Diario de Valladolid

Los vecinos de Delicias rechazan el centro de refugiados: «No queremos ser un gueto»

La reunión con el Ministerio acaba de forma abrupta al grito de «no al centro, no queremos más problemas» / «Hemos sido engañados desde el primer momento», les recrimina el presidente de la Asociación vecinal

Reunión en el Centro Cívico de Dellicias sobre el Centro de Refugiados.-PHOTOGENIC

Reunión en el Centro Cívico de Dellicias sobre el Centro de Refugiados.-PHOTOGENIC

Publicado por
Santiago G. del Campo
Valladolid

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Los vecinos de Las Delicias pronunciaron este lunes un grito claro y al unísono en su reunión con representantes del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones: «¡No al centro de refugiados!» . El encuentro, celebrado en el Teatro Canterac, en las instalaciones del Centro Cívico del barrio, fue un fiasco absoluto, un fracaso total, si lo que pretendía el Gobierno de Pedro Sánchez era convencer a los paisanos de las bondades del proyecto: «¡Nos contais una milonga!»; «¡Si tan bueno es, lleváoslo a vuestro barrio!»; «No queremos que esto se convierta en un gueto», proclamaban los vecinos una y otra vez, interrumpiendo las intervenciones de los funcionarios.

Y es que el lamentable encuentro de este lunes ejemplificó a la perfección la enorme distancia entre las políticas diseñadas en los despachos de los ministerios y las necesidades del común de los mortales . Mientras los vecinos formulaban preguntas sobre las necesidades más cotidianas de su distrito, reclamaban más servicios para el barrio e interpelaban por qué les falta limpieza o supermercado, escuelas, guarderías e incluso ambulatorio en la zona de Delicias y Hospital Nuevo, los representantes gubernamentales respondían hablando de fondos europeos, concretamente de los ‘Next Generation’, del programa de Recuperación y Resiliencia, o recitaban datos como que en los últimos años España ha pasado de sostener 15.000 refugiados a la friolera de 36.000 el pasado año.

«Necesitamos más plazas para acoger a refugiados. Se trata de utilizar estos fondos europeos para poner en funcionamiento más plazas públicas, porque si no, los perderemos» , explicaba Carlos Mora , el director general de Atención Humanitaria, como si eso les importara lo más mínimo a los vecinos del barrio. «Ya tenemos el Zambrana, y el San Viator, y hemos acogido a todas las familias desalojadas del antiguo Poblado de La Esperanza», explicaban representantes vecinales. «Este barrio ya ha demostrado su solidaridad, busquen ustedes otros», espetaban.

«¿Por qué saben que este barrio es el idóneo? No queremos más problemas», preguntó una representante de la Asamblea Familiar Delicias . «Porque necesitamos un solar de 9.000 metros cuadrados, y el que nos cede el Ayuntamiento cumple las características que buscamos», responde Mora, el director general. Y así todo. 

El que soportó más presión fue, no obstante, el subdirector general de centros de acogida, Rafael Núñez . Fue el más imprecado de todos, después de que recitara una y otra vez las características que debe tener un refugiado para que le sea concedido tal reconocimiento ; las fases por las que pasa; cómo entra en un programa y en otro; cómo recibe ayuda psicológica; acude al gimnasio, y luego consigue un trabajo y puede prescindir de los subsidios y alquilarse un piso .

«¿Pero sabe usted cuántos en esta sala están en el paro y no pueden pagarse un gimnasio? », le interrumpió un vecino. Le siguen decenas de frases igual de lapidarias aquí y allá, entre vecinos que portan cada uno, un cartel que reza: «¡No al centro de inmigración» .

Inmigrante y refugiado

El funcionario intenta explicar que no es lo mismo un inmigrante que un refugiado . Y sigue con la retahíla de que el Ministerio les concede ayuda por 18 meses o dos años –a los refugiados– , y que lo primero que se hace es escolarizar a los menores que llegan al país. Que en 2014 España recibió 5.000 solicitudes y que este año vamos allegar a 180.000 «sin contar los ucranianos».

Nuevo revuelo entre el público: «¡A costa de los impuestos de todos!», apunta una vecina. «¡Qué bonito, parece que nos están haciendo un favor!» , espeta otra. «Que se lleven el centro a Parquesol», añade un señor de mediana edad visiblemente molesto. «¡Todo son milongas!». «¡Llévelo a su barrio!»...

La intervención más aplaudida fue la de la presidenta de la asociación Nuevo Hospital –la parte más concreta del barrio de las Delicias donde está previsto ubicar la edificación–, Laura Martínez . «Tenemos recogidas 1.500 firmas en un barrio de 2.000 habitantes» , esgrimió, para mostrar que el rechazo vecinal está acreditado . Agradeció la intervención de los funcionarios, aun cuando la calificó de «un poco sesgada» . «La credibilidad de su discurso es un poco dudosa», reprochó, antes de preguntar cuál sería el número máximo de refugiados acogidos, si el Gobierno asegura que los fines de ese centro no van a cambiar nunca o exponer una larga lista de servicios que faltan en el barrio . «¿Por qué no invierten antes en solucionar la falta de servicios del barrio, y solucionan lo de dentro antes de solucionar lo de fuera?», interpeló.

«Esta reunión llega demasiado tarde», subrayó Martínez. «Nos sentimos frustrados, traicionados y ninguneados» . También comparó otros centros de refugiados que mencionaron los representantes gubernamentales, ubicados en Madrid. «El centro de Vallecas tiene 96 refugiados para un barrio de 100.000 personas. Este va a ser un centro para 200 refugiados en un barrio de 2.000» , destacó. «Y si fuese tan beneficioso, seguro que el centro se hubiera instalado en el Barrio de Salamanca y no en Vallecas». También dudó Martínez de esos «cinco millones anuales» que aseguran los técnicos que traerá de beneficio a la ciudad ese centro de refugiados. El broche final a sus palabras fue una aseveración que todos los asistentes aplaudieron: «¡Haremos lo que tengamos que hacer para evitarlo!».

«Estos fondos son europeos. Son una partida que se tiene que destinar solo a esto» , respondió Mora, impertérrito en su estratosfera, como si alguien estuviera hablando de eso. Cada vez que hablaba él o su compañero Núñez, más se calentaban los ánimos del público .

«¡Señores: no!»

El presidente de la Asociación de Vecinos del barrio de Delicias, Luis Miguel Trapote , intervino para reprochar a los funcionarios. «Nos acaban de contar la clásica publicidad de izquierdas. La concejala anterior [la del Gobierno municipal del socialista Óscar Puente] nos informó cuando todo estaba finiquitado. Hemos sigo engañados desde el primer momento por la concejala de Servicios Sociales . Ahora nos dicen que hay diez días para decidirse y yo les digo: ¡Señores, no!» , proclamó.

Alguien que se presentó como trabajador del centro San Viator relató cómo llegaron al centro –ubicado también en Las Delicias– 87 refugiados de Ucrania «desalojados de Salamanca, porque no podían con ellos». Aseguró que causan destrozos y que roban «hasta a los gitanos» . «¿Qué más queréis? ¡No tenéis ni idea!, les reprendió. «¡Queremos poder convivir en paz!» .

Ante tal petición desesperada, el funcionario respondió en tono monocorde sobre los trámites de la edificación , y que los centros más efectivos son los de entre 100 y 200 personas.

Un histórico militante de izquierdas tomó el micro después para intentar defender el proyecto, y para decir que en esa reunión alguien estaba manipulando. No tardaron en cortarle en seco, todos al unísono, para levantarse del asiento y desconvocar el encuentro de forma abrupta . Pese a los intentos del concejal de Urbanismo y Vivienda, José Ignacio Zarandona , por llamar a la calma, uno de los vecinos tomó el micro para situarse junto al escenario y criticar vehementemente el proyecto. Tanto Zarandona como la subdelegada del Gobierno, Alicia Villar , tuvieron que esperar a que terminara la intervención. 

«Ya no tiene ningún objeto este encuentro», admitió el concejal, para darlo por terminado. El mismo Zarandona había asegurado por la mañana que el Ayuntamiento «tomará en cuenta la opinión de los vecinos» antes de tomar la decisión de ceder definitivamente la parcela. Si cumple su palabra, los vecinos inclinaron ayer contundentemente la balanza , y la inclinaron del lado del no .

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