BARRIO A BARRIO
La calle del poeta que 'venció' en Valladolid a Bécquer y Azorín
Como si los hubiera derrotado, la vía es mucho más larga que otras a nombre de sus colegas. Su origen fue un lavadero entre Vadillos y Pilarica
La calle Gabriel y Galán es el pulmón de la zona entre Vadillos y Pilarica en la que el poeta ‘convive’ con otros escritores. El incesante ir y venir de coches, motos, autobuses y peatones contrasta con la tranquilidad que se respira cuando el callejero nos traslada a las pequeñas calles Gustavo Adolfo Bécquer, José Ruiz Azorín, Juan Ramón Jiménez, Armando Palacio Valdés y Rosalía de Castro. Podría decirse que Gabriel y Galán ‘venció’ a otros grandes protagonistas de la literatura. Sea como fuera, es un entorno que constituye el merecido homenaje de Valladolid a escritores que dejaron un extraordinario legado. Algo similar ocurre al otro lado de la ciudad, donde calles de Covaresa llevan el nombre de otros autores ilustres como Miguel Delibes, Miguel de Unamuno, Federico García Lorca, Pío Baroja, Camilo José Cela, José Ortega Gasset, Ramón Pérez de Ayala y Wenceslao Fernández Flórez, entre otros. La cultura, muy presente en Valladolid.
¿Vadillos o Pilarica? ¿A qué barrio pertenece la calle Gabriel y Galán? Es la misma pregunta que se hacen en alguna otra zona de Valladolid. Está a un paso de los dos barrios. En un minuto comunica con la Plaza de los Vadillos y en cuestión de segundos con la Pilarica. Más cercanía, imposible. El Paseo del Cauce marca la división. Los vecinos no se plantean esta interrogante. Viven en Gabriel y Galán y están contentos porque la comunicación con los dos barrios es inmediata y los autobuses cumplen con exquisita puntualidad las frecuencias establecidas. No es necesaria una larga espera para subir a cualquiera de ellos y en la dirección que sea para trasladarse al centro.
El tráfico de vehículos y peatones da buena muestra de la intensa actividad de la calle del poeta. José María Gabriel y Galán, que también ejerció de maestro, murió muy joven, con 34 años, pero dejó un legado extenso. Gabriel y Galán nació en Castilla y León, concretamente en la provincia de Salamanca (Frades de la Sierra), y falleció en Extremadura (Guijo de Granadilla).
En sus orígenes, la calle Gabriel y Galán estuvo repleta de huertas y contó también con alguna vaquería. Y lavaderos. Así lo apunta una mujer que conoce bien algunas de las actividades que realizaron los antepasados. Por allí discurre la Esgueva y mucho antes de que los primeros electrodomésticos llegasen a los hogares, una tarea diaria que tenía ocupadas a las mujeres y que no podía esperar consistía en coger el cesto con la ropa para lavarla en plena calle. Fueron los años difíciles. Ninguno de los tramos de la zona estaba asfaltado. El suelo era la tierra pura y dura que se encharcaba cada vez que descargaban las nubes. Calle en estado puro perteneciente a un barrio que también necesitó mucho tiempo para ver la llegada de la modernidad.
Uno de los pasatiempos en el tiempo libre era ver pasar los trenes. No se habían construido entonces los bloques de viviendas con varias alturas y abundaban las casas molineras. Del mismo modo, tampoco se había levantado la tapia y el acceso al otro lado del barrio era a través de las vías del tren con el especial cuidado que exigía el paso de cualquier convoy. Obviamente, las vías no estaban muy lejos y se veían pasar los trenes -en la actualidad también se les divisa desde la Plaza Rafael Cano- y el chacachá se escuchaba cuando salían o entraban en la ciudad. La tapia que se levantó años después impide el acceso a las vías pero la altura no es excesiva y se ve perfectamente la parte superior de los trenes.
Los propietarios de un bar, una carnicería y una tienda de fotografía ostentan el grado de veteranos. Llevan varias décadas en la calle y cuentan con una clientela fija. Cuando son tantos años, los clientes en también amigos. Miguel Ángel del Canto Cabero atiende amable en el bar Boston. Lo hace desde el 12 de octubre de 1980 y es que hay fechas que no se pueden olvidar. Ese día abrió las puertas del que hasta entonces había sido el bar El Puente, instalado en la calle desde 1973. Primero fue su padre quien estuvo al frente del negocio y desde 1980 él es fiel testigo del día a día.
Al otro lado de la acera se encuentran los otros dos establecimientos que resisten el paso de los años. La carnicería San Román supera las seis décadas. El padre levantó el negocio y ahora es el hijo quien despacha los productos. Opta por el anonimato y prefiere que su nombre esté solo en boca de los clientes, que comparten con él la larguísima andadura en la calle. Foto Annai (antes Foto Alba) atiende los numerosos encargos que recibe. Ana Rodríguez atiende las solicitudes que recibe desde 2003, pero el negocio es muy veterano y así queda reflejado en el escaparate (desde 1984).
Por delante de ellos se encuentra en el ranking el bar Portillano, que abrió en 1938. El negocio pasó por varias generaciones. Comenzó el abuelo, siguió el hijo y finalmente lo cogió el nieto. El establecimiento continúa abierto pero con cambio de dirección.
Uno de los vecinos de la calle Gabriel y Galán ha residido allí en varias etapas de su vida. Es Florentino del Castillo, un religioso que estuvo 30 años en África, prácticamente desde que concluyó su formación en el Seminario. Su familia procede de un pueblo de la provincia de Zamora, Villar de Fallaves. Él podría haber extendido su labor de misionero, pero regresó antes a España para encargarse de los cuidados de sus padres.
En la zona donde se encuentra su casa se levantó el cine Matallana. Su ciclo se acercó a los 20 años -desde 1969 hasta 1986- y en ese periodo se convirtió en el principal pasatiempo de los vecinos. Valladolid llegó a contar con numerosos cines, repartidos por la zona céntrica y por diferentes barrios. y en este caso llegó a Gabriel y Galán. Estuvo situado donde ahora se encuentran el bar Boston y un establecimiento de la cadena Dia. La mayor inquietud de los vecinos era conocer el nombre de la siguiente película que iba a proyectarse. Al igual que en la mayoría de estos cines de barrio se proyectaban dos películas en sesión continúa. Las tardes de los sábados y los domingos eran mucho más llevaderas. Los amantes del séptimo arte siempre han sido numerosos y en el caso de quienes vivían en Gabriel y Galán contaron con la inmensa fortuna de tenerlo al lado de casa.
En esta calle de 207 metros de longitud que incluye el CEIP Gabriel y Galán también se instaló tiempo atrás la empresa que gestionaba gaseosas La Española y cuyos propietarios adquirieron viviendas y locales para tener el negocio más cerca de casa.