Diario de Valladolid

Adiós ciudad, hola pueblo

El programa Holapueblo permite a siete familias instalarse en localidades de Burgos, Valladolid, Palencia y Soria / Son emprendedores que han iniciado sus negocios, desde la hostelería a la tecnología, en el mundo rural

Daniel Paniagua con su furgoneta durante una de las visitas semanales a los pueblos.- E.M.

Daniel Paniagua con su furgoneta durante una de las visitas semanales a los pueblos.- E.M.

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M. HERVADA / A.CARRILLO / D. SANTAMARÍA / D. MARTÍN | SORIA / BURGOS / VALLADOLID
Valladolid

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Regresan a sus orígenes o convierten un lugar en que hasta ahora les era extraño en su hogar y en el lugar en el que cambiar de vida y emprender un negocio. Sus historias no son extrañas, pero la particularidad de siete familias que se han instalado en cuatro provincias de Castilla y León es que han optado por emprender en el mundo rural, en pueblos en los que hasta ahora casi lo único que conocen es pérdida de población. Sus casos son un rayo de esperanza en la lucha contra la temida despoblación. Los pueblos dan la bienvenida a los nuevos pobladores y estos los consideran bien hallados. 

Los siete casos han sido posibles gracias al programa Holapueblo, puesto en marcha por el Grupo Red Eléctrica, Correos y AlmaNatura, cuyo objetivo es impulsar «la repoblación y la reactivación económica de localidades de la España Interior. El programa, que se puso en marcha en 2020 ha hecho que 19 municipios de España con baja población de varias comunidades autónomas reciban a nuevos habitantes. 

En el caso de Castilla y León, los pueblos que  han recibido a siete familias son Belorado, Sasamón y Villadiego en Burgos; Mayorga en Valladolid; Paredes de Nava en Palencia; y Medinaceli y Valdeavellano de Tera en Soria.

Los motivos para el traslado de las familias a los pueblos son diversos y los negocios que han decidido emprender también. En Palencia, la familia formada por Flor, Fede y sus hijos está montando un centro de día para personas dependientes en Paredes de Nava. También en Tierra de Campos, pero en la provincia de Valladolid, Daniel y su pareja han creado una óptica itinerante que se desplaza para dar servicios a los habitantes de la comarca.

En Burgos, Emmanuel ha emprendido un negocio de creación de videojuegos en Sasamón, mientras Pablo y Alma se han instalado con sus hijos en Belorado para poner en marcha un sistema de cultivo aéreo (aeroponia). Por su parte, Diego e Ivana van a abrir un restaurante en Villadiego.

En Soria, Gabriel y Katya han creado una empresa de instalación de placas fotovoltaicas en Medinaceli. Y en Valdeavellano de Tera, Ana Belén, Nicola y su hija han abierto un alojamiento rural.

Todos ellos han utilizado el programa Holapueblo para su cambio de vida. Este programa asesora a pequeñas localidades de España para que aumenten su capacidad de atracción de población y al mismo tiempo ayuda a las personas que quieren vivir y emprender en el medio rural a desarrollar sus ideas de negocio y encontrar el municipio que mejor se adapta a su proyecto vital y de emprendimiento.

De las casi 2.000 personas que se han interesado por mudarse a alguno de lo pueblos incluidos en el programa, el 38% son de origen extranjero, y de ellos el 63% residente den otro país.

Según Antonio Calvo Roy, director de Sostenibilidad del Grupo Red Eléctrica, los resultados de Holapueblo demuestran que «la España rural tiene tirón dentro y fuera del país; si bien ni todos los pueblos reúnen las mínimas condiciones para acoger nuevos pobladores ni todas las personas que desean mudarse tienen ideas de negocio suficientemente maduras, rentables ni viables para desarrollarse en el entorno no urbano».

Entre las cuestiones que han hecho que las familias se decanten por un pueblo en concreto destacan estar al menos de una hora de la capital provincial, contar con una oferta de vivienda, servicios básicos de educación y atención sanitaria, buena conexión a internet e instalaciones para su negocio. También influye el grado de implicación de los ayuntamientos y sus esfuerzos para fijar población. 

DANIEL PANIAGUA (MAYORGA, VALLADOLID)

Una óptica rural itinerante en Tierra de Campos

Daniel Paniagua regresó a su Mayorga natal en 2019, y durante la pandemia ideó poner en marcha Gafasvan, una óptica en la localidad. Su deseo se hizo realidad en noviembre de 2020, en un local justo debajo de la vivienda donde nació. Vio una necesidad de ofrecer un servicio óptico cercano en el medio rural con un establecimiento físico, al que quiso complementar con otro itinerante que llega, trasladando el material en su furgoneta, a otros tres pueblos de Tierra de Campos. La vallisoletana Villalón de Campos y las palentinas Villada y Villarramiel.

Además, sigue pendiente de solventar los trámites burocráticos que le permitan llegar a otros dos municipios, todos ellos de al menos 1.000 habitantes. «Mis clientes principales son la gente que no se puede desplazar por sí misma, o tenía que tirar de familiares. Ahora dando un paseo llegan hasta donde estoy yo», remarca Daniel. Un procedimiento que fue complicado porque «no es que vaya y me ponga a vender gafas en la plaza», sino que ha tenido que sacar una licencia sanitaria por cada pueblo, pagar las tasas, realizar un proyecto que tiene que hacer un arquitecto, y conseguir un local, bien cedido, alquilado, o con un intercambio de servicios.

Cada semana recorre estos pueblos con su furgoneta, y ofrece sus servicios tales como revisiones de la vista, graduaciones, test de agudeza visual y daltonismo, pruebas de tonometría, y venta de gafas y lentillas, aunque esto último no desplaza todos los productos que sí oferta en su tienda física en Mayorga. Además, da servicio a otros vecinos de pueblos cercanos porque en ciertas ocasiones ha tenido que «mandar un taxi para que la gente pueda venir».

Su proyecto, reconocido desde HolaPueblo, es único en todo el país, y ha servido además de ofrecer un servicio básico en zonas rurales, para que Mayorga gane tres vecinos más. 

PABLO MELZER (BELORADO, BURGOS)

«Este es el lugar, aquí nos quedamos»  

No se lo pensó dos veces Pablo Melzer tras visitar Belorado. Llegó, pisó el terreno y tuvo claro que había encontrado su sitio. «Este es el lugar, aquí nos quedamos», proclamó Pablo Melzer a su familia. Dicho y hecho, desde verano afronta con ilusión el proyecto más importante de su vida. Bajo el nombre de Aeroverde –«en el aire», no es definitivo–, pretende «trabajar desde lo local». ¿Cómo? A través de un proyecto de agricultura hidropónica concebido para la producción de alimentos de manera «sostenible». 

Oriundo de Chile, diseñador industrial y docente asociado del Instituto Profesional Duoc UC de su país natal, Pablo aterrizó en España a principios de año. La empresa WAP Consulting Group, especializada en cooperación internacional, requería sus servicios para «potenciar un proyecto de producción de alimentos sostenibles». Instalado junto a su mujer, Alma, y sus dos hijos en Villanueva del Pardillo (Madrid), tuvo la oportunidad de viajar al Kurdistán, Líbano y Etiopía para aportar sus conocimientos dentro de este campo.

Ya por aquel entonces, Pablo buscaba «referentes locales». A poder ser en «esta España tan distinta» a la que de un tiempo a esta parte se llama ‘vaciada’. De repente, una «coincidencia afortunada» le puso en contacto con la plataforma Holapueblo, cuyo propósito es repoblar el medio rural con personas emprendedoras dispuestas a cambiar de aires y generar riqueza. 

Desde el principio, el diseñador chileno se fijó en el norte del país porque «se producía lúpulo» y veía factible hacerlo «de otra manera». Poco a poco, fue descartando zonas hasta llegar a tierras burgalesas. Con Belorado, aparte del flechazo, vio que se encuentra muy bien ubicado «estratégicamente en un círculo de 150 kilómetros de grandes consumidores». Burgos, Bilbao, Logroño y Santander a tiro de piedra. La decisión estaba tomada.

Pablo es «feliz» y se nota. Si algo agradece es la implicación del Ayuntamiento desde el minuto uno. No es de extrañar esta respuesta en un municipio cuyo equipo de Gobierno cuenta con una Concejalía específica de Repoblación. Su titular, José María García, fue precisamente «uno de los factores para quedarme». Del mismo modo, destaca el «interés en común» del alcalde, Álvaro Eguiluz, por esta clase de proyectos. Y la «apertura real, clara y humana» de la Corporación al completo. 

Por ahora, reconoce que se lo está «tomando con calma». Lo primordial es «conocer muy bien el terreno», pero ya proyecta un primer invernadero, en una parcela de 500 metros cuadrados, que le permitirá «pilotar y probar tecnología». Si todo va según lo previsto, tanto él como Alma esperan que entre en funcionamiento durante el primer semestre de 2022. 

ANA Y NICOLA (VALDEAVELLANO, SORIA)

«Nos encanta la naturaleza, es una tierra bastante mágica»

Ana, Nicola y su pequeña residen desde hace dos meses en Valdeavellano de Tera, una preciosa localidad de apenas 200 vecinos en el corazón del Valle. «Teníamos claro que queríamos venir a vivir a un pueblo de la provincia de Soria», explica Ana mientras la niña aprovecha para disfrutar del parque infantil. «Estuvimos buscando bastantes meses buscando. Se nos dio la oportunidad de participar en Holapueblo. Teníamos un proyecto y al final vinimos a Valdeavellano de Tera».

¿Por que a Soria? «Soria porque realmente trabajamos aquí y nos encanta la naturaleza. Es una tierra bastante mágica». En la ‘Pequeña Suiza Soriana’ luce un sol radiante que refleja en la nieve de las cumbres circundantes y los cuatro caños de la fuente en la plaza Ramón Benito Aceña cantan la banda sonora para darle la razón.

Nicola confiesa que buscaba un tipo de vida más tranquilo, cercano y humanizado. «Realmente yo no entiendo por qué la gente no quiere vivir en pueblos como este. Tendría que contar mi experiencia en Italia. Antes vivíamos en una ciudad grande», de unos 80.000 habitantes. «Tenía que desplazarme hora y media en tren para ir al trabajo y hora y media de vuelta». 

Con el cambio «aquí estamos en un pueblo maravilloso, rodeados de naturaleza, con paz y tranquilidad, los precios de los inmuebles son asequibles al fin y al cabo y sólo tengo que conducir 20 minutos para llegar a Soria para trabajar. La pregunta es ¿por qué no?»

«Imagino que en pueblos más alejados de la ciudad y de los servicios sea más difícil repoblarlos. Pero en un radio de 20 minutos o media hora ¿dónde está el problema?», prosigue con una sonrisa. De hecho Nicola, Ana y su hija se desplazan a Soria para trabajar y asistir a la guardería. «Hacemos sólo un viaje».

En el espacio de coworking abierto recientemente en la calle Zapatería de Soria Nicola, autónomo, puede desarrollar su labor perfectamente. Tanto, que no escatima alabanzas hacia esta iniciativa. Internet «no va muy bien» en Valdeavellano de Tera. «Es 3G». Por ello contar con un espacio equipado y cercano «es una posibilidad para la gente que vive en los pueblos, para que pueda trabajar sin mucho desplazamiento» y mantenga su residencia en el medio rural. Además, siempre se conoce gente interesante y se puede hacer networking.

Ana no duda en recomendar el regreso a los pueblos, pero siempre y cuando se sepa lo que conlleva. «Quien tenga la oportunidad de emprender o quiera venir a vivir a un pueblo, tiene que estar muy convencido, pero sí», merece la pena. «Claramente los servicios no son los mismos que tienes en una ciudad, pero la calidad de vida y la tranquilidad, sobre todo la calidad de vida si tienes hijos pequeños, creo que lo compensa».

IVANA Y DIEGO (VILLADIEGO, BURGOS)

«Nuestra hija se enamoró del pueblo, amor a primera vista»

Demasiadas «coincidencias» como para pasarlas por alto. A punto de instalarse en Villadiego, Ivana Ramírez y Diego Yepes no tienen duda alguna de que han encontrado su «lugar en el mundo». Oriundos de Argentina, tomarán las riendas del bar Don Diego, «icono» de la hostelería local antaño regentado por «gente de toda la comarca». Además, el colegio al que acudirá su hija Penélope se ubica en la calle Buenos Aires, su ciudad natal. 

«Hay señales por todos lados», reconoce Ivana mientras ultima la mudanza, desde Castellón, para trasladarse al municipio burgalés entre Navidad y Año Nuevo. Al otro lado de la línea, se percibe el entusiasmo de esta nutricionista especializada en tratamientos de fibromialgia y fatiga crónica. Por lo que cuenta, Diego también está deseando empezar. Profesional del sector turístico con experiencia como cocinero, «no para de hacer cursos» para ofrecer las mejores pizzas a su futura clientela. 

La vida da muchas vueltas. A veces en poco tiempo. En principio, la pareja quería poner en marcha una casa rural que les permitiese compatibilizar sus habilidades. Talleres y actividades orientadas a la salud por un lado; turismo por otro. Lo intentaron y no pudo ser. Le echaron el ojo a una propiedad, pero al final la operación no cuajó. Fue entonces cuando desde Holapueblo, su tabla de salvación para encontrar la «calidad de vida» del medio rural que tanto ansiaban, les planteó otras alternativas. 

También colaboró en la búsqueda la concejala María José Ruiz. Y se dejaron aconsejar cuando les decían que «faltaba un restaurante moderno de comida rápida». Tomada la decisión, contactaron con el propietario del Don Diego para comentarle la propuesta. Tras aceptar, puso como condición que «no se cambie el nombre» porque allí es toda una institución. 

En cuanto se instale definitivamente, el matrimonio reformará el local para ponerlo a punto. De entrada, confían en que la pizzería abra sus puertas en Carnaval. No queda más remedio que esperar, pero Ivana ya avanza que ofrecerán un servicio de comida a domicilio en el pueblo. Después, si el negocio funciona, no descartan extenderlo al resto de la comarca. 

Si el proyecto salió adelante no fue únicamente por las «facilidades» que Ivana y Diego se han encontrado desde la primera visita. La principal responsable de que decidiesen asentarse en Villadiego fue Penélope, que «se enamoró del pueblo» a las primeras de cambio. De hecho, «a las dos horas ya tenía un grupo de amigos». Queda claro, por tanto, que fue «amor a primera vista». Más allá de la insistencia de su hija, Ivana confiesa que «algo nos atrajo de Villadiego». Y eso que sus amigos de Castellón trataron de disuadirla con el viejo dicho de que «hace más frío que en Burgos». 

Con la ilusión por bandera y meses de preparación para brindar el mejor servicio posible, Ivana y Diego no pierden la esperanza de abrir una casa rural el día de mañana. Eso sí, lo primordial ahora mismo es  «hacer crecer el proyecto». Después, si surge la oportunidad, se lanzarán de lleno a la iniciativa de sus sueños.

GABRIEL Y KATYA (MEDINACELI, SORIA)

«Es más atractivo vivir en el pueblo que en la ciudad»  

Gabriel y Katya viven ahora en Beltejar, una pequeña pedanía de Medinaceli, a 10 kilómetros del municipio soriano. «Ya hemos visto todos los museos en Madrid y estamos hartos de tanta gente», resume Gabriel  Sánchez Blocona, medio en serio medio en broma. Lo que tienen muy claro es que «es más atractivo vivir en el pueblo que en la ciudad». Les gusta la naturaleza, la micología, hacer excursiones, «y siempre hay pueblos que visitar, que en la provincia hay más de 800 núcleos». En cuanto llegaron, prepararon su huerto y la cosecha de tomates fue buena, también la de patatas e incluso aún les queda algún puerro. «Las berenjenas no se dan bien, y las sandias y melones no tienen nada que hacer en Soria», comenta distendido este nuevo poblador del sur de la provincia.

Reconoce que la «sintonía» con su esposa ha facilitado el cambio. Ella teletrabaja para una multinacional y él ha puesto en marcha, junto con su socio, una empresa de instalación de placas fotovoltaicas cuya sede fiscal y social se encuentra en Medinaceli.  La aventura comenzó en abril y ya dan trabajo a nueve empleados. El negocio avanza a muy buen ritmo y creciendo por lo que prevén nuevas contrataciones en breve. «Tenemos muchas obras y hay muy buenas expectativas. Prevemos cerrar el año con 250.000 euros de facturación y esperamos doblar para 2022». augura Gabriel.

A sus 43 años, ha vivido alguna temporada corta en Soria porque su familia procede del pueblo de Blocona, por eso cuando prescindieron de él como comercial en Porcelanosa, volver a los orígenes le pareció una idea estupenda, sobre todo con la experiencia del confinamiento por el coronavirus.

Fue al buscar alternativas cuando se topó con Holapueblo en internet. Un fácil cuestionario y asesoramiento y todo fue rodado aunque en el camino hubo cambio de planes. La idea de Gabriel, apoyado por su mujer, nacida en Bielorrusia, era crear una quesería, y ya se había puesto en contacto con un pastor de cabras de Morón de Almazán, «el último con cierto volumen, versión ecológica». «Hice algunas pruebas de queso y quedó bastante bueno, pero al final se presentó una idea de negocio diferente, una empresa de energías renovables», explica, sobre un negocio que instala tanto placas solares como baterías de condensadores o de recargas eléctricas.

FLORENCIA Y FEDERICO (PAREDES DE NAVA, PALENCIA)

Un Centro de Día de Argentina al corazón de Palencia

Desde la ciudad argentina de Santa Fe hasta Paredes de Nava hay más de 10.000 kilómetros. Una distancia que recorrió el matrimonio formado por Florencia y Federico, dos argentinos que hace ocho años abrieron en un Centro de Día en esta localidad, y que en julio de 2021 aterrizaron en tierras palentinas. HolaPueblo seleccionó su proyecto y les ayudó en su «etapa de migración». Llegaron a cumplir el proceso de mentoría, pero los pueblos que les ofrecían eran «muy chiquitos y no se ajustaba a lo que buscábamos», recalca Flor Copello.

Al contactar con el Ayuntamiento de Paredes les expusieron el Proyecto Arraigo «que nos facilitaba la búsqueda de la vivienda, la implantación del negocio y la comunicación como nuevos pobladores con el Ayuntamiento», señala.

Su proyecto de Centro de Día se pondrá en marcha en enero, «está licitado y en obras», recuperando además un edificio desocupado, generando empleo, 12 o 13 profesionales de la salud, y además ofreciendo servicios de atención de pacientes con discapacidad y personas de la tercera edad que necesiten de un abordaje integral para mantener y potenciar su salud mental y calidad de vida. Actividades como talleres terapéuticos, fisioterapia, terapia ocupacional, psicología, la especialidad de Flor, enfermería, actividad física, control médico semanal o talleres de apoyo familiar.

Con dos niños de 8 y 10 años, Giusepe y Tulio, están encantados con el cambio: «Animo a la gente a este cambio de vida, es positivo», remarca Flor, totalmente integrada en la localidad paredeña.

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