SANIDAD
Fentanilo: la otra cara de la 'droga zombi' en Valladolid
Este opioide sintético, una sustancia altamente adictiva que asola Estados Unidos, tiene otra faceta como medicamento de uso controlado
Decenas y hasta cientos de personas en posturas poco naturales, algunas tiradas en el suelo, eran hace no tantos meses imágenes recurrentes para ilustrar los estragos que especialmente en Estados Unidos provoca la conocida como ‘droga zombi’, uno de los muchos nombres que recibe el fentanilo y cuya popularización como estupefaciente hizo saltar todas las alarmas. Sin embargo, este compuesto sintético tiene otro rostro, quizá más desconocido, puesto que desde hace décadas se emplea en la medicina convencional como anestésico y para tratar el dolor crónico. Más que destrozar vidas, ayuda a que muchos pacientes puedan continuar con la suya con la mayor normalidad posible.
Precisamente, este es el único fin del fentanilo que se consume en Castilla y León, puesto que desde la Policía Nacional confirman que hasta la fecha no se han realizado incautaciones de esta sustancia.
El uso médico del fentanilo lo conoce bien la doctora María Páez, anestesista de la Unidad del Dolor en el hospital de Palencia, quien explica que este medicamente es un opioide sintético, es decir, que se fabrica en un laboratorio frente a otros fármacos de la misma familia, como la morfina, y que procede de la amapola. De esta forma se consigue un compuesto que es «cien veces más potente que la morfina y cincuenta más que la heroína», lo que permite lograr los mismos efectos con dosis mucho más pequeñas.
Como señala Páez, todos los opioides actúan sobre el mismo receptor y, por lo tanto, tienen los mismos efectos. Esto hace que al igual que la morfina, el fentanilo se utilice en medicina para tratar el dolor moderado-severo. «Clásicamente siempre se ha utilizado a nivel anestésico para tratar el dolor intraoperatorio y postoperatorio. También se ha utilizado en las unidades de críticos, en medicina intensiva, para sedar a los pacientes. Desde hace unos años empezó a utilizarse fuera de este contexto en dolor crónico de intensidad severa, al principio oncológico y después en no oncológico», relata Páez.
Esta doctora también precisa que, cuando se trata de fentanilo, «existen muchas fórmulas de administración». «En el área intraoperatoria y en la sedación de los pacientes críticos es intravenoso y en pacientes que toman fentanilo por dolor crónico lo más habitual es que se administre a través de la piel con unos parches transdérmicos. También se puede administrar intranasal o con comprimidos sublinguales», relata.
Por lo tanto, si su uso sanitario está tan democratizado, ¿cómo ha llegado a convertirse en una de las drogas más temibles de la actualidad?
Páez también tiene la respuesta a esta cuestión, aunque en este caso hace un repaso por la historia para entender como un fármaco puede llegar a ser una amenaza para la salud pública. El origen del fentanilo no es reciente, sino que se remonta a mediados del siglo pasado. «El fentanilo se diseñó en 1960 por un químico belga que se llamaba Paul Janssen», relata la doctora, quien añade que «desde 1968 tiene autorización en Estados Unidos para su uso intrahospitalario, y después en todo el mundo». Apostilla, también en relación con lo anterior, que «es el fármaco de elección en todas las cirugías de prácticamente todo el mundo. En los años 70 y 80 supuso una revolución en la cirugía cardiaca, torácica, etcétera...», agrega.
Fue varios años después, según cuenta la doctora Páez, cuando en el sistema sanitario de Estados Unidos se puso en marcha «una política de favorecer el uso de opioides por patologías crónicas, incluso en pacientes postoperados de cirugías banales que se iban a su casa con pastillas de oxicodona». Se trata de un opioide también reconocido en la cultura popular por ser, entre otras cosas, el medicamento al que es adicto el doctor House, protagonista de la serie del mismo nombre.
Por lo tanto, el público objetivo del fentanilo como droga de consumo ya se había creado, decenas de miles de personas adictas a los opiáceos que buscaban una alternativa más barata que la oxicodona. Fue entonces cuando se produjo el ‘boom’ del medicamente diseñado por Janssen décadas atrás. «Cuando ya no tenían acceso a la oxicodona buscaban algo más barato, que iba a ser la heroína y después el fentanilo, porque el fentanilo es un fármaco muy fácil de sintetizar y barato», relata María Páez. «Inundó el mercado negro. La gente que se había hecho adicta en las consultas pasó a consumir fentanilo de forma ilegal».
Sin embargo, y como ocurre con cualquier droga, la demanda por sí sola no sirve de nada, sino que tiene que existir una oferta, y ahí viene la segunda parte de la historia. «La farmacéutica Janssen pasó la producción de Europa a China. En 2019 China decide que por los riesgos de adicción de este fármaco prohibía su síntesis. Entonces México entiende que puede pasar de ser el transportista de lo que sintetiza Colombia, la cocaína, a ser el productor del opioide más potentes del mercado, y se hace con la producción de fentanilo», cuenta Páez.
Y a partir de ese momento, la fórmula se completó. Decenas de miles, puede que más, de adictos estadounidenses que empezaban a recibir fentanilo del mercado negro desde el otro lado de la frontera. «Como tiene un poder adictivo grandísimo, los pacientes enseguida se enganchan al fármaco y ya toda su vida gira en querer conseguir más dosis», cuenta la anestesista del hospital de Palencia.
¿Y cuáles son esos efectos del fentanilo tan atractivos para los adictos? «Se enganchan porque produce un placer exagerado. Cuentan que sienten una desconexión y una sensación tan placentera que luego toda su vida va a ir hacia conseguir el fármaco», asegura Páez.
Queda patente, por tanto, que aunque es difícil identificar un único factor como desencadenante del consumo ilegal de fentanilo, hay elementos que, de no haber existido, no se habría dado el contexto actual. «Por una parte fueron los propios médicos los que generaron adictos y luego la producción en México cuando se lo pasó China», resume la doctora.
Aclara que también entran en juego las causas económicas. «Esto estuvo muy influido también por la crisis económica de 2008, porque en Estados Unidos la gente tiene que pagar por la medicina y si quieren un opioide y no tienen dinero, buscaban los opioides en el mercado ilegal».
Después de este amplio repaso, la pregunta que surge es más que evidente. ¿Cómo se protege a los pacientes a los que se les prescribe fentanilo de que desarrollen una adicción? Lo cierto es que no hay una fórmula mágica, sino que todo trata de prestar mucha atención.
El riesgo de adicción se reduce exponencialmente cuando el fentanilo se emplea en el área quirúrgica, ya que «el uso es muy corto en el tiempo». Asimismo, las características del individuo también influyen. «No todo el mundo tiene el mismo riesgo de generar adicción al fármaco. Hay un perfil de pacientes de riesgo donde nosotros somos mucho más estrictos a la hora de prescribir el fármaco o a la hora de hacer controles en el mismo. En las Unidades de Dolor, a pacientes con trastornos psiquiátricos, pacientes con abuso de otras sustancias, jóvenes, pacientes sin trabajo, que son pacientes que ya se ha demostrado que se hacen adictos con más facilidad», concluye Páez.
Solo dos casos conocidos de mal uso de fentanilo en Valladolid y Soria
El uso ilegal del fentanilo se mantiene todavía lejos de Castilla y León, pero eso no ha evitado que se hayan producido algunos episodios en los que esta sustancia estaba implicada. Son solo dos, uno en Valladolid y otro en Soria, que aunque hicieron saltar las alarmas quedaron en algo puntual.
En el primer caso, una mujer fue hallada muerta en un parque del barrio de Pajarillos. La víctima tenía prescrito un tratamiento con parches de fentanilo, de los que hacía un uso inadecuado a decir de su acompañante. Además, combinaba el opioide con otras sustancias, lo que se investigó como causa más probable del fallecimiento.
Que el nombre de Soria apareciera en un caso de fentanilo fue algo circunstancial, puesto que una mujer de origen paraguayo detenida en Logroño por falsificar recetas y conseguir pastillas de este medicamento visitó a hasta tres médicos en la provincia soriana para hacerse con el mayor número de píldoras posible.
Gracias a este modus operandi, la detenido logró hacerse con más de 10.000 pastillas de fentanilo farmacias situadas en ciudades cercanas a la capital riojana. No obstante, la operación se centró en esta ciudad en la que residía.