Diario de Valladolid

El Centro Nacional de la Gripe detecta grupos desprotegidos ante la posible explosión de la viruela del mono

Se concluye que la cantidad de anticuerpos es notable en los mayores de 50 años y su presencia aumenta con la edad, aunque cae a los 80

Cristina Hernán García, adjunta en Medicina Preventiva y Salud Pública; el jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública del Clínico, José Javier Castrodeza Sanz; y Silvia Rojo Rello; adjunta de Microbiología, el responsable científico y de Vigilancia Virológica, Iván Sanz Muñoz, Virginia Fernández Espinilla, jefa de Sección de Medicina Preventiva y Salud Pública, y el director del centro, José María Eiros Bouza. - ICAL

Cristina Hernán García, adjunta en Medicina Preventiva y Salud Pública; el jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública del Clínico, José Javier Castrodeza Sanz; y Silvia Rojo Rello; adjunta de Microbiología, el responsable científico y de Vigilancia Virológica, Iván Sanz Muñoz, Virginia Fernández Espinilla, jefa de Sección de Medicina Preventiva y Salud Pública, y el director del centro, José María Eiros Bouza. - ICAL

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Redacción de Valladolid
Valladolid

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Un grupo de investigadores del Centro Nacional de la Gripe , ubicado en Valladolid, ha detectado cuáles son los grupos de población que se encuentran más desprotegidos frente al virus de la viruela del mono , cuyo brote en 2022 disparó las alarmas, y, por tanto, aportan cuáles serían los segmentos prioritarios a la hora de tomar medidas de salud pública y priorizar la vacunación.

El trabajo, publicado en la revista científica americana ‘Emerging infectious diseases’, una de las de mayor impacto que traspasa las fronteras europeas, ha estudiado por grupos etarios la posible protección contra la mpox (viruela del mono) entre población vacunada contra la viruela. En concreto, se ha centrado en una cohorte de 162 personas mayores de 50 años, con un grupo control de diez personas menores de 40 y sin vacunar, para detectar la presencia de anticuerpos residuales de la vacuna Smallpox, que fue el suero que se suministró en España hasta el año 1980.

Lo explican a Ical el director del centro, José María Eiros Bouza, y el responsable científico y de Vigilancia Virológica, Iván Sanz Muñoz, quienes precisan que este estudio, en la medida en la que se siguen atendiendo casos y que aún existe vacuna, permitiría delimitar la población diana en posibles campañas de vacunación y, también, afinar en los profesionales sanitarios a los que podría dirigirse, toda vez que su transmisión es por contacto.

El estudio, sin precedentes en España, concluye que en las personas mayores de 50 años la cantidad de anticuerpos es notable y su presencia aumenta con la edad. También arroja que la protección cae a los 80 años, lo que indica que, en potenciales campañas de vacunación, este grupo de población debería también incluirse como grupo diana.

“Hemos visto que más del 57% de la población estudiada tenía anticuerpos y la seroprevalencia variaba por grupos de edad”, con mayor presencia en las personas de entre 71 y 80 años, donde el porcentaje se dispara por encima del 78%, si bien baja de forma paulatina si se retrocede hasta los 50 años, precisa Sanz.

Una posible explicación, más allá de que la memoria inmunológica hubiera desaparecido, es que la vacunación no fue idéntica a lo largo de los 30 años en los que se estuvo vacunando con mayor intensidad en España, y también en Europa. Se frenó a medida que fue cayendo la incidencia de la viruela, hasta el punto de que, si en 1961 se llegaron a administrar seis millones de vacunas en Europa , en los 70, “cuando se comunicaban muy pocos casos y la gente perdió el interés en la vacunación”, las dosis anuales adelgazaron hasta las 725.000, al inicio de la década; las 500.000 a mediados, y apenas 100.000 en el año 1979, que fue cuando se dio por erradicada la enfermedad.

Reflexión histórica

A raíz del brote de viruela del mono el año pasado, se planteó esta hipótesis por parte de un grupo de investigadores del Centro Nacional de la Gripe, uno de los tres centros que existen en España designados por la Organización Mundial de la Salud. Algunas publicaciones comentaban que la vacuna frente a la viruela inducía a una protección cruzada de aproximadamente el 85%, y se observaba que la mayor incidencia se daba en población joven. No obstante, los registros nacionales arrojaban que 813 casos, cerca del 12,5%, se dieron en mayores de 50 años, población para la que en su día estuvo indicada la vacuna.

El grupo se basó en su experiencia en estudios de seroprevalencia, para conocer si un determinado agente infeccioso, que emerge como nuevo o reaparece después de una época de silencio, ha inmunizado a la población; consciente de su capacidad y trayectoria en monitorizar enfermedades infecciosas objeto de vacunación, donde es “pionero” en determinadas zoonosis históricas como la hidatidosis, brucelosis y la francisella. También abordó la investigación aprovechando su trabajo en la evaluación, desde hace 40 años, de la respuesta a la vacunación en personas institucionalizadas en Castilla y León .

“Lo que hicimos fue reflexionar históricamente sobre lo que había pasado a finales del siglo XVIII, cuando Edward Jenner descubre las vacunas en el Reino Unido. Hizo un ejercicio conceptual, que a nosotros nos sirve, pero que es un fenómeno inverso. Ve que las ordeñadoras de vacas se inmunizaban contra la viruela humana, y nosotros lo que hemos visto es que la circulación de un virus humano podía proteger frente a un virus animal”, resume Eiros a Ical.

El trabajo lo firman diez investigadores, todos del Centro Nacional de la Gripe y doctores en los hospitales Clínico Universitario y Universitario Río Hortega de Valladolid . Además de José María Eiros e Iván Sanz, participan el jefe del Servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública del Clínico, José Javier Castrodeza Sanz; Silvia Rojo Rello, Laura Sánchez de Prada y Marta Domínguez-Gil González, adjuntas de Mircobiología; Virginia Fernández Espinilla, jefa de Sección de Medicina Preventiva y Salud Pública; Cristina Hernán García, adjunta en Medicina Preventiva y Salud Pública; Javier Sánchez Martínez, técnico superior de Laboratorio de Diagnóstico Clínico, y Raúl Ortiz de Lejarazu, consejero científico.

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