Cerebros prestados
«Donar hoy para poder curar mañana» es el lema del Banco de Tejidos Neurológicos dependiente del INCYL, que recibe la donación de 572 cerebros para investigar enfermedades neurodegenerativas
Ver pero no reconocer, caminar pero hacerlo a cámara lenta o hablar pero no pronunciar. Alzheimer, Parkinson o Enfermedad de Huntington, en ese orden . Enfermedades silenciosas e invencibles que se unen a otras igual de indescifrables para su cura. La demencia es la oscura estrella de las patologías neurodegenerativas, cuyos datos engloban a más de 55 millones de personas que la sufren cada día , según la Organización Mundial de la Salud. Y los ritmos no frenan, con diez millones de nuevos casos anualmente. La esperanza para encontrar su cura, aunque parezca que tenga que venir desde las compañías farmacéuticas, también emerge de personas corrientes que dan el paso a donar su cerebro para que instituciones como el Banco de Tejidos Neurológicos de Castilla y León (BTN-INCYL), en Salamanca, procedan a su investigación .
«Es esencial trabajar con el cerebro humano real» , afirma su director, Javier Herrero , que señala que no es suficiente con el estudio de animales de experimentación o modelos de laboratorio que respecto a otras enfermedades sí que funcionan, «pero en el caso del cerebro no porque es muy simplista la reducción al modelo animal».
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Él mismo se encarga de reducir la posible complejidad que conlleva trabajar con la donación de cerebros. Primero, el interesado en prestar su anatomía solo tiene que rellenar un simple consentimiento informado que habilita que se haga efectiva en el momento de la muerte, con un tiempo límite de diez horas. Completada la gestión y traslado del donante, llega el momento de la extracción. «Es como si hiciéramos una fotografía», expresa en una operación que no se prolonga más de dos horas. Posteriormente, las muestras se almacenan en formol, el hemisferio izquierdo, y en congeladores, el derecho.
A partir de un estudio postmortem , el tejido cerebral recopila toda la información para determinar qué enfermedades presentaba la persona donante. Pero también el BTN-INCYL recibe solicitudes y órganos de pacientes sin patologías . «Para la investigación, son útiles tanto los sanos como los enfermos», asegura Herrero.
Durante sus doce años de historia, este centro sin ánimo de lucro, dependiente del Instituto de Neurociencias de la Universidad de Salamanca acumula 92 extracciones ( 42 en Salamanca, 35 en León, 8 en Burgos y 5 en Valladolid) y tiene 572 inscritos que han firmado los consentimientos (209 en León, 150 en Salamanca, 144 en Burgos, 46 en Valladolid y 23 en el resto de las provincias). Datos de los que presume su director, que aclara que el BTN-INCYL presenta los mejores datos de donantes potenciales entre los restantes 14 biobancos repartidos a nivel nacional.
Sus actuales estadísticas llegan a triplicar a las presentados entre 2011 y 2017, etapa en la que se habían recibido 31 donaciones efectivas e inscrito a 217 donantes. Todo ello teniendo en cuenta, además, el «parón generalizado» durante la pandemia del Covid-19 al no poderse hacer en toda España autopsias clínicas ni tampoco extracciones de cerebros. «Poco a poco, hemos vuelto a retomar las donaciones de forma más o menos normal» , refleja Herrero, que detalla a su vez que durante este año ya se han extraído nueve en Castilla y León.
Pero más que normalidad, las cifras reflejan un notable incremento que Herrero encuentra su razón en la divulgación de las donaciones. «Nos dimos cuenta que era esencial visibilizar la posibilidad de que existiera una acción de acceder a lo que era una gran donación desconocida», manifiesta Herrero, que logró que su convicción se trasladase a la sociedad mediante el «boca a boca» con charlas divulgativas, informaciones en los medios de comunicación y en las redes sociales .
«Si lo explicamos bien y se ven todas las bondades de la donación de cerebros, al igual que somos una sociedad muy solidaria para donar órganos, podemos serlo perfectamente para la donación de cerebros», asevera.
La edad no es un impedimento, pudiendo encontrar donantes de 18 años hasta de más de 80. En cambio, el perfil medio se sitúa en mujeres de entre 50 y 60 años, llegando a acaparar el 65% de registrados.
Pero entre charlas divulgativas o conferencias, el gran anzuelo se encuentra en las seis palabras del lema que representa al BTN-INCYL: ‘Donar hoy para poder curar mañana’ . «Con la investigación, podríamos curar millones de vidas en un futuro», por lo que las extracciones no se anclan en Salamanca, sino que son cedidos a investigaciones punteras para profundizar al máximo en las enfermedades neurodegenerativas.
«Estamos en un mundo globalizado y la ciencia es globalizada» , argumenta Herrero, que indica que han llegado a ceder muestras a científicos de Australia , además de a España. «Ahora estamos preparando un pedido a Suiza» , añade.
Entre los diagnósticos remitidos, el director del BTN-INCYL lamenta que el Alzheimer es la «estrella» de las enfermedades neurodegenerativas . Sus datos reflejan que esta demencia y otras de la misma rama han sido detectados entre 40 y 45 de los 92 donantes de la institución. Con menos prevalencia se encuentran el Parkinson, Enfermedad de Huntington, Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), Ataxia cerebelosa o enfermedades raras. Pero hay casos en los que no hay una enfermedad neurológica evidente, lo cual se define como «control» y que para Herrero motiva la donación con el fin de encontrar las diferencias entre cerebros sanos y enfermos.
«Son la pandemia del siglo XXI» , refleja, atisbando el mal que acecha a la salud mundial con la previsión de que en 2050 sean aproximadamente tres millones de personas en todo el mundo las que padezcan una enfermedad neurodegenerativa. Por ello, además de la visibilidad, Herrero considera que es importante la financiación. «Nuestro centro necesita apoyo institucional y privado para poder continuar nuestra labor e intentar mejorar cada vez más nuestros servicios», concluye.