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Hundimiento de la cúpula de la Vera Cruz

La parábola de Argüello sobre el derrumbe de la Vera Cruz

​​El arzobispo de Valladolid, que pide “mayor” colaboración entre todas las cofradías, alerta de los riesgos en la "falta de cuidado de los cimientos" con un posible "colapso" de la "vida de creyentes"

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Valladolid

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El hundimiento de la cúpula de la iglesia de la Vera Cruz pudo haber sido una tragedia humana, pero ese derrumbe únicamente dejó daños materiales y un susto en el cuerpo de los vallisoletanos. Para la cofradía asentada en el tempo fue un "milagro" de la Virgen y, ahora, el arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, suscribe esas palabras en forma de parábola al ver en lo sucedido el pasado 25 de junio cómo Nuestra Señora de los Dolores de la Vera Cruz protegió con su "manto" a todos aquellos "que podrían verse afectados por este derrumbe". 

Unas palabras que llegan bajo la publicación de la carta pastoral del 16 al 31 de julio de 2024, bajo el título de 'La parábola de la Cúpula', y solo dos días después de la celebración de celebrar de una Santa Misa de acción de gracias al no haber tenido que lamentar daños personales. "Todo acontecimiento, por doloroso que sea, puede ser leído también de manera providencial", expresa Argüello en su escrito, donde también agradece que las imágenes en el interior de la Vera Cruz "tampoco han sufrido ningún daño grave, salvo la inevitable suciedad que el polvo provocó en estas imágenes".

"El colapso de la cúpula puede ser como una parábola que misteriosamente se ha escrito para nosotros", expresaba, de forma que traza una enseñanza a partir del deterioro progresivo de los materiales que sostenían la estructura por el paso del tiempo, las humedades y las lluvias, porque, según apunta el arzobispo de Valladolid, “también esto ocurre en el templo de piedras vivas que somos los creyentes”.

 "La mirada providencial nos hace caer en la cuenta de que, si abandonamos el cuidado de los cimientos de nuestra fe, la oración, la escucha de la Palabra, la vida fraterna, la celebración de los sacramentos, la atención a los pobres…, nuestra vida cristiana va progresivamente deteriorándose". Pero si la apariencia se puede mantener, Argüello explica que "en cuanto viene un viento contrario o cuando aparecen nuevas circunstancias en nuestra vida, la falta de cuidado de los cimientos hace que nuestra propia vida de creyentes, de comunidad cristiana colapse también, se venga abajo de manera, podríamos decir, imprevisible, pero que ha venido gestándose a lo largo del tiempo".

Entonces, 'La parábola de la Cúpula' se construye bajo la llamada de la Virgen de la Veracruz, a la que su protección "con su manto para que nadie ni nada haya sufrido las consecuencias del colapso de la cúpula". Por eso, Argüello invita dar un paso adelante en "la propia vida de fe, de cofrades y devotos de la Semana Santa vallisoletana".

Por otra parte, Argüello explica que esta parábola también convoca a los creyentes "a poner los medios para restaurar y cuidar el mantenimiento del templo" y cultivar la "devoción" ahora en la iglesia de San Miguel, donde reposa desde el domingo la Dolorosa de la Vera Cruz. Además, apunta a "una colaboración mayor entre todas las cofradías", "cuidado de los fundamentos de nuestra vida cofrade, así como a "estar vigilantes para salir al paso de todo aquello que pueda deteriorar nuestra vida de "fe"

"Si hacemos esta mirada creyente y leemos con ojos providentes el acontecimiento del colapso, la acción de gracias celebrada el domingo tiene todo su fundamento y el corazón agradecido se pondrá ahora en marcha procesional para realizar una acción desde la llamada que recibimos al leer y pasar por el corazón la parábola de la cúpula de la Vera Cruz", concluye.