Diario de Valladolid

ARTURO EYRIES

El barrio 'olímpico' de Valladolid marcado por un incendio y un ilustre farmacéutico

Debe su nombre a un ilustre farmacéutico, aunque bien podría llevar el de un deportista, ya que tiene el deporte en su ADN, con el club de fútbol base más antiguo, el polideportivo Pisuerga y sus partidos de baloncesto y exhibiciones de gimnasia o la primer pista de Parkour, disciplina que prevé participar en las Olimpiadas de Los Ángeles

Vista general de la antigua harinera el Palero en el barrio Arturo Eyries en 1993.- ARCHIVO MUNICIPAL VALLADOLID

Vista general de la antigua harinera el Palero en el barrio Arturo Eyries en 1993.- ARCHIVO MUNICIPAL VALLADOLID

Publicado por
Alicia Calvo
Valladolid

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Un gran incendio cambió el paisaje del barrio antes de incluso de que este tomara forma. A mediados de los 70, las llamas se desataron a pocos metros de la avenida Salamanca. El humo era visible en gran parte de la ciudad. Procedía del sur. La enorme harinera El Palero se prendía hasta quedar poco más que el esqueleto de la fachada de ladrillo y altos ventanales y algunas naves aledañas que servían de almacenes. Era la principal fábrica de la zona, se levantó en 1912 y estaba en la finca de Vistaverde, a los pies del río Pisuerga.

Hoy, medio siglo después, se conserva parte de su fachada dentro de  un diseño más moderno, una de las obras más significativas del lugar: el Museo de la Ciencia .

Entonces Arturo Eyries estaba conformándose para completar la ciudad por el sur, y ya desde su nacimiento, en la década de los 70 del siglo pasado, no era un rincón urbanístico uniforme.

El deporte, de categorías nacionales y de base,  ha influido en su modelaje y forma parte del ADN del barrio que acoge el histórico club de fútbol base de Valladolid, Los Arces , el más antiguo de la ciudad, que data de 1943

La apuesta deportiva resultó definitiva a partir de que en 1985 se construyera el polideportivo Pisuerga para acoger en ese momento el Campeonato Mundial de Gimnasia Rítmica .

Contenedor de varios eventos deportivos y también musicales –en él actuaron figuras de primera línea como Bob Dylan o Serrat en su despedida– se convertía en una especie de templo baloncestístico cada fin de semana por los partidos de extinto Forum, que arrastraba a generaciones de muy diversa franja y que llevó incluso a algún bar próximo a engalonarse con banderas e imágenes del equipo en el que militaron leyendas como Arvydas Sabonis o que llegó a capitanear el tan querido Lalo García .

De vuelta al 2023, el barrio presume de contener la que fue la primera pista de parkour de Valladolid , inaugurada en 2021. 

Para los no iniciados, se trata de aquellos jóvenes que salen en películas y series ejecutando acrobacias y rebasando a todo meter estructuras y mobiliario urbano mientras el veterano poli les mira con mirada desaprobadora. 

Lo cierto es que se quedó a las puertas de convertirse en deporte olímpico para los próximos juegos de París 2024, pero aspira a serlo en las Olimpiadas de 2028 en Los Ángeles reconociendo la agilidad física y mental que exige su práctica. 

Tan cierto como que si uno o varios deportistas de esa disciplina se pusieran a practicarlo por las calles de este barrio encontrarían con todo un desafío en muy pocos metros: se toparían con un universo urbanístico de contrastes y una especie de cascarón con varias capas que  van descubriéndose al paso del viandante a medida que uno va caminando hacia el interior.  

Frente a barrios ‘planos’ desde el punto urbanístico, parcelas valladas donde crecen preciados pisos en la capa más exterior cerca de la avenida Salamanca, comparten calle con viviendas sociales más en el centro que quedan ocultas; cámaras de seguridad en unas paredes con grafiti de protesta en los bloques de enfrente; idílicos paseos donde a un lado se ve discurrir el río y al otro plazas poco renovadas urbanísticamente; la seguridad de pisar el suelo firme que rodea un museo o un moderno centro cívico (que los residentes llamarán la casa cuna ) junto a una carrera de aceras  y escalones afilados por el tiempo; bares veteranos que comparten tabique con centros de culto; un mercado cuyo segundo piso está dedicado a la espiritualidad; rincones que parecen extraídos del Campo Grande y, casi al momento, la dura piedra de una fuente que hace mucho que dejó de manar. Un carril bici en el puente más bajo de la ciudad, levantado en 1969 primero como el de la División Azul para renombrarse este como el barrio al que atraviesa desde el paseo de Zorrilla hasta la avenida Salamanca.

¿Qué puede unir todo ese batiburrillo? Pues, entre otras cosas, lo que a ese aventurero: la querencia por el deporte en un barrio bien podría llevar el nombre de un mítico deportista, pero lleva el de un ilustre farmacéutico.

Y es que le debe su nomenclatura a un distinguido farmacéutico del ejército del aire que fue miembro de la Real Academia de Farmacia: Arturo Eyries (1893-1970), nieto de Agustín Eyries, quien en 1856 construyó sobre las vías del tren el ‘ arco de ladrillo ’.

Los puntos reconocibles para los foráneos son varios y están alojados en la historia colectiva de la ciudad. Desde el centro de especialidades que atiende a pacientes de varios puntos de la ciudad, el gimnasio ubicado justo enfrente, los ya mencionados polideportivo y Museo de la Ciencia, el campo de fútbol o el monolito de la Hispanidad , rodeado de las banderas de varios países, que también dan nombre a calles y plazas como las de Brasil, Costa Rica, Colombia o Ecuador. 

Desde la asociación vecinal, su presidenta, Pilar Borreguero , resume que se trata de un barrio «de gente obrera, tranquilo, como una ciudad dormitorio, que no tiene demasiada actividad en las calles », y  apunta esta cuestión como uno de los retos a conquistar. «Esa es la lucha, conseguir que sea más participativo». De hecho, en los recientes carnavales, ver la plaza Costa Rica llena de gente disfrazada lo vivió como una pequeña victoria. 

También destaca la importancia de la espiritualidad y la religiosidad en esa zona, ya que cuenta con «cuatro iglesias, dos evangélicas, una de Filadelfia y una católica». 

Dispone de un instituto, el Antonio Tovar , y de dos colegios, Rosa Chacel y Jorge Guillén . Este último es objeto de una reivindicación colectiva. «Un altísimo porcentaje del alumnado es de etnia gitana , y creemos que si payos y gitanos conviven integrados en el barrio también tendrían que hacerlo en el aula. Han nacido en convivencia y no se entiende que en la escuela eso cambie», sostiene.

Hubo un segundo instituto, el Rosa Chacel, pero se cerró. «Pasó a Cultura y ha servido de oficinas para la productora del a serie de Memento Mori , que se rodó en Valladolid».  Ahora, esperan que se utilice con más frecuencia. «Lo último que nos han comentado es que será la sede de la Orquesta Sinfónica Joven », asegura Borreguero.

Para la asociación vecinal, «el problema más grave del barrio son las parcelas privadas de uso público», indica su máxima representante. «Son viviendas sociales que llega un momento en el que sus inquilinos no las pueden mantener. Falta mantenimiento, está sucio , cada vez tienen más tuberías rotas y las comunidades no tienen recursos económicos para repararlo. Estamos luchando con esto». 

Frente a los temas pendientes, están los pequeños grandes triunfos. Cuentan con una gran zona deportiva abierta a todo Valladolid. «El Parkour ha sido un boom. Viene mucha gente de fuera. Lo practican jóvenes de todas las edades. Están muy unidos y son geniales. Nos hemos anticipado al bombazo que será cuando sea olímpico ».

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