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BARRIO A BARRIO | CALLES Y PLAZAS

La calle de Valladolid que nació de la afición por los caballos

Heredó el nombre de las instalaciones de la Sociedad Hípica que había entre la plaza de Toros y la plaza del Ejército. Hoy es una calle más, en la que apenas sobrevive alguno de los establecimientos que había hace cuatro décadas

Plaza del Ejército en el barrio La Farola en 1982.- ARCHIVO MUNICIPAL VALLADOLID

Publicado por
Fernando Martín
Valladolid

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José Carlos Carreras forma parte del paisaje urbano de la calle Hípica desde hace cuarenta años. Regenta la frutería que lleva su nombre en el número 18, casi en la confluencia con la Avenida de Irún, y en este tiempo ha visto la transformación de la zona  y el cierre de algunos de los establecimientos que ya existían cuando llegó. «Allí estaba el bar Hípica y, en la esquina con la plaza del Ejército, el Grupo Empresa Fasa tenía un restaurante que daba comidas», afirma mientras apunta a la mitad de la calle, en la acera que está frente al centro de salud.

Cuarenta años es mucho tiempo en la evolución urbana de una ciudad y la calle Hípica es un reflejo de esos cambios. Recuerda Carreras que junto a la acera que ahora da a la plaza del Ejército había una ermita , ya desaparecida, y en el lado opuesto, próximos a lo que ahora es el centro de salud, se levantaban unos «chalés militares» . Nada de eso existe ya.

El nombre de la calle tiene su origen en la Sociedad Hípica de Valladolid , fundada en 1906 bajo el patrocinio del Ayuntamiento. Desde la creación de la sociedad hasta la guerra civil, las instalaciones estuvieron entre la plaza de Toros y lo que ahora es la plaza del Ejército.  Durante la guerra civil, los terrenos de la Sociedad Hípica pasaron a ser acuartelamientos militares y en 1941 las instalaciones se trasladaron a unos terrenos situados entre la plaza de Juan de Austria y el río Pisuerga. Todavía hubo un cambio y, ya bien entrados los años ochenta, pasaron a su actual emplazamiento en la Cañada Real , pero, como legado, la calle más próxima a las antiguas instalaciones heredó el nombre.

A medida que el callejero se aleja del centro urbano las calles pierden el barniz histórico que tienen las que se encuentran en el casco antiguo y la calle Hípica no es una excepción. No hay que buscar en ella placas con fechas y nombres que registren algún acontecimiento destacado, pero no por ello esta calle, que comunica el Paseo de Zorrilla con la avenida de Irún, deja de tener su intrahistoria, definida en el diccionario como la «vida tradicional, que sirve de fondo permanente a la historia cambiante y visible».

De la intrahistoria de la calle Hípica, José Carlos Carreras, el veterano frutero que ostenta el título de comerciante más antiguo, recuerda cuando existía el paso a nivel junto a la carretera de la Esperanza y la azucarera de Santa Victoria y eran muchos los que utilizaban esta arteria como lugar de paso para llegar al Paseo de Zorrilla y a los barrios que se encuentran al otro lado del río.

También Carolina Anta , al frente de un kiosco y puesto de chucherías es testigo de la evolución experimentada  y recuerda que la plaza del Ejército «era un barrizal», en lugar del espacio ajardinado que es ahora, «y no había nada». Carolina se  trasladó desde las galerías Aurora , en la calle del mismo nombre, hasta Hípica en busca de una zona más atractiva para el comercio, pero se siente un tanto decepcionada.  «La zona me pareció maja, pero ahora menos» , asegura y atribuye los malos tiempos que vive el comercio de barrio a la proliferación de grandes y medianas superficies y a la venta online: «O se van al Corte Inglés o se van al Gadis».

El ‘gran establecimiento’ de la calle Hípica, en este caso sanitario, es, sin duda, el centro de salud . Cientos de personas acuden cada día para recibir atención médica, lo que origina un movimiento importante por las mañanas que notan, en especial, los establecimientos, bares sobre todo, que se encuentran más próximos a la plaza del Ejército. A medida que la calle se aleja hacia la Avenida de Irún el panorama cambia. Es aquí, en esta mitad de la calle, donde se encuentran los locales más antiguos, algunos cerrados por sus antiguos propietarios y reabiertos luego para otro negocios.

Hace apenas dos semanas que Nines Valtierra abrió su tienda esotérica ‘Rumbo de Brujas’ en un local que ocupó una antigua churrería, Madreka , uno de los establecimientos de siempre, que ha vuelto a reabrir apenas unos números más allá. Por 30 euros, Nines dedica a los clientes una sesión de 35 minutos para leer la ventura en los naipes del tarot. Asegura que la zona «es muy buena» y que recibe desde «gente joven a no tan joven» .

Saber cómo les irá en el trabajo, la salud o en el amor, es decir lo clásico, es lo que lleva a los clientes a su local y afirma que «hay mucha demanda».

Otra Angelines , que omite dar el apellido, vive en la calle Hípica desde hace cuarenta años. Es una de las vecinas de toda la vida y asegura que la calle «ha mejorado mucho» en estas cuatro décadas. Entre los últimos cambios, esta residente se queda con la llegada de la zona azul de aparcamiento. Mientras antes de la implantación de la ORA la estampa habitual era la de los conductores que deambulaban a la búsqueda de un sitio  gratis para aparcar, calle arriba y abajo, ahora abundan los huecos libres.

La calle Hípica es también una mezcla de edificaciones que refleja la evolución de la arquitectura urbana. En la parte final, la que da a la avenida de Irún, predominan los bloques de edificios de los años sesenta del siglo pasado , similares a los que hay en otras zonas de la ciudad. Por contra, en el tramo medio que da al paseo de Zorrilla  se levantan edificios más modernos

Carreras, memoria de los últimos cuarenta años de Hípica desde el observatorio privilegiado de su frutería, da otra de las claves para entender la intrahistoria de la calle: el cambio generacional. Lo sabe por experiencia después de ver cómo mucha de la clientela que tenía cuando empezó ya no está. «Esta calle ha sido muy comercial, pero se ha muerto mucha gente y ha venido gente más joven. Es lo que pasa en todos sitios» , afirma.

 Él resiste al frente de su negocio, en el mismo sitio que empezó y desde donde recuerda el desfile de las Fuerzas Armadas que se celebró en Valladolid el 28 de mayo de 1984 y que discurrió por el paseo de Zorrilla.