Lavado de cara del Monasterio de Nuestra Señora de Prado de Valladolid
La Consejería de Cultura desvela los detalles de la intervención a través de una jornada técnica
La Consejería de Cultura, Turismo y Deporte ha organizado una jornada técnica, presentada por el director general de Patrimonio Cultural, Juan Carlos Prieto, con motivo de la obra de restauración de las cubiertas del Monasterio de Nuestra Señora de Prado, fases I-II, en Valladolid, sede de los departamentos de Cultura y Educación del Gobierno autonómico.
El Monasterio de Nuestra Señora de Prado es un complejo monacal fundado en 1440 por Monjes Jerónimos, siendo conocido actualmente por 'El Escorial vallisoletano'. Fue declarado BIC con la categoría de Monumento el 14 de agosto de 1877. A partir del año 1982 se inicia el proceso de consolidación y restauración del edificio por parte de la Diputación de Valladolid bajo la dirección de José Miguel Merino de Cáceres.
El conjunto consta de tres claustros formando un ángulo y en él está la iglesia, de una nave con crucero y cabecera plana. El primer y segundo claustro, a cargo de Francisco de Praves, son de principios del siglo XVII. El tercero, concluido a principios del siglo XVIII, es atribuido al monje benedictino fray Pedro de Martínez. La iglesia gótico/mudéjar, edificada a instancias de los Reyes Católicos, fue reconstruida en 1673 por los maestros vallisoletanos Nicolás Bueno y Cristóbal Jiménez, de la cual sólo se conserva la fachada torreada, informa Ical.
La Consejería encargó entre 2020 y 2021 un diagnóstico del edificio y redactó un proyecto de restauración que establecía cuatro fases de ejecución y se priorizaba, por su estado de conservación, abordar las dos primeras. En 2022 se licitó la obra que dio comienzo en enero de 2023. La ejecución de la intervención, que ha tenido un presupuesto total de 1.125.303 euros, se ha realizado a través de metodología BIM (Modelado de información de construcción, por sus siglas en inglés).
Las cubiertas presentaban un avanzado deterioro. Las filtraciones que se producían en los faldones a consecuencia de la rotura o el movimiento de las tejas, acababan en las cornisas y aleros. Además, el emboquillado de las tejas, realizado con cemento (efectuado en las campañas de restauraciones de los años 80) no permitía que el agua saliera al exterior, filtrándose hacia niveles inferiores y provocando el deterioro del elemento situado por debajo, ya fuera ladrillo, madera u hormigón armado.
Catalizada por esta presencia de humedad, se encontraba una avanzada colonización biológica que retroalimentaba los procesos degradativos de los materiales, por la retención de agua. Los elementos de plomo que conforman las limas y pesebrones se encontraban agrietados por el paso del tiempo, produciendo nuevas filtraciones que volvían a desembocar en las cornisas.
La zona de cornisas más afectada por las filtraciones correspondía a la fachada sur, así como la del crucero de la iglesia, apreciándose manchas de humedad, levantamiento de la pintura de acabado llegando a afectar, incluso, al yeso de revestimiento. Además, el policarbonato del lucernario que cubre la Sala Fray Pío, se encontraba degradado por el devenir temporal.
Por todo ello, se vio necesaria la intervención parcial en las cubiertas, que ha sido financiada en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de España, con fondos Next Generation de la Unión Europea. Se ha procedido a la renovación total de la cobertura de teja, así como a la reparación de los desperfectos producidos en las cornisas, incluyendo la realización de nuevas limahoyas y pesebrones. Para ello, se ha realizado la nueva cobertura mediante triple rastrel tratada en autoclave con lámina transpirable de fibras de polipropileno y cubrición de teja cerámica árabe, canal y cobija, atornillada a los rastreles de madera.