Diario de Valladolid

Un montaje con acento local aviva la memoria de los abogados de Atocha

Nacho Laseca, Alfredo Noval y Luis Heras, egresados de ESADCyL y miembros de la compañía vallisoletana Malalengua, estrenan en Madrid ‘Atocha, el revés de la luz’, de Javier Durán

Nacho Laseca y Alfredo Noval, en un momento de ‘Atocha, el revés de la luz’. / LUCÍA BAILÓN

Nacho Laseca y Alfredo Noval, en un momento de ‘Atocha, el revés de la luz’. / LUCÍA BAILÓN

Publicado por
Julio Tovar
Valladolid

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El Teatro del Barrio de Madrid acogió ayer el estreno de Atocha, el revés de la luz, el primer montaje teatral que revisa el atentado de 1977 en el que los terroristas de extrema derecha Carlos García Juliá, José Fernández Cerrá y Fernando Lerdo de Tejada irrumpieron en un despacho de abogados laboralistas: buscaban al dirigente comunista Joaquín Navarro, ausente en ese momento, y acabaron asesinado a los abogados Enrique Valdelvira, Luis Javier Benavides y Francisco Javier Sauquillo, al estudiante Serafín Holgado y al administrativo Angel Rodríguez, e hiriendo a Miguel Sarabia, Luis Ramos, Lola González y Alejandro Ruiz-Huerta, el único de los que hoy sigue vivo y que ha resultado fundamental en la realización del espectáculo. 

Escrito y dirigido por Javier Durán Pérez, el montaje está protagonizado por tres egresados de la Escuela Superior de Arte Dramático de Castilla y León e integrantes de la compañía vallisoletana Malalengua, como Nacho Laseca, Alfredo Noval y Luis Heras, así como por Fátima Baeza y Frantxa Arraiza.

«Conozco a Alejandro, que me propone hacer una especie de recital con canciones, porque él canta en un coro, y con proyecciones de imágenes de la época. Quería que tuviera un carácter documental. Le dije que veía más interesante hacer una obra de teatro, así que con su asesoría me puse a escribir el texto», rememora con amabilidad el dramaturgo, que hace un alto en el frenético día del estreno, para atender a este diario.

Laseca interpreta a Ruiz-Huerta. El hombre, que no volvió a ejercer la abogacía después de aquel 24 de enero, se siente incapaz de escribir sus memorias, de narrar lo ocurrido. Poco a poco compondrá un relato doble: el de una persona que luchó por sus ideas y el de un período fundamental para la historia reciente de España, en plena Transición –el Partido Comunista aún no había sido legalizado–, con la democracia amenazada.

«Al poner el foco en la historia individual de Alejandro iluminamos también la colectiva», afirma Durán, que subraya que el proceso de «recuperación del trauma» que fue haciendo Ruiz-Huerta fue «paralelo al que fue haciendo el país».

Con Atocha, el revés de la luz pretenden «que las nuevas generaciones también conozcan aquellos hechos», admite el director. «Quienes vivieron aquellos años no necesitan mucho para recordar aquel atentado. Fue algo que marcó, que sigue conmoviendo. A los más jóvenes, sin embargo, cuando les hablan de Atocha piensan en los atentados de marzo de 2004», abunda Durán, que ha contado con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid y la colaboración de la Fundación Abogados de Atocha, que preside Ruiz-Huerta, y de la Fundación Sindical Ateneo Primero de Mayo.

El elenco interpreta a una veintena de personajes, incluidos Enrique Ruano (Luis Heras), el militante antifranquista asesinado cuando era custodiado por la policía del régimen, Manuela Carmena, que pertenecía al bufete de abogados, Cristina Almeida, que participó en el juicio a los terroristas, o el psicoanalista (Alfredo Noval) que ayudó a Ruiz-Huerta a salir del trauma.

Durán confía en que, tras su estreno, el espectáculo siga recorriendo los escenarios españoles, aunque aún no tiene ninguna fecha cerrada. «Esta obra no debería dar miedo a nadie. Si algo pasó después de aquel fatídico día, y es una de las claves para nosotros, es que se concitó un rechazo unánime. Los muertos no eran de los míos o de los tuyos; eran de todos. Es imposible ponerse de otro lado que no sea del de las víctimas», zanja el dramaturgo.

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