Diario de Valladolid

La casa en la que Mónica, María y Óscar "aprenden a ser independientes"

Siete personas con discapacidad conviven en una vivienda tutelada de la Diputación en Nava del Rey / Son Candela, Fernando, Mónica, Francisco, María, Marcos, y Óscar

Fernando, Óscar, Francisco, Marcos, Mónica y Candela, usuarios de la casa tutelada de Nava del Rey - J.M. LOSTAU

Fernando, Óscar, Francisco, Marcos, Mónica y Candela, usuarios de la casa tutelada de Nava del Rey - J.M. LOSTAU

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Maria Bausela

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María, Mónica, Fernando, Francisco, Marcos, Candela y Óscar , siete personas muy distintas, siete razones para convivir juntos y mucha determinación para conseguir tener independencia. Celeste nos abre las puertas de la casa tutelada que coordina en el pueblo vallisoletano de Nava del Rey . Esta iniciativa de la Diputación de Valladolid gestionada por la Fundación Personas acoge a personas con discapacidad que buscan un lugar en el que poder “aprender a hacer las cosas por sí mismos”.

Desde el 19 de septiembre de 2022 el pueblo acoge este proyecto llevado a cabo en una casa de 3 plantas con 8 habitaciones . En esta hasta 8 usuarios del servicio pueden convivir en un espacio que cuenta con un ascensor para facilitar su movilidad. Actualmente, tan solo viven en ella siete, ya que cuentan con una plaza vacante que están esperando cubrir “en los próximos meses”, apunta la coordinadora de la vivienda.

Fernando, Francisco, al que llaman cariñosamente ‘Kiko’ y Mónica fueron de los primeros en llegar y llevan cerca de año y medio en el servicio de la Diputación. Por su parte, Marcos fue el último en incorporarse al grupo  al haber llegado a la casa el pasado mes de enero. Mientras termina de estirar una manta sobre su cama con la ayuda de Candela, comenta que solicitaron la plaza ya que su hermana y su cuñada “ya son mayores” y no podían ayudarle en todo lo que necesitaba. Pese a haber dejado su antiguo hogar hace tan solo dos meses, “me he acostumbrado rápido a vivir aquí” , asegura.

Además de ser el ‘nuevo’, como le apoda en tono de broma Mónica, Marcos es también el más mayor de la casa al haber cumplido 56 años , mientras que la más joven es María, una chica de Badalona de 27 años . Diferentes edades y diferentes puntos de origen, aparte de la catalana los usuarios provienen de varios municipios de la provincia. Fernando de Olmedo , ‘Kiko’ de Mojados , Mónica de Villanueva de Duero , Marcos de Traspinedo , Candela de Siete Iglesias de Trabancos y Óscar de Íscar .

“Una segunda familia” 

Junto a sus 6 cuidadoras , Andrea, Patricia, Fátima, Melisa, Patricia y Celeste, los habitantes de la casa han formado “una segunda familia” , considera Celeste. Estas trabajan con ellos todas las tardes y noches, además de las mañanas durante el fin de semana. “ Nos apoyan y ayudan cada día a poder hacer mejor las cosas de la vida cotidiana”, comenta María mirando con cariño a las trabajadoras de la Fundación Personas, “sin ellas no sería la misma, hasta me han enseñado a cocinar”, añade con una sonrisa.

Además de asistirles en su día a día , desde la fundación organizan talleres ocupacionales en el pueblo en los que hacen todo tipo de actividades. Para ellos “hacemos una planificación centrada en la persona con sus puntos fuertes y débiles y los objetivos que se quiera plantear. Por ejemplo, una usuaria que no vive en la casa, pero si va a los talleres, ha estado trabajando para poder conducir y ha conseguido tener un coche que se conduce sin carnet”, explica Celeste.

“A través de los proyectos que organizamos pueden ganar dinero . En el taller trabajamos para empresas, por ejemplo ahora estamos haciendo el rajado de 1000 kilos de avellanas para una compañía, y otras veces hemos estado haciendo cajas o poniendo etiquetas para bodegas. También creamos productos propios, desde perchas con diseños de casas, muñecas hechas con macetas, cajas nido que hemos hecho para la oropéndola para una asociación, cuadros hechos con trozos de goma eva, tazas y camisetas con una máquina de sublimación… Por todo este trabajo reciben una bonificación mínima de 23€ al mes , a la que se suma un tanto por ciento del dinero que pagan las empresas y el resto se guarda para poder realizar más actividades. Tampoco llegamos a hacer mucho dinero, pero para ellos es muy significativo. Les encanta el día de la paga y tener la posibilidad de distribuir el dinero y gastarlo como quieran . Además, tienen bonificaciones, vacaciones, les damos cestas por Navidad, etc”, añade.

Su día a día

Una jornada normal para los habitantes de esta casa comienza temprano. “Nos levantamos a las 7, desayunamos, recogemos un poco el cuarto y vamos a los talleres”, cuenta Candela mientras ve la television. “Por la tarde, después de comer, muchos días vamos a pasear y si no estoy viendo telenovelas o haciendo sopas de letras” explica.

Del otro lado del salón Mónica replica: “ A María y a mí no nos gusta salir , somos más de estar en casa viendo la tele mientras los demás van al pueblo”. “Yo después de comer la siesta de una hora y media no me la salto nunca , es lo que más me gusta”, añade María.

De igual manera, les guste pasear o no, todos dicen sentirse “muy queridos” cuando se adentran por las calles del municipio, por el que tienen libertad para ir y venir solos o, en el caso que esto no es posible, acompañados.

“Le hemos dado vidilla a Nava del Rey” apunta Andrea, otra de las cuidadoras. “El pueblo ha recibido muy bien la casa y a sus habitantes, de hecho hicimos una fiesta por el primer aniversario el pasado septiembre y cada uno invitó a quien quiso. Uno trajo a la dueña de la droguería, otra a la esteticién que le hace las uñas, y así todos. Vino el panadero y las vecinas de al lado y estaban encantados, hasta nos trajeron un regalo y les invitamos a un café con pastas después de un discurso dado por los usuarios. Fue muy bonito”, comenta Patricia.

Y cuando van a los bares o negocios “todo el mundo les saluda, todo el mundo les conoce . Hemos tenido muy buena acogida la verdad”, asegura. “Yo me encuentro que me quiere todo Nava, todos quieren hablar conmigo” concuerda Mónica.

Convivencia

Quienes pasan por la casa “suelen estar bastante tiempo porque les encanta vivir aquí con sus compañeros”, asegura la coordinadora. “De hecho, muchos llegaron por voluntad propia. No es que la familia les trate mal ni mucho menos, pero quieren quedarse porque hacemos muchísimas actividades . Vamos a la piscina, hacemos talleres, actividades lúdicas y tienen libertad para moverse por el pueblo. Algo que también contribuye a que quieran quedarse es que para la mayoría de las personas con discapacidad es más fácil tener independencia en un pueblo , que hay menos gente, menos estímulos, menos peligros, que en una ciudad”, comenta.

“Yo entré aquí porque después de que se murieran mis padres estuve viviendo 3 años con mi hermana y ella me propuso venir, pero al principio no quería, me daba miedo . Ahora estoy muy a gusto, me gusta vivir aquí, no me quiero ir”, asegura Mónica.

El mismo sentimiento es compartido por el resto de sus compañeros. “Estamos casi todos igual, salvo María que es más joven, todas las personas que nos cuidaban son ya mayores o han fallecido y esta era casi que nuestra única opción. Pero ahora e stamos muy a gusto”, añade. “ Nos gusta porque nos aporta más independencia . Aunque somos muchos en la casa cada uno tiene su espacio, sus cosas y podemos hacer un poco más lo que queramos”, apunta María.

Desde que se instaurara la casa y llegaran sus habitantes no han tenido grandes problemas de convivencia. Para contribuir a que siga así las seis trabajadoras de la Fundación Personas personalizan las tareas y actividades a cada usuario. “ No todos hacen lo mismo. Cuando llegan a la casa lo primero que hacemos es conocerles y saber cuáles son sus gustos para adaptar lo que hacemos a sus capacidades y que sea más fácil apoyarles” explica Patricia.

Cada uno tiene sus puntos fuertes y puntos débiles e intentamos que aprendan adaptándonos a sus habilidades. A unos les encanta limpiar, otros saben cocinar y los que no saben aprenden poco a poco. Además, el reparto de tareas lo cambiamos semanalmente para que no se aburran y aprendan a hacerlo todo. Por ejemplo, las cenas y las comidas las hacemos siempre juntos, unos trocean, otros fríen, cada uno hace lo que puede” añade Celeste.

Con respecto a si querrían seguir en la vivienda en el futuro solo María presenta dudas. “ Me gustaría poder independizarme la verdad más que vivir en la casa tutelada o volver con mi familia”, comenta.  “También quiero volver a estudiar, me gustaría conseguir ser algo de mayor. De tener la posibilidad querría poder trabajar de veterinaria porque me encantan los animales y ojalá poder estudiar algo sobre eso”, explica.

Servicio de las casas tuteladas

Además de la vivienda en Nava del Rey, la Diputación de Valladolid cuenta con casas tuteladas en Villaverde de Medina, Peñafiel y Villalón de Campos , y esperan poder abrir otra en Tordesillas según asegura Alfonso Romo , diputado del Servicio de Familia, Igualdad, Acción Social y Centros Residenciales.

En estas también pueden vivir hasta ocho personas con discapacidad tanto intelectual como física. Para poder acceder no existe un máximo de edad , tan solo deben de ser mayores de 18 años, pero “a partir de ciertas edades empiezan a tener cierto deterioro cognitivo que les imposibilita seguir en la casa. Este servicio no deja de estar destinado a personas con cierta independencia que son casi totalmente autónomas y pueden desenvolverse con cierta normalidad”, asegura Romo.

El proceso para acceder a las viviendas comienza con una llamada por parte del interesado o su familia a Centros de Acción Social (CEAS) de la Diputación en la que les informan acerca de la vivienda y si estancuenta con plazas, según explica Celeste, la coordinadora de la casa tutelada de Nava del Rey. Tras esto “se les hace una valoración desde la Fundación Personas y si es favorable se lo comunican al ayuntamiento del pueblo   que es quien hace una resolución de la plaza y antes de tres meses está resuelto el proceso”, explica.

Sin embargo, “ no hay demasiada demanda, son más bien casos puntuales. Cuesta un poco el hecho de que se vayan de sus casas y sus pueblos por miedo y porque hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones las familias tienden a protegerlos y no querer que se vayan aunque ellos tomen la iniciativa de dar ese paso para tener más independencia. Pero hay que darles la oportunidad por lo menos de que lo prueben y si en tres meses deciden que no es su sitio, no les gusta o que echan de menos a la familia, pues pueden echarse para atrás, pero por ahora no se ha dado el caso”, comenta.

En general “ les viene genial este tipo de convivencia y no les suele costar adaptarse”, apunta Andrea. “Mira que lo hablamos nosotras que tiene que ser dificil acostumbrarse a vivir con tanta gente, pero no se les hace nada complicado. Tienen una capacidad de adaptación increíble y al final casi que ni quieren ir a sus pueblos”, concuerda Patricia.

Con respecto al coste mensual que supone este servicio para los familiares de las personas que viven en la vivienda este es personalizado a cada caso. “El pago supone el 80% de la subvención que reciben por estar a cargo de una persona con discapacidad, entonces depende de la persona el importe es uno u otro”, explica Celeste

Según considera “es genial que se hagan proyectos como este porque dan más independencia a las personas con discapacidad y aprenden a ser más autónomos y ver la vida de otra manera”. Por su parte Mónica apunta que la existencia de las casas tuteladas “es importante porque así las personas como nosotros estamos más recogidos, más protegidos , y además así podemos convivir con gente igual a nosotros ”.

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