El estigma laboral tras el cáncer para una vallisoletana: "No soy una apestada, solo quiero trabajar"
Adelaida tiene 55 años y lucha cada día para reincorporarse al mercado laboral después de la enfermedad, que conoce muy bien porque 3 personas de su familia la han padecido
Es una carrera de fondo, de asimilar lo vivido y desmoronarse, pero también de tirar hacia delante. Cada día siente que en cualquier momento la enfermedad reaparecerá. ¿Volver a vivir aquello? «No sé si podría porque ahora sí que sé a lo que me enfrento» , comenta Adelaida Uhagon, paciente de cáncer de colon. Tiene 55 años y, según reconoce, lo ha pasado muy mal tanto durante el tratamiento como ahora que se encuentra en fase de revisión. En su familia su madre sufrió el mismo tumor que ella, su prima falleció «en tan solo un año» por uno de páncreas y su tío murió por uno de próstata cuando estaba embarazada.
Su lucha empezó, aunque aún no lo supiera, por el diagnóstico de su progenitora. En 2016 tuvo que viajar a Madrid porque iban a operar a su madre a causa de este tumor. «Todo salió bien, se lo quitaron y no le tuvieron que dar quimio», relata. Sin embargo, su oncóloga recomendó tanto a Adelaida como a su hermana hacerse pruebas una vez al año. Lo hicieron. Y a la tercera colonoscopia llegó la noticia.
Febrero de 2020. Nunca se olvidará de ese mes. Muchas personas lo tendrán en mente porque fue el previo al confinamiento por la pandemia de coronavirus, sin embargo, esta vallisoletana solo recuerda el diagnóstico. «'Tienes cáncer y hay que operar' , me dijo la oncóloga. Yo pensaba que sería como mi madre y me podría ir a casa a los 10 días». Entró en quirófano a principios de marzo y, a partir de ahí, empezó «un proceso durísimo» que llegó a abandonar. «Me dieron ocho ciclos de quimioterapia. En el tercero dije que no quería seguir. Lo pensé mucho y lo retomé por mi hija» , admite.
En este sentido, Adelaida cuenta que tuvieron que bajar la dosis porque su organismo no aguantaba y por diferentes problemas con el hígado. Como pudo, añade, llegó al final del tratamiento. «El cáncer estaba controlado, pero tengo secuelas como una incontinencia fecal que hace que tenga que ir con pañal y neuropatía en brazos y piernas que me obliga a llevar siempre guantes». A partir de ahí, añade muy apenada, empezó «otro calvario». «Los oncólogos te dicen que ya no tienes cáncer ni metástasis, pero te has quedado con secuelas con las que tienes que empezar a convivir» , sostiene esta paciente.
En su caso, acudió a nutricionistas, digestivos, neurólogos... A los profesionales sanitarios sumó sus «peleas» con la Seguridad Social. Ella antes de que el cáncer llamara a su puerta era agente inmobiliario. «Me encantaba mi trabajo». Ahora no puede estar en la calle «porque el frío me mata», no obstante, sí que puede trabajar y tiene muchas ganas de hacerlo. «Solo pido tener un baño cerca y poder estar en una oficina. Por haber tenido cáncer no soy una apestada, solo quiero trabajar» .
Adelaida ansía volver al mercado laboral. Tiene «una pensión muy bajita» que luchó en los juzgados. «No quiero morirme en vida. Tengo mucha experiencia y quiero sentirme útil y poder llevar una vida normal» . Una vida que el cáncer truncó. «No tenía otra alternativa. Los médicos nunca me han engañado. Lo que pasa es que no tienen una varita mágica y cada caso es diferente. A mi madre solo la operaron, yo tuve que darme quimioterapia. He tenido suerte de no tener metástasis e ir pasando las revisiones», apunta.
Sobre las revisiones, señala que días antes está «insoportable». Tiene miedo de que la enfermedad regrese. «Si me duele el ojo derecho pienso que a lo mejor lo tengo. En mis revisiones ginecológicas si me ven un bulto me muero. Vivo con miedo» . En esta línea, relata que la ha ayudado mucho su psicólogo de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).
«Han estado guiándome en todo el proceso tanto para conseguir mi pensión como para aceptar y convivir con la enfermedad. Me enseñó la palabra autocuidarme». Ahora necesita hacer vida normal con un trabajo. «También me han ayudado con eso: actualizando mi currículum, con ofertas de trabajo, cursos... He trabajado en telecomunicaciones, en banca, incluso he tenido una empresa propia. Ahora me paso todo el día en casa sin hablar con nadie porque mi marido trabaja en Madrid y vuelve a las seis de la tarde y mi hija estudia fuera. Salgo a pasear con mis perritas», expone Adelaida, quien solo pide seguir desarrollándose como persona y «más ayuda» para que todos los pacientes puedan seguir con su vida después de haber superado el tumor.
El cáncer es tabú en su casa. «Todo el mundo me esconde la enfermedad para que no sufra. Una amiga de mi hermana lo está pasando y no me lo cuentan. Lo de mi prima tampoco lo hicieron hasta que me enteré». Sobre su prima, dice que, a día de hoy lo sigue pasando muy mal. «Tenía 60 años, dos hijas y una madre de 90 que ha tenido que enterrar a su hija. Eso es muy duro. Solo tenía dolor de espalda y en un año un cáncer de páncreas se la ha llevado». También lo pasó muy mal con la enfermedad de su tío. «Estábamos muy unidos. Yo estaba embarazada y no querían que me enterara» . Por todo ello, desea no volver a pasar por eso. Ahora mismo se sigue haciendo revisiones y su hija empezará con cribados; cuando cumpla 25 años con colonoscopias anuales para plantar cara a esta dolencia, si aparece, lo más pronto posible.
En este punto, Adelaida indica que solicitaron poder hacer un test genético para ver qué probabilidades tenían de sufrir cáncer en su familia. «No nos lo cubren y no todos tenemos las mismas posibilidades de hacerlo por un privado. Creo que este tipo de pruebas nos ayudarían a anticiparnos al cáncer, que cada vez toca más fuerte a las familias», reclama para insistir en que «los pacientes necesitan volver a trabajar».
Ahora manifiesta que se encuentra «en deuda» con la Asociación Española Contra el Cáncer. Por este motivo, siempre está disponible para ayudar en cualquier campaña de concienciación y «poder devolver un poco de todo lo que le han dado», concluye.
La cara del desempleo
La AECC recuerda que el cáncer es una de las patologías que suponen mayor riesgo de padecer vulnerabilidad social y económica. De hecho, el riesgo de estar en desempleo aumenta un 34% en supervivientes de tumores malignos frente a la población general.
Según un estudio del Observatorio del Cáncer del año 2018, el 28,4% de los pacientes de cáncer afirma haber perdido o dejado el trabajo después de la enfermedad y un 3% ha tenido que cambiar de trabajo a consecuencia de la misma. Dato al que se suma que el 37,4% de la población diagnosticada de cáncer en 2023 se encontraba en edad laboral (más de 110.000 personas).
En esta línea, comentan desde la Asociación Española Contra el Cáncer que la reducción del 25% de la nómina en las incapacidades temporales, unido al largo periodo de las mismas a causa de la dolencia, hace que muchos enfermos puedan encontrarse en una situación económicamente vulnerable. «El cáncer provoca un coste económico al 41% de las familias superior a 10.000 euros durante la enfermedad. Esto puede provocar que muchas familias se sitúen en una situación de riesgo de exclusión social».