Diario de Valladolid

Al calor de un negocio cada vez menos rentable

Valladolid cuenta con una decena de puestos de castañas asadas, la mayoría negocios familiares, distribuidos en las zonas más céntricas para ayudar a combatir las temperaturas invernales

Begoña García, castañera de Valladolid. J.M.LOSTAU

Begoña García, castañera de Valladolid. J.M.LOSTAU

Publicado por
Rocio Arévalo

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«Espera que venga la jefa», exclama un hombre desde el puesto de castañas asadas de la calle Constitución mientras prepara este fruto otoñal para echarlo a la sartén. Así nos reciben en el quiosco de Begoña García , donde su marido se dedica a rajar decenas  de castañas para preparar los primeros cucuruchos de la tarde. 

A pesar de no ser una jornada especialmente fría, se agradece el calor del puesto, calor que usan los propios castañeros para soportar las frías temperaturas de Valladolid durante la temporada de venta, entre los meses de octubre y finales de enero, ya que «abrimos todos los días de la campaña». Y aunque las temperaturas invitan a pasear, el Mundial de fútbol reduce el número de personas en el centro de la ciudad. Begoña comienza a remover las castañas mientras escucha la tanda de penaltis de España en la radio, esperando a los primeros clientes. « Es la mejor castañera y la más simpática de Valladolid » indica un comprador junto a su mujer, tras adquirir una docena de castañas, mostrando ambos una total confianza con Begoña. « Llevo en el negocio 28 años , el puesto era de mis suegros» señala García como explicación a esta familiaridad con los clientes. 28 años de una profesión en la que ha podido desarrollar amistad con algunos de ellos. 

Este pequeño puesto de la calle Constitución, frente al Corte Inglés, demuestra tener fama en la ciudad; bien por su producto o bien por sus gerentes,  y atiende casi a media docena de personas en unos cinco minutos; algunos atraídos por el calor, otros por el olor y otros por el hambre. A pesar del goteo constante de clientes de todas las edades que se acercan a este quiosco, la crisis energética ha mermado el interés de los consumidores en este fruto, « se nota la subida del carbón y la luz , sobre todo en el cliente, ya que muchos en lugar de comprar una docena, compran media», señala la castañera. Sin embargo, pese al incremento en el precio de los recursos energéticos y de las materias primas, Begoña explica que siguen ofreciendo una docena de castañas a tan solo tres euros , precio de referencia también para los otros nueve quioscos de la ciudad.

La rentabilidad es un nuevo problema para los castañeros. El negocio cada vez presenta mayores dificultades por el aumento del precio de las castañas, que además este año han sufrido una disminución en la cantidad recolectada a causa de la sequía. «Hay años que sí es rentable y otros que no. Depende de si la castaña viene bien . Hay que tener en cuenta que nosotros tenemos que escoger las buenas», explica en referencia a su producto, el cual supervisan que esté en perfectas condiciones para su venta, y, que como ella misma explica, viene de El Bierzo y es de primera calidad. Asimismo, el puente de diciembre ha servido para que el negocio aumente sus ventas por la llegada de turistas y las visitas de los vallisoletanos al centro de la capital con el fin de disfrutar del ambiente navideño. Un incremento de ventas que, con suerte, también llegará con las próximas Navidades y que se extenderá con las temperaturas invernales, que atraerán a los ciudadanos a estas pequeñas tiendas en busca  de calor.

No mucho más lejos del puesto de Begoña, si se siguen las enormes luces de la calle Santiago en forma de regalo, que iluminan la travesía desde la plaza Mayor a la plaza de Zorrilla y  que dan la sensación de que la noche aun no ha llegado a la ciudad, se puede encontrar otro de estos quioscos de castañas, decorado para atraer compradores con pinturas de este fruto. Pese a la espectacular iluminación navideña y la de la propia calle, el puesto se encuentra en una zona algo más oscura, lo que hace que resalte más la luz que sale de su interior. En él se encuentra Vanesa Sáez , una veterana de la venta de castañas asadas. A ella la profesión de castañera le viene desde la cuna, por tradición familiar. «Llevo toda la vida, desde que he nacido. Lo he heredado de mis padres y abuelos », indica mientras revuelve unas decenas de castañas para evitar que se tuesten demasiado. Para ella, la preparación y venta de este producto es algo heredado y que proseguirá en la familia, al menos una generación más, « mi hija va a seguir con ello », declara orgullosa.

El puesto de Vanesa se encuentra ubicado en la encrucijada entre la calle Santiago y la Plaza de Zorrilla, una ubicación expuesta de manera muy directa a las gélidas temperaturas invernales y a fenómenos como la lluvia. Sin embargo, lo tiene claro « abrimos todos los días, aunque caigan ‘chuzas’ » y señala que lo mejor para combatir el frío es el propio calor del carbón que utilizan para asar las castañas, si bien es cierto que utiliza «una estufa para cuando refresca» más. Sin reparo, Sáez enseña varios sacos de gran tamaño de carbón, así como los de castañas «son de El Bierzo, de las mejores», explica.

No obstante, se muestra muy  disgustada por el precio de la energía, «nos piden 443 euros por 40 días , porque dicen que el Gobierno tiene congelada la luz y la energía», denuncia. Sin embargo, sostiene que las ventas van bien, en parte por la buena ubicación de su quiosco. «Estamos en un puesto en el que la gente al salir a pasear, nos ve y suele picar», señala, y añade sobre sus clientes que «quitando algunos ‘viejillos’, que son los que más protestan, la gente sí que compra y con el puente viene gente de todos lados».

Asimismo, otro factor de venta en este puesto es la propia Vanesa y su fama entre los clientes, « me conocen ya de años y vienen », asegura; y es que Vanesa lleva años ejerciendo esta profesión y esa es una garantía que asegura la calidad de su producto.

A  pesar de ello, Sáez cree que este negocio tiene cada vez menos rentabilidad, «yo vengo de la feria y eso sí da. Esto es un día a día. Esto no te da para ahorrar, te da para ir comiendo », explica.

La venta de castañas asadas continuará por el centro de Valladolid durante el invierno, a pesar de las dificultades económicas por las crisis energéticas, puesto que es un negocio de tradición más que de rentabilidad. No se puede adivinar cómo será el futuro de estos negocios -la mayoría de orígenes familiares-, pero este año se podrá seguir disfrutando de este fruto otoñal como forma de paliar el hambre y el frío o como descanso en una jornada de compras navideñas en el centro de la ciudad en una campaña que se extenderá casi hasta finales de enero, con la esperanza de los castañeros de que su quiosco recupere la rentabilidad o, por lo menos, pueda  seguir dándoles de comer durante la temporada.

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