Los últimos románticos del videoclub en Valladolid en tiempos de Netflix
Llegaron a ser 128 en la provincia. Dos negocios de alquiler de películas sobreviven en la ciudad y una decena en Castilla y León: el Sesión Continua, en Rondilla, y el Coliseum, en Delicias, con varias decenas de fieles que aprecian las recomendaciones de tú a tú, el formato físico y no han sucumbido a las plataformas / «La pandemia nos dio la estocada. Esto ya no se renueva»
Oye, Miguel ¿Qué me llevo?». Casi 40 años escuchando y respondiendo a esta pregunta en Delicias y Rondilla en dos videoclubs. Sí. Todavía existen dos a pie de calle en Valladolid, resistiendo al intangible y ubicuo poderoso adversario ‘streaming’. Una lucha diaría que bien podría servir de argumento de una película conmovedora, de aquellas en las que el factor humano vence a la fría y precisa tecnología.
Aunque se ha ganado la vida alquilando ficciones, la vida real es la vida real, y Miguel Garrido, referencia histórica del sector en Valladolid y en Castilla y León no cree que los créditos finales tarden en salir.
Mientras tanto, los vecinos de Rondilla y Delicias tienen a su alcance un contenido extra que ningún otro vallisoletano disfruta tan cerca. En ambos barrios sobrevive uno de esos templos del séptimo arte que ya se ha convertido casi en reliquia.
El Sesión Continua, regentado por Miguel Garrido en Rondilla, es uno de los primeros que abrieron cuando él contaba 26 años. Tiene 62. Entonces la opción del cine en casa accesible gracias a las cintas VHS hacía temblar a las salas de cine. Ahora es uno de los dos videoclubes que sobreviven en Valladolid –alcanzan apenas una decena en Castilla y León– con un puñado de incondicionales que acuden cual romería de fin de semana a palpar los últimos estrenos y llevarse el DVD en su caja de plástico que deben devolver uno, dos o varios días después de alquilarlo.
El otro lo lleva Celso Díez en Delicias. Es el Videoclub Coliseum y también se resiste a desaparecer en un panorama que ha pasado de 64 locales en la capital, que sumados a los de la provincia llegaban a 128, a tan solo estos dos solitarios por los que aún procesionan fieles en búsqueda desde los clásicos a últimos estrenos.
Como siempre, las películas populares que antaño llegaron a identificarse como el género blockbuster siguen siendo la base del negocio. Garrido recuerda que los nuevos títulos están disponibles «dos meses después de su estreno en cine». Y en ese terreno, los superhéroes, sinónimo del cine familiar, arrasan. «Marvel siempre tiene tirón, también la última de Batman y las de James Bond», indica Miguel Garrido, que con placer de cinéfilo afirma que el cine español gusta. «Se alquila bien porque además es bueno. Es una de las partes fuertes y este año hay varias películas y se las están llevando. Está El buen patrón, La abuela, Maixabel...», comenta quien no olvida las colas fuera del local, ya no solo con la pretensión de alquilar ese mismo día, sino para reservar en un cuaderno los pelotazos como Pretty Woman, Ghost... «Son dos de las que más negocio nos hicieron en aquella época».
Eran tiempos en los que algunos tenían dos o hasta tres carnés de los videoclubs más próximos. Ahora recibe clientela de toda la ciudad. «Hasta de los pueblos». Tiene varias decenas de fijos y su trato es casi familiar. «Charlamos. A veces de la familia. Me preguntan para que les recomiende porque ya me sé sus gustos».
Desde su Coliseum en Delicias Celso da cuenta de las tendencias. «Esta última semana ha alquilado Uncharted, la nueva de Spiderman y de la Way Down». También sabe cuáles son los clásicos por aclamación popular: «Érase una vez en América, la saga de El Padrino, los Harry Potter, Troya o Piratas del Caribe. Y Titanic, que se continúa alquilando todavía».
Miguel Garrido recuerda las etapas «de esplendor» de los videoclubs. «Fue con el nacimiento del DVD, tras ofrecer solo cintas de vídeo, el clásico VHS, llegó el DVD y fue un boom. Eso terminaba con las películas que se quedaban enganchadas en el vídeo. Era el primer formato digital, ya empezados los 90, y mejoraba mucho la calidad. También en los bares y sitios de copas pusieron su espacio y la gente se acercaba a los bares a ver pelis», habla en referencia a un tiempo muy lejano. «Los fines de semana esto se llenaba. Reservábamos. Se alquilaban varias películas, una para el niño, otra para la mujer, para el marido...», expone sobre cuando la oferta cinematográfica era residual y la gente optaba por meterte el cine en casa.
Lo mismo enuncia Celso, que acumula dos décadas al frente del Coliseum, entre Arca Real y Zapadores. Las colas, las reservas, el qué peli me recomiendas para reirnos, cuál para sumergirse en el misterio y el ajetreo que ahora es puntual, sobre todo después de la pandemia.
Después irrumpió el huracán de las series, pero no duró. «Las series murieron antes que las películas porque los que las siguen quieren inmediatez y ver los capítulos ya», indica Miguel.
Celso, algo más joven en este sector, resume las etapas quemadas y los enemigos a batir: «Desde cuando abrí, a finales de 2001, hasta 2007 fue bien». Pero se empezaron a concatenar una serie de competidores, algunos desleales. «Con la piratería en 2007 y 2008 fue decayendo hasta la aparición de plataformas y la pandemia dio el estocazo». «Hay compañías que dejan de sacar material físico y lo meten directamente en las plataformas». Y ante el desolador panorama, Celso suena como esos protas de acción ya veteranos a los que quieren retirar pero son duros de roer: «Mi plan de momento es aguantar».
Lo que no quiere decir permanecer inmóvil. El secreto para sobrevivir en tiempos de Netflix no está solo en el amor que profesan al cine ellos y quienes poseen en carné de socio, que también, sino en completar su negocio con otras fuentes de recursos. Junto a los expositores de Sesión Continua en Rondilla (llegó a tener un segundo local en Delicias) se venden accesorios tecnológicos.
Acompañando a los estantes repletos de clásicos y de novedades del Coliseum en Delicias hay un suculento apartado de dulces, bebidas y kiosco.
Su clientela habitual tiene más de 30 años y no se ha dejado seducir por las plataformas digitales. «Son de hace tiempo. Algunos quieren quitarse el problema de elegir y que se lo resuelvas. También son unos románticos de esto. De lo físico. De ojear las películas», describe quien junto a su mujer regenta el mítico Sesión Continua y atesora en su local ya 8.000 películas de todos los tiempos.
Celso apunta que entre su parroquia «queda gente a la que le gusta ver el producto. Todas las pelis delante. No en la plataforma que como no tengas todas hay títulos que no puedes ver». Y reconoce que él es un «romántico» de su trabajo. «Siempre me ha gustado el negocio este. Vienen y comentamos la película. Somos de la familia ya casi de tanto vernos a diario».
Los precios son más asequibles que en tiempos de bonanza y la flexibilidad a la hora de devolverlas también es algo mayor. En Coliseum, por ejemplo, «los más estrenos cuestan 2,20, el fondo de catálogo 1,80 por 24 horas. Fines de semana algunos títulos, las más antiguas, hasta el lunes».
Pasan las semanas y ahí continúan el Coliseum y el Sesión Continua. «Renovarse esto ya no se renueva. Nos dicen que aguantemos para que no pierdan ese rinconcillo que también les pertenece a ellos. Podremos hacerlo uno o dos años, pero ya me tendré que jubilar. Vivo esta etapa sin nostalgia. El mundo cambia y ya está», expone Miguel.
Mientras, recomiendan la película, la comentan después cara a cara, hablando de cosas de la vida y ese ritual es un extra que ninguna Netflix ofrece.