mejor, pero el mundo está pasando unos momentos complicados".

De cara al futuro más próximo, el madrileño se ve yendo de misionero a Oriente. "Quiero ir, sobre todo a Timor, porque es el más pobre de Asia. Me gustaría estar un par de años fuera de España, aunque aquí también hacen falta sacerdotes. También me gustaría acudir a Japón, Filipinas o Birmania".

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