El aeródromo de Matilla en Valladolid recuerda a los pilotos del ultraligero accidentado en el Duero
Aviones de acrobacias protagonizan un homenaje a Guillermo Álvarez y Beatriz Cantos tras su fallecimiento a bordo de la aeronave que despegó desde esta misma pista
El aeródromo vallisoletano de Matilla de los Caños acoge durante este sábado un homenaje a Guillermo Álvarez y Beatriz Cantos, los dos pilotos que fallecieron a bordo del ultraligero que se estrelló en el Duero el pasado mes de diciembre. Un suceso que conmocionó a toda la población y cuyo seguimiento se prolongó hasta el 2 de enero, cuando fue hallado el cadáver del varón después de intensas jornadas de búsqueda . Ahora, meses después de aquel trágico vuelo, el sonido de los motores de las aeronaves ha vuelto a rugir para recordar a los dos tripulantes, con unas jornadas de homenaje en las que los aviones acrobáticos han surcado el cielo en un impresionante espectáculo.
Este sábado, desde aproximadamente las 18.00 horas, los primeros aviones surcaron el cielo encadenando una tras otra inverosímiles acrobacias con las que los pilotos demostraron su destreza y aplomo . Vuelos invertidos, tirabuzones y picados fueron solo algunos de los movimientos con los que sorprendieron a los asistentes, incapaces de desviar sus ojos de los coloridos aviones que dejaban marca de sus virguerías gracias a sus estelas.
Con este espectáculo, el aeródromo de Matilla quiso recordar a los dos pilotos fallecidos con lo que fue un emotivo homenaje. También tuvo lugar una misa, tras la cual se dio comienzo al espectáculo aéreo en el que participaron varios aviadores con sus respectivas aeronaves.
Precisamente, fue desde esa misma pista desde la que despegó el ultraligero accidentado hace ahora algo más de cuatro meses. Lo que se preveía como un recorrido breve tras una reunión con motivo de la patrona de los pilotos se tornó en desgracia cuando horas después seguía sin haber noticias de la aeronave . Los primeros rastreos barajaron la posibilidad de que hubiera acabado en aguas del cercano río Duero tras volar demasiado bajo y enredarse con unos cables, y precisamente fue en este cauce donde aparecieron los primeros restos a unos tres metros de profundidad.
La agilidad de la Guardia Civil y el resto de cuerpos que participaron en el operativo de rescate permitió recuperar el cuerpo de la piloto del interior del fuselaje en los días posteriores al accidente, sin embargo con su compañero la situación se tornó mucho más traumática. A medida que pasaba el tiempo se disipaban las esperanzas de encontrar el cadáver, puesto que una vez recuperado el avión se confirmó que Álvarez no estaba en su interior.
Hubo que esperar 17 días hasta que finalmente se localizaron los restos del piloto a cuatro kilómetros del lugar del siniestro, lo que permitió poner punto y final al sufrimiento de su familia y de los vecinos de la localidad vecina de Geria, de cuyo ayuntamiento Álvarez era concejal.