Las áreas calientes del botellón en Valladolid
La Policía Local controla 18 espacios públicos donde los jóvenes se reúnen para el consumo de alcohol con Moreras y Parquesol como principales puntos / En 2023 identificó a 809 jóvenes, 105 menores de edad
Sábado noche, un grupo de jóvenes en un espacio público ríen, cantan y bailan mientras otro posa una bolsa en el suelo, introduce la mano en su interior y saca una botella de alcohol junto a otra de refresco. Abre ambas, mezcla el contenido y reparte entre los allí presentes: comienza el botellón. Esta es una escena que se repite entre los adolescentes españoles, entre aquellos que tienen más de 18 años y los que no alcanzan esa edad. Los jóvenes vallisoletanos no escapan a esta vía para la ingesta de alcohol y hay varios lugares en la ciudad que sirven de punto de encuentro para esta actividad.
La Policía Local patrulla para la prevención del consumo de alcohol y drogas en la vía pública y son muchos los puntos que deben vigilar en toda la ciudad, aunque no todas con la misma afluencia. En algunas esta actividad en la vía pública es esporádica y en otras es más habitual. Controlan periódicamente casi una veintena de estos escenarios.
Estos enclaves escogidos por los jóvenes vallisoletanos, se encuentran en buena parte de la ciudad, con puntos en el centro de la ciudad y otros en el exterior. La Policía Local tiene hasta 18 puntos calientes «identificados de botellón». Algunos de estos puntos son conocidos como es la Ribera del río Pisuerga, con especial hincapié en la zona de Las Moreras. Punto de quedada habitual de adolescentes para el consumo de alcohol. Lugar que incrementa su presencia en fechas señaladas como en las Ferias y Fiestas de San Lorenzo, San Juan u otros eventos marcados en rojo en el calendario por los jóvenes. Otras ubicaciones cercanas son la plaza del Poniente; las Ruinas de San Agustín, en Isabel la Católica junto al archivo municipal; en los jardines entre el edificio Duque de Lerma y el río Pisuerga; la plaza de Cantarranas; la plaza San Miguel o el Campo Grande.
Otras zonas que tiene identificadas la Policía donde los jóvenes hacen botellón se encuentran más alejados del centro y de las discotecas de Valladolid. Los agentes realizan «vigilancias habituales» en el Parque de Canterac, en el Astrofísico Carlos Sánchez Magro, en el parque de las Norias de Santa Victoria, en el Parque de San Jerónimo (en Parquesol), en el parque de los Viveros (en el Prado de la Magdalena), en el parque de las Contiendas, en la zona del Peral, en el parque Fuente el Sol, en las proximidades del apeadero universitario, en el parque Rivera de Castilla y en las calles Paraíso y Sábano.
En estas 18 localizaciones, la policía realiza una especial vigilancia para evitar este tipo de acciones. «Las patrullas que están de noche tienen unos puntos y unas horas en las que hacen vigilancia en estas zonas que ya conocemos», explica Fernando Millán, de relaciones externas de la Policía Municipal. Explica que, a mayores, se guían «por las llamadas que puedan entrar en un momento, gente que nos pueda alertar». «Por otro lado, podemos acudir a lugares que no son de vigilancia, pero también pueden ser ocupados en algún momento para el botellón», indica.
Intervención
En relación a este fenómeno, Millán apunta que la intención de la policía local de Valladolid es prevenirlo: «El objetivo es evitar por todos los medios que esto ocurra». «Nuestra presencia policial en estas zonas es básica para disuadir. Que se nos vea es la primera de las intervenciones, sobre todo en la zona del Pisuerga, de Poniente y de los parques de Parquesol», sostiene. Dentro de esta fase de prevención, este policía asegura que «las patrullas conocen perfectamente cuáles son las horas». «Nos dejamos ver, esa es la primera opción para disuadir», reitera.
Esta labor de prevención disuade muchas concentraciones de jóvenes, pero no hace inevitable un botellón. Eso obliga a la policía a actuar ante ello: «Si localizamos un botellón lo que hacemos es intervenir», apunta este agente, aunque matiza: «Lo primero es intentar que no se ponga en peligro a ninguna persona». «Por ejemplo, si estamos en la ribera del río, lo que hacemos es intentar que los chicos, por salir corriendo, no se caigan al río. La seguridad es la primera de las necesidades que tenemos», apunta. Una vez está controlada la situación, se procede a localizar, identificar y denunciar a los allí presentes.
En lo relativo a este tipo de intervenciones, la Policía Local hace una diferenciación de si el causante de la infracción es mayor o menor de edad, aunque en la mayoría de los casos, según los datos referenciados , son de personas de más de 18 años. La situación es diferente si quienes están consumiendo alcohol en la vía pública son menores de edad: «La Concejalía de Seguridad Ciudadana se encargaría de enviar una carta a los padres, que como tutores legales son responsables del comportamiento de los hijos. Si son mayores de edad se les identifica y se les aplicaría la ordenanza municipal».
Si el causante de la infracción es un menor de edad, «se les identifica y la Concejalía de Salud Pública y Seguridad Ciudadana les manda una carta a casa». «La primera es de advertencia y a partir de la segunda se impondría una cuantía económica o una medida social», detalla Fernando Millán.
En este tipo de intervenciones, los agentes de la policía no se encuentran solos, los drones también son una pieza importante en estas patrullas. «Nuestro grupo de drones nos hace un favor bastante grande para llegar a lugares donde un coche patrulla no llega, por cuestiones de tamaño o por cuestiones de que los chavales se esconden», indica Millán y añade: «Los drones nos dan pistas o directamente nos han localizado a gente que estaba consumiendo alcohol en alguna zona». Apunta que es en los «parques» donde el acceso con los coches es más complicado, estas herramientas aéreas son de más ayuda.
Desde la Policía Local se explica que, además de supervisar estos 18 puntos de botellón en Valladolid, también «se intenta vigilar que no haya consumo de alcohol en la vía pública». Fernando recuerda que «los bares tienen que tener las puertas cerradas por ruidos e intentar evitar que, si no es en una terraza, no pueden consumir alcohol en la vía pública». Dentro de este apartado, entran «los policías de paisano. Vigilan que los bares no den alcohol a menores». Incluso, también están pendientes de los supermercados: «Es menos frecuente, pero la venta de alcohol a menores también está prohibida y se persigue. Se podría denunciar al establecimiento si se lo está vendiendo a un menor o bien, que estos menores se hagan con un mayor de edad que les compre la bebida ahí», señala, tras añadir que lo han denunciado «en multitud de ocasiones».
Esta situación en la que se compra el alcohol a menores de edad es más habitual cuando hay un acontecimiento relevante para los jóvenes como puede ser San Juan, Carnaval o las Ferias y Fiestas de San Lorenzo. A mayores de esta situación de ‘sacar bebida’, también hay una gran aglomeración de personas en algunos de los puntos calientes del botellón. «Los puntos más problemáticos pueden ser donde haya más gente», indica este agente. «La masa hace que este tipo de comportamientos violentos puedan aparecer o se puedan multiplicar», asegura.
Si bien, pese a esta posibilidad de que haya altercados, Millán recalca que «últimamente no hay enfrentamientos».
Ante estos encuentros multitudinarios la policía no se queda quieta: «Si sabemos que va a haber un botellón muy grande, multiplicamos nuestros efectivos. En Carnaval, en la zona del río Pisuerga se hace una vigilancia e incluso se acota esa zona para evitarlo», expone Fernando que recuerda el trabajo de las patrullas antes de que se produzca la masiva consumición de bebidas alcohólicas: «En este tipo de casos hacemos un trabajo de prevención, que es intentar acotar esas zonas que preveemos, por experiencias anteriores, que puedan ser ocupados por chavales para hacer botellón».
Aunque la Policía intenta evitar estas concentraciones, en muchas ocasiones es prácticamente imposible ante la acumulación de gente: «Es muy complicado controlarlo, por ejemplo, en la noche de San Juan, en la zona de la playa hay miles de personas». Por ello, apuesta por tener «un buen temple» para que haya un equilibrio entre este tipo de prácticas y la seguridad. «Tenemos que tener un buen temple a la hora de valorar la seguridad, sobre todo, que no haya ningún problema y que siga sin haber consumo», detalla sobre estas actuaciones con multitud de jóvenes.
«La prevención, nuestra visibilización en las zonas previas, la acotación del lugar y de espacios para que se controle y ellos vean que la Policía está allí es básica. Cuando hay mucha gente, es mucho más difícil de controlar. Para eso estamos en las Ferias y Fiestas de la ciudad también», indica sobre la labor de los agentes en grandes eventos.
Disminución
Pese a que algunos menores de edad consuman alcohol en la vía pública, Fernando Millán apunta que esta tendencia en Valladolid está en bajada: «Los botellones han descendido, eso es un hecho». Un cambio de situación que este policía achaca a la época en la que el coronavirus estaba en nuestro día a día: «A partir de la pandemia ha habido un cambio comportamental en los chicos que se han refugiado en otros lugares. Donde, a lo mejor, les han dispensado alcohol mejor».
En este sentido, el encargado de las relaciones externas de la Policía Municipal, apunta a que los jóvenes han podido cambiar de costumbre y acudir a otros lugares donde les ofrezcan alcohol: «Ahí también estamos muy pendientes de eso, pero es complicado. Es más complicado que en la calle», sostiene.
«El consumo en la calle se ha reducido porque tienen otros lugares, incluso en las casas. Lugares que no son públicos, tampoco son bares y que el comportamiento de ellos ha cambiado en ese sentido», explica sobre las nuevas tendencias de consumo de los jóvenes.
«La pandemia cambió durante un par de años, los chicos cambiaron de costumbres, por el miedo o las restricciones y luego lo han seguido prolongando años más tarde», indica sobre las nuevas tendencias de los jóvenes vallisoletanos. «Se han buscado otras vías, quizá también haya descendido el consumo de alcohol en menores, ese dato no lo tenemos», sostiene sobre un posible bajada del consumo, aunque no puede certificarlo: «Ojalá sea así. Buscamos que el menor no beba por cuestiones de salud».
Datos de consumo
De la misma manera que la Policía Municipal de Valladolid ha detectado un descenso del consumo de alcohol en la vía pública en los últimos años, también tiene una estimación de la edad de los vallisoletanos habituales de beber en al calle con amigos. «El perfil es de un joven de unos 17-18 años hasta los 25. Hay tanto chicos como chicas», concreta Millán. Una limitación de años que tiene su explicación: «A partir de esa edad ya están legitimados para poder entrar en las discotecas. El tema del botellón lo hacían porque era más barato que entrar en una discoteca y tomarse una copa. Evidentemente, al ser mayores de edad, pueden hacerlo legalmente».
Los agentes identificaron a 809 jóvenes por consumo de alcohol en la vía pública en el último año. Unos datos que aportan distinta información. La primera de ellas es por la edad de aquellos que hacen botellón. En 2023, de las 809 intervenciones en Valladolid, 704 fueron para mayores de 18 años y las 105 restantes, estuvieron involucrados menores de edad.
La segunda forma de profundizar en estos datos es el lugar en el que se han hecho las intervenciones. La Policía Local lo distribuye en cinco distritos, los cincos distritos policiales de la ciudad.
El primero de ellos tuvo 165 intervenciones y engloba a Las Delicias, Pajarillos, San Isidro y Circular. En el segundo de ellos aumentó ligeramente hasta las 172 que abarca La Rondilla, Hospital y La Pilarica. En los distritos tres y cuatro se redujo considerablemente este fenómeno. En el tercero se produjeron 30 intervenciones y comprende los barrios de Parquesol, Huerta del Rey, La Victoria, Puente Jardín y Arturo Eyries. El cuarto tuvo menos datos, con 21 casos. Esta comisaría da servicio a La Rubia, Covaresa, Parque Alameda, 4 de marzo y La Farola.
En último lugar se encuentra el quinto distrito, el que más intervenciones tuvo de todos con 421, suma más que el resto de circunscripciones juntos (388). Esta demarcación es el distrito de la zona centro. Lógicamente es el que más actuaciones policiales tiene en este sentido, al ser la zona donde los jóvenes hacen más botellones. Otra de las estadísticas que recoge la policía es el consumo de alcohol de menores de edad en los bares. Unos número infinitamente menores que las intervenciones por consumo de alcohol en la calle. En este caso, en 2023 hubo cuatro sanciones, tres de ellas se produjeron en el segundo distrito y una tuvo lugar en el quinto, en la zona centro.
Aunque la Policía Local ha constatado una disminución en el consumo de alcohol, no ha sucedido lo mismo con las drogas: «Hay un incremento en el consumo, por desgracia», apunta Millán. El año pasado, hubo 877 intervenciones por «consumo de drogas, supera a las del alcohol, aunque en alguna intervención pueden coincidir ambas sustancias». Al igual que con el alcohol, la mayoría son a mayores de edad, 817, y las otras 60, a menores de edad.
En los últimos seis meses se han producido 320 intervenciones por consumo de alcohol y 375 por consumo de drogas: «Sigue subiendo», detallan desde la policía, y alerta de un incremento del consumo de drogas en los últimos meses, sobretodo en el último año». Un aumento del consumo de sustancias en la ciudad de Valladolid que la Policía ratifica también gracias los controles de alcohol y drogas a los conductores.