Diario de Valladolid

Julián Cruz, un sarcástico creador contra el ritmo voraz del presente

Presenta en la Galería Javier Silva ‘Cepillar a contrapelo’, una muestra que concilia el arte del pasado con la cotidianidad más prosaica y clama contra la saturación visual actual

Julián Cruz posa en la Galería Javier Silva junto al acrílico sobre tela ‘Duermevela’.   MIGUEL ÁNGEL SANTOS

Julián Cruz posa en la Galería Javier Silva junto al acrílico sobre tela ‘Duermevela’. MIGUEL ÁNGEL SANTOS

Publicado por
Julio Tovar
Valladolid

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Hay en la Galería Javier Silva una pequeña fotografía de la Fuente de la Fama de Valladolid titulada Cazada. La mujer alada se muestra de espaldas al espectador, bajo un cielo plomizo, oscuro y amenazante; de tan granulosa y empastada, pareciera una obra pictórica. Julián Cruz (Valladolid, 1989) quiere evocar con ella al Angelus Novus de Paul Klee , que volaba con el rostro girado hacia el cielo para no ver los desastres de la humanidad. Walter Benjamin lo llamó ‘ el ángel de la Historia’ en un ensayo de 1940.

«Para el filósofo, el huracán que arrastraba a esa criatura celestial, dejando atrás un montón de ruinas, representaba ese progreso que desprecia el pasado... y el presente », advierte a este diario el artista vallisoletano en la inauguración de su última muestra , Cepillar a contrapelo, en el espacio de la calle Renedo. Una expresión acuñada en el citado ensayo, Sobre el concepto de historia, con la que el crítico alemán invitaba a no contemplar el pasado como un cúmulo de etapas ya superadas.

¿Pero, por qué hablar de progreso ? En Cepillar a contrapelo hay ecos de Velázquez y de Bruegel, también del cine, de la publicidad, de los Grateful Dead, del Age of Empires, de la arquitectura religiosa, del tenebrismo del Barroco o de la realidad más prosaica captada por la prensa o por cualquier teléfono móvil. «Vivimos en una época en la que todos producimos imágenes. Hay  plataformas que cada día publican millones y millones de fotografías. ¿Cuántas perduran? ¿Cuál es el papel de los artistas en ese escenario? A diario hago, recojo y archivo imágenes, propias o ajenas, que acabaré utilizando en proyectos como éste , pero ni siquiera soy capaz de recordar todo cuanto reúno », advierte el creador.

En los dos mosaicos presentes en la galería, los que dan título a la muestra, Julián Cruz se apropia de imágenes del pasado. Las fragmenta. Las aísla. Las aumenta. Las envuelve con ruido. Las trata hasta que adquieren una apariencia serigráfica. «Cuando las sumas al mismo tratamiento, las igualas; sus significados originales se van perdiendo, se van fundiendo . Eso es algo que siempre me ha interesado en pintura », reflexiona el autor ante unas composiciones modulares que pueden ser cambiantes.

SALVAR EL OLVIDO

Cruz salva del vertedero del tiempo imágenes destinadas a evaporarse de un día para otro ; escapa de la vorágine, de la tentación de contribuir a seguir haciendo más grande el gran bazar visual del presente, repleto de naderías, saturado. 

Luchar contra el olvido, entiende, es l a labor del artista , que ha de abstraerse también del miedo a ‘ desaparecer’ ante los ojos del espectador, creando sin freno. «¿Por qué producir constantemente imágenes nuevas teniendo esos referentes del pasado al alcance?», se pregunta el vallisoletano, capaz de reunir en una composición a borrachos del siglo XXI con aquellos que fueron ‘retratados’ en el siglo XV cuando eran expulsados del Paraíso.

Los detalles importan tanto como la atención de quien contempla, que ha de penetrar en la densidad. En Cepillar a contrapelo hay dos fotografías, El derrumbamiento y Punctum –Roland Barthes empleaba este término para hablar de la cualidad de una fotografía para enganchar con el inconsciente del espectador–, que también fuerzan la pausa, que invitan a un minucioso escrutinio .

En la primera, con un humor gamberro y un tratamiento vaporoso, un vulgar insecto transforma una estampa sin aparente interés, la de unos angelotes insustanciales en un escaparate sin gracia. En la segunda,  con una bella y delicada composición en un pictórico claroscuro sobre dos rostros fragmentados , Julián Cruz sublima un acto tan banal y repugnante como la limpieza cutánea del artista.  Sarcástico, el artista desmitifica su labor.

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