Diario de Valladolid

VADILLOS

El barrio de las cervezas de Valladolid que doblegó a un río

El ramal sur de ‘la Esgueva’ es protagonista de la vida de este barrio de Valladolid que comenzó alojando a hortelanos y con el desvío del cauce, en 1910, a obreros del ferrocarril, de las tres cerveceras de la época y de los desaparecidos talleres ‘Miguel de Prado’.

Imagen Foto antigua Papel 1920 s - COL_02529

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Santiago G. del Campo
Valladolid

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Sus tres fábricas elaboradoras le procuraron un mote particular a finales del siglo XIX y principios del XX: ‘El barrio de las cervezas’ . Los Vadillos se debatía entonces entre el intenso olor del fermentar de la cebada y el lúpulo, el dudoso aroma del río al aire libre, con sus desperdicios sin regulación alguna, y los negrísimos humos de la fábrica de cerámica Eloy Silió , la pesadilla de las amas de casa que no sabían cómo ingeniárselas para quitar el hollín de la ropa y las habitaciones. Por fortuna, todo eso ha cambiado y los Vadillos se ha convertido en un lugar céntrico con muchas ventajas para vivir.

El ramal sur de ‘la Esgueva ’ –único río de España de género femenino, según los lugareños–, atraviesa el corazón del barrio aunque no lo parezca. El cauce se desvió en 1910 pero los cursos de agua son pertinaces, como los elementos, y sigue fluyendo bajo tierra, en la Plaza de Vadillos , en las calles, bajo los puentes, los arcos y las bóvedas de piedra que permanecen enterradas, como vestigios del olvido, en el subsuelo.

La Esgueva fue protagonista de los primeros asentamientos de la zona, en la que solo hubo hortelanos durante centurias. Su desaparición causó un cambio drástico en el perfil de los vecinos, a principios del siglo XX, con la llegada de obreros que cumplían su jornada laboral en los talleres del recién inaugurado ferrocarril o en aquellas tres industrias cerveceras de la zona. También en los grandes talleres ‘Miguel de Prado’ , auxiliares del ferrocarril desde 1875, aquellos en los que quería trabajar todo aprendiz de fresador o tornero de la primera mitad del siglo XX. Llegó a emplear a un centenar de trabajadores y permaneció en activo hasta los 70. 

Tan importante fue el río en el distrito que incluso a él (o ella) le debe su nombre. Un  vado, en la primera acepción de la palabra según la Real Academia de la Lengua, es el ‘lugar de un río con fondo firme, llano y poco profundo, por donde se puede pasar andando, cabalgando o en algún vehículo’. Vadillos se refiere a los pequeños vados que causaba la Esgueva en la plaza y sus alrededores, puesto que en las demás zonas se solía cruzar el cauce a través de puentes bien construidos. 

En la mente de los más veteranos está aún vivo el ‘recuerdo’, adquirido por tradición oral, de las grandes inundaciones provocadas por la Esgueva, principalmente la del 28 de marzo de 1924, que anegó más de 400 casas y dejó sin vivienda a centenares de familias. Pero también las hubo en 1913 y 1926, porque el colector era incapaz de gestionar tanto caudal.

Otro de los grandes protagonistas del barrio durante la mayor parte del siglo pasado, y que ahora cobra más actualidad que nunca, es el cuartel de la Guardia Civil, abandonado hace una década. Preside, en un marco paradójico de preeminencia y decrepitud, el ágora central.

Se trata de un edificio del que el barrio lleva mucho tiempo deseando deshacerse, y sin embargo, otra paradoja, constituye una esperanza para su futuro. Y es que uno de los problemas fundamentales de la zona, como de tantas otras, es la despoblación. Vadillos ha perdido más de un tercio de sus  vecinos en los últimos 30 años, desde los 6.235 que registraba el censo municipal en 1991 a los solo 4.121 del pasado ejercicio 2022. Una caída que roza el 34%. Para paliar el problema, los vecinos están inmersos en el gran proyecto de convertir el viejo cuartel en 63 viviendas de alquiler para jóvenes. 

« El barrio está envejecido. El 32% de la población ha rebasado los 65 años. O lo rejuvenecemos, o se va a pique» explica, en respuesta a este periódico, Jesús Ángel Valverde, presidente de la Asociación de Vecinos de Vadillos, Circular y San Juan (con más de 17.000 vecinos en conjunto), denominada  ‘Bailarín Vicente Escudero’. El representante vecinal posee un profundo conocimiento del distrito y de todos los de Valladolid, un saber heredado de sus 45 años de andadura en el área de Urbanismo del Ayuntamiento.

VIVIENDAS

Aparte de la transformación en viviendas, «pedimos desde hace tiempo que parte del solar del antiguo cuartel se incorpore al Centro de Salud», explica. Así se podría paliar otra de las demandas del barrio: solucionar la saturación de un centro que atiende «8.000 cartillas más de lo que está previsto, con 21.000, cuando estaba pensado para 13.000 ».

Han llegado últimamente buenas noticias para uno de estos proyectos por parte de la Junta de Castilla y León, propietaria del cuartel y gestora también del centro sanitario. La Administración autonómica ha consignado en los Presupuestos Generales de la Comunidad «medio millón de euros para demoler el cuartel y licitar el proyecto de las nuevas viviendas», aunque « del Centro de Salud aún no sabemos nada », reconoce Valverde.

Por otro lado, la asociación vecinal pide una renovación de la Plaza de los Vadillos. «Hay que buscar una mayor funcionalidad de los espacios, como el dedicado a juegos infantiles que, al estar junto al cuartel, anda desangelado», apunta.

Pero el distrito cuenta con muchos más pros que contras, a juicio del presidente de los vecinos. «Se trata de un barrio histórico, muy bien situado, con buenos espacios y bastantes dotaciones», señala. «Es un buen lugar para vivir porque estás en el centro, no tienes necesidad de coger el coche para nada , y otro aspecto a favor de venir a vivir aquí es el precio de las viviendas, que no es muy alto».

Entre esos nuevos espacios y dotaciones que menciona Valverde, quizá el de la Plaza de la Danza sea el mejor ejemplo, habilitada en la última década del siglo XX. Tras muchos años de lucha, los vecinos consiguieron forzar el cierre de la fábrica de cerámica ‘Eloy Silió’, esa que tiñó de negro el barrio, durante décadas, con la espesa ceniza de su empinada chimenea, uno de los dos elementos arquitectónicos del conjunto fabril, junto con la nave central, que aún se conserva. La Plaza de la Danza es ahora un espacio urbano de 3.500 metros cuadrados con un escenario y capacidad para la celebración de eventos culturales.

También es reseñable la transformación del entorno tras el derribo de la última fábrica de cervezas, ‘Cruz Blanca’ a finales de los años 80. Esa elaboradora había adquirido e incorporado a las otras tres que funcionaron en los Vadillos entre 1850 y 1920, y construyó su fábrica en el borde del barrio, al otro lado de la calle Santa Lucía, ya en suelo de San Juan.

Cruz Blanca ’ le cambió el nombre al ‘barrio de las cervezas’, pues la absorción terminó por desmantelar la factoría de la marca ‘ Gambrinus ’ –la misma que la actual franquicia de cervecerías–, y otras como ‘ San Juan ’ para unirse todas en ‘Cruz Blanca’, que sostuvo a más de cien trabajadores. El escudo de la empresa luce aún en la fachada del actual edificio de Tráfico, por el lado de la calle Renedo.

El barrio de huertas se transformó en barrio obrero –aún hay vestigios de las primeras viviendas de principios del siglo XX destinadas a alojar a los operarios–, continuó todo el siglo pasado como barrio obrero y en el XXI se ha convertido en «un barrio intercultural», apunta el presidente de Bailarín Vicente Escudero . En torno al 10% de los habitantes es de otros países.

La barrera del ferrocarril es otra característica incorporada por los paisanos del barrio. «Estamos a favor de la permeabilización», asegura Valverde, que alberga muchas expectativas con el paso de Padre Claret, cuyas obras han comenzado ya oficialmente.

La transformación pendiente en Vadillos es la de la adecuación de las viviendas antiguas a las necesidades actuales por medio de algún plan urbanístico. «Sin esa transformación con ayudas a la rehabilitación , los jóvenes preferirán irse a otros barrios con viviendas más nuevas», concluye.

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