El puente Colgante de Valladolid se someterá a una renovación integral tras 156 años abierto
Es el segundo más antiguo tras el puente Mayor y la última intervención se remonta a 1995 / Una vez rehabilitado, el Ayuntamiento tiene previsto convertirlo en un paso sólo para peatones
El puente Colgante, el segundo más antiguo de Valladolid después del puente Mayor, está en lista de espera para una rehabilitación integral, que culminará con su conversión en un paso de uso exclusivo para peatones, aunque no será antes de 2023. Inaugurado el 20 de abril de 1865, hace ya la friolera de 156 años, el también conocido como puente de Hierro necesita de una renovación a fondo que permita su continuidad como una de las infraestructuras emblemáticas de la ciudad.
La última intervención se remonta a 1995, año en el que la Junta de Castilla y León restauró la estructura y sustituyó el piso para poner un suelo de trámex metálico, el que hay ahora, además de aplicar un tratamiento anticorrosión en todas las partes metálicas. En 2009, el Ayuntamiento aprovechó los fondos del Plan E para sustituir el color marrón oscuro por el negro que luce ahora.
Pese a la aparente fortaleza de sus estructura de hierro, el concejal de Espacio Urbano y Movilidad, Luis Vélez, asegura que el puente se encuentra «en malas condiciones» y requiere una rehabilitación a fondo que augura «compleja», aunque la actuación no será inmediata. La junta de gobierno del Ayuntamiento aprobó en su reunión de ayer una dotación de 42.000 euros para el expediente de contratación del servicio de redacción del anteproyecto y del proyecto, así como la asistencia técnica a la dirección de las obras de rehabilitación.
El acuerdo alcanzado ayer en la junta de gobierno es sólo el primer paso en un proceso cuya culminación está prevista en 2023 con la ejecución de los trabajos. Vélez prevé que la adjudicación del proyecto será el próximo otoño y permitirá tener, una vez redactado, una visión del estado del puente y elaborar un diagnóstico. Dado que la tramitación se encuentra todavía en un estado inicial, no existe un cálculo del presupuesto que se necesitará, aunque el concejal estima que rondará los 600.000 euros.
La rehabilitación irá seguida de la peatonalización del puente, una reiterada demanda de la asociación de vecinos de Villa de Prado. Pese a su estrechez, peatones y vehículos comparten una plataforma que vibra al paso de los coches debido a su estructura metálica. El riesgo potencial que supone para los peatones cruzar por un puente con una calzada para vehículos que apenas tiene anchura para un coche ya llevó al Ayuntamiento a plantearse en su día alguna medida para reforzar la seguridad de los viandantes.
Vélez señala que la proximidad de otros dos puentes que comunican la Avenida de Salamanca con el Paseo de Zorrilla, el de Juan de Austria y el de Adolfo Suárez, antes de García Morato, reducirá del mpacto que pudiera tener el cierre al tráfico. La opción más cercana para los conductores es el paso de Juan de Austria, apenas a cien metros del puente Colgante.
En todo caso, el concejal de Movilidad matiza que la conversión en peatonal no será antes de 2023, año en el que se celebrarán elecciones municipales.
El puente Mayor fue el único sobre el Pisuerga durante más de 800 años, hasta que en el siglo XIX se construyó el de Hierro. En sus orígenes estaba fuera del casco urbano, alejado más de 800 metros de las puertas de la ciudad, pero con el paso del tiempo acabó engullido por la expansión del trazado urbano.
Con posterioridad se construyeron, aguas abajo del Pisuerga, otros tres puentes y se instalaron dos plataformas para cruzar el río: la del Museo de la Ciencia y la de Gómez Bosque, en Arturo Eyries.