La calle de Valladolid sin casas surgida de las cenizas
Forma parte del barrio Arturo Eyries y llama la atención porque no cuenta con ninguna vivienda. El Museo de la Ciencia luce todo su esplendor con una arquitectura majestuosa que conserva la fachada de la fábrica de harinas El Palero que se incendió en 1975
La calle Puerto Rico presenta una llamativa singularidad y es que no tiene ninguna vivienda. Resulta curioso también que no cuenta ni con tiendas ni con comercios. Lo que sí tiene es el privilegio de albergar una de las joyas de Valladolid, el Museo de la Ciencia, al que también se accede desde la Avenida de Salamanca. El majestuoso complejo arquitectónico conserva la fachada de la fábrica de harinas El Palero. Se encuentra al final de la calle si el paseo comienza desde la Avenida Medina del Campo. Quienes acuden a visitar las exposiciones del Museo preguntan por la harinera, santo y seña del barrio Arturo Eyries durante varias décadas. La fábrica fue casi devorada por el fuego en 1975. Lo poco que se salvó en el incendio fue la fachada. En condiciones normales sería poco probable que vallisoletanos y ciudadanos que lleguen de visita preguntasen por ella, pero su recuerdo continúa vivo porque el Museo de la Ciencia en la calle surgida de las cenizas se edificó en los terrenos donde estuvo la harinera desde 1912.
La calle Puerto Rico recuerda en sus orígenes a otras muchas zonas de la capital vallisoletana ya que era un territorio poblado de huertas. La presencia posterior de la harinera dio origen a un cambio considerable. El proyecto del Museo de la Ciencia resultó determinante. Fortaleció una zona que se había convertido en un solar. El complejo fue levantado sobre esos terrenos en el pago de Vistaverde, donde estuvo la fábrica de harinas El Palero. El complejo industrial harinero fue respetado de forma parcial al edificarse el Museo para albergar la exposición permanente de este atractivo complejo arquitectónico vallisoletano inaugurado el 29 de abril de 2003. En el momento de concebir este ambicioso proyecto, el Ayuntamiento decidió que se respetase parcialmente la antigua fábrica de harinas. El Museo de la Ciencia es uno de los grandes patrimonios de Valladolid. Sus responsables tienen sólidos argumentos para asegurar que el conjunto arquitectónico respira ciencia y arte. En su estructura exterior tiene especial relevancia la emblemática torre del Museo. El trabajo realizado por los arquitectos Enrique de Teresa, Rafael Moneo y colaboradores para levantar el Museo de la Ciencia recibió multitud de alabanzas. La extensa actividad atrae la atención de multitud de visitantes, no sólo de Valladolid, sino también de Castilla y León y otras comunidades autónomas. La inauguración contó con la asistencia del presidente del Gobierno, José María Aznar, que años antes -entre 1987 y 1989- había sido presidente de la Junta de Castilla y León.
El recuerdo de la fábrica de harina El Palero sigue vivo al contemplarse la fachada de ladrillo macizo. Y fue allí precisamente donde se edificó el Museo de la Ciencia por iniciativa del Ayuntamiento. Los proyectos iniciales para convertirlo en Museo fueron paralelos a la aprobación definitiva del Plan Parcial para el sector 22 en 1992.
El director técnico del Planetario del Museo de la Ciencia, Luis Fernández Sanjuán conoce a fondo el proceso que dio origen al Museo de la Ciencia. En la etapa que Tomás Rodríguez Bolaños fue alcalde surgió la idea de levantar el Museo, pero el proyecto se concretó finalmente con el alcalde que le sucedió, Javier León de la Riva, quien contó con la aportación del concejal Alberto Gutiérrez Alberca. El responsable técnico del Museo de la Ciencia recuerda el panorama que se encontró el Consistorio vallisoletano en el momento de dar luz verde al proyecto. “La estructura de la fábrica estaba abandonada, era inservible”.
Si el caudal del Pisuerga baja de forma considerable, quienes se acerquen a la zona pueden llevarse una agradable sorpresa y es que podrían ver las compuertas que utilizaban en la harinera, así como la maquinaria necesaria para el trabajo diario y para desviar el agua al molino. En la zona también se encuentra la Casa del Río, situada bajo la pasarela peatonal que cruza el Pisuerga. Durante el paseo pueden contemplarse la isla de El Palero y los restos de la aceña de la fábrica.
Quienes siguieron desde cerca el proyecto del Museo de la Ciencia se congratularon de que el ladrillo de la fachada de la harinera no fuese pasto de las llamas el fatídico día del incendio. Eso facilitó el trabajo a los arquitectos que diseñaron el complejo una vez que tuvieron conocimiento de que la fachada de la harinera debía formar parte del impresionante complejo museístico.
Si el recorrido por los 763 metros de la calle Puerto Rico lo iniciamos desde el Museo de la Ciencia tras dejar a un lado la interminable Avenida de Salamanca, los siguientes establecimientos que encontramos son un McDonald’s y el hotel Sercotel, ambos con más de 20 años en la zona. El hotel abrió sus puertas en 2019 y tomó el testigo de Novotel, que estuvo en esa misma ubicación desde inicios de 2000. El establecimiento de comidas también supera las dos décadas. Por allí han pasado miles de vallisoletanos. Es un punto de encuentro habitual, y para gente de todas las edades. Los más pequeños acuden allí en multitud de ocasiones para celebrar cumpleaños y cualquier fiesta de su grupo de amigos.
Tras el paso por Sercotel ya se divisa el final de la calle. La ausencia de comercios disminuye de forma considerable el tiempo destinado al paseo. Por la acera de la izquierda se encuentran el aparcamiento del Centro de Deporte y Ocio El Palero, un amplio complejo deportivo al que acuden a diario cientos de personas para realizar todo tipo de ejercicios. La oferta es espectacular. Los responsables del centro deportivo y los monitores tienen diseñados numerosos programas de actividad física que se adecúan a todas las edades y a las diferencias necesidades de los clientes. De este modo, uno puede optar por la gimnasia de mantenimiento pero también por un trabajo más intenso. En el CDO El Palero se encuentra también una acogedora cafetería. El trabajo se les acumula a los empleados ya que en la barra del bar y en las mesas coinciden los usuarios de El Palero y quienes acuden a diario a consulta al Centro de Salud y Especialidades Arturo Eyries situado enfrente y donde los profesionales sanitarios atienden a los vecinos del barrio y de las zonas aledañas incluidas en el área Oeste.
Los responsables de la cafetería de El Palero acaban de cumplir un año y están contentos con la respuesta de los vallisoletanos. Abrieron el 29 de marzo de 2023 y el balance tras cumplir el primer aniversario es positivo. Sus clientes habituales son los usuarios del Centro de Ocio y Deportes pero se ve que el boca a boca funciona bien porque así lo confirma la presencia a diario de multitud de personas.