Diario de Valladolid

La mascarilla, complemento obligatorio

Valladolid vive su primer fin de semana tras la implantación de la nueva normativa del uso obligatorio de la mascarilla con un buen y veraniego ambiente en sus calles y una acogida responsable entre los ciudadanos

Gente paseando por la Plaza Mayor de Valladolid -JUAN MIGUEL LOSTAU.

-JUAN MIGUEL LOSTAU.

Publicado por
Rodrigo de la Hera

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De nuevo, otro cambio de normalidad. La ciudad de Valladolid se suma al grupo de provincias donde la mascarilla deja de ser una opción. Tras el anuncio de la Junta el pasado jueves y el Boletín Oficial publicado un día después, la medianoche del sábado se abría paso con un significativo cambio en la nueva normalidad de los vallisoletanos. Con la distancia interpersonal obligatoria de 1,5 metros en cualquier espacio, la buena nueva trae consigo el uso obligatorio y continuado de la mascarilla, una medida que se entreveía tras lo ocurrido en Cataluña, entre otras comunidades. El Bocyl concretaba el uso obligatorio de la mascarilla siempre, en lugares abiertos y cerrados, en cualquier transporte público o privado y, lo más reseñable, en la vía pública aun pudiendo mantener la distancia interpersonal. Las excepciones se ajustan a la práctica de actividad física, al consumo de alimentos y bebidas y a las estancias tanto en espacios naturales fuera del núcleo poblacional como en las piscinas, siempre que se respeten los 1,5 metros.

No obstante, cualquier viandante que se acerque al centro de la ciudad puede observar cómo hay personas que continúan con las premisas de la ‘antigua’ nueva normalidad. Terrazas llenas, con la mayoría de mesas situadas entre sí a menos de 1,5 metros y la clientela sin mascarilla o, en su defecto, mal colocada. Si bien es cierto que la mayoría de los ciudadanos conoce la obligatoriedad de su uso continuado un día después de su entrada en vigor, no parecen ser conscientes de que llevar la mascarilla como bufanda es casi peor que no llevarla. La imagen que ofrece una persona sin mascarilla resulta egoísta para quien sí la lleva, además de suponer un aumento en el riesgo de contagio. No obstante, aquel que se cuelga la mascarilla al cuello, sabe de su obligatoriedad y, aun así, parece reírse del resto.

Por suerte, no es la tónica dominante, ya que la pluralidad de la ciudadanía va protegida en todo momento, aunque, sin querer parecer agorero, la irresponsabilidad de unos pocos puede llegar a convertirse en el mal para muchos otros.

El interior de bares o restaurantes es otra historia. El gel hidroalcohólico abunda y la mascarilla es la protagonista. A la hora de pedir, siempre; ahora, en la mesa, también. A pesar de que el boletín recoja la excepción del consumo de alimentos, avisa a la vez del uso obligatorio en cualquier espacio interior. Los responsables y trabajadores del gremio lo aplican al pie de la letra, con el fin de que sus establecimientos continúen abiertos sin llegar a ser sancionados.

Varios hosteleros o camareros de la zona centro confiesan que están pendientes de los clientes, con el fin de preservar el bien común regañando a quien incumple la normativa. Por otro lado, ciudadanos de a pie afirman que ignoran la nueva medida, o eso pretenden hacer creer. En cualquier caso y como comenta más de uno, el uso de la mascarilla supone, cuanto menos, una incomodidad, y más añadiendo los casi 40 grados que sufre Valladolid cada verano. El virus no entiende de excusas.

Por otra parte, en la playa de Las Moreras , apta para el baño desde el primero de julio, la gran mayoría de ciudadanos que deciden refrescarse en el agua o simplemente tomar el sol en la arena están provistos de mascarilla incluso con el respeto de la distancia de seguridad. Esto lleva a preguntarse por qué en ciertas zonas se cumplen los requisitos y en otras no.

El lado más positivo es que, como siempre, son cuatro los irresponsables que van a contracorriente. Por suerte, la gente está concienciada y la seguridad de todos depende del deber de cada uno, de la madurez y la sensibilidad a la hora de pensar en el de al lado. Valladolid ha pasado su primer día de obligatoriedad de la mascarilla de manera notable, siendo la mayoría quienes cumplen las premisas con el fin de que la pandemia prosiga su curso ‘de puntillas’.

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