San Pedro, el fútbol y los toros

Anda Valladolid -quiero decir, sus gentes- azacaneado con el Puente. No, ciertamente, con su exalcalde, que habrá división de opiniones al respecto, sino con los días no lectivos que provocan las fiestas tradicionales en honor de su Santo Patrón, San Pedro Regalado. Llegado mayo, la gente de aquí ya tiene trazada la comba que engloba (por delante o por detrás) la fecha del 13 con el fin de semana que se asienta en sus proximidades y construye una cercha longa sobre la hoja del calendario. Contra lo que pudieran pensar los supersticiosos, lo ideal es que ese 13 caiga en martes; así la luz de la cercha será más larga y, por ende, también lo será el puenteado que abarca ‘findes’ con domingos y fiestas de guardar o festividades locales de patronazgo ancestral. El ocio, pues, emigra desde las márgenes del Pisuerga a tierras de variada lejanía. El caso es escabullirse de la cotidianeidad, buscar nuevos vientos que oreen cuerpos y almas. Y, sin embargo, ¿es preeminencia absoluta participar en esa diáspora de urgencia que llamamos Puente? ¿Acaso Valladolid no está bien servido de ocios, siendo, como es, una de las ciudades más cosmopolitas de nuestro país? Veamos:

Asumiendo que la fecha de San Pedro Regalado tiene primordiales connotaciones litúrgicas de exuberante solemnidad, no hay que olvidar que el piadoso franciscano entró en el catálogo de la milagrería con un toro -supuestamente- bravo de por medio, y que este fin de semana se proyectan en el coso del paseo de Zorrilla dos atractivos festejos taurinos: una novillada el sábado y una corrida de toros el domingo. Los novilleros son dos zagalones de la tierra, Mario Navas y Daniel Medina, dos nombres de pila de sendos personajes de Delibes (Mario, el destinatario de un soliloquio de cinco horas en su velatorio, y Daniel, el ‘Mochuelo’, memorable protagonista de El Camino); también sus apellidos (Navas y Medina) recuerdan a dos pueblos de Valladolid. A mayores, la ganadería es también de la tierra: Toros de Brazuelas, cuyo propietario, Jesús Pérez Carbonero, es nuevo en el mercado taurino. Brazuelas es un enclave que está entre medias de los términos municipales de Alcazarén y Matapozuelos, en las riberas que tangentea el río Eresma, lugar adonde, cuando chico, quise ir más de una vez, pero jamás lo hice. Cuando se arrastre el último novillo y se sopesen glorias o desencantos, también se conocerá el resultado del partido que el equipo de casa habrá disputado con el Espanyol, rival directo de la Liga Hypermotion (qué nombre más raro), el cual mostrará también las posibilidades de ascenso del Real Valladolid.

El cartel de la corrida del domingo es de alto fuste: Morante, De Justo y Roca Rey, con toros de Garcigrande. Tela marinera. Tiene todas las papeletas para ser una gran tarde de toros. Los taurinos del Puente se lo van a perder. La pena es que el horario de la novillada coincide con el partido de Zorrilla. Lo mismo ocurrió el año pasado con la corrida de toros y el partido: en el mismo sitio y a la misma hora, que diría Chiquetete. No puede ser más inoportuna la coincidencia. Al paso que vamos, y en fechas tan emblemáticas, que el fútbol y los toros ocupen los mismos horarios es, sencillamente, una barbaridad. Conste que la empresa taurina Tauroemoción apenas tiene capacidad de maniobra.

Antes -no hace tanto- el fútbol se trasladaba a la mañana y se dejaba la tarde libre para los toros; pero ahora con la Liga esa o la otra o la Federación o quien sea, no hay quien entienda este despropósito. Solo nos queda implorar a la jerarquía celestial que acoja la intermediación santificada de Pedro Regalado. A los aficionados al toro y el toreo nos vendría al pelo. El Santo Patrono es más taurino que futbolero.