Diario de Valladolid

La lotera que llenó de dinero el mundo rural

Villalón de Campos, Tordesillas, Íscar y Campaspero fueron las localidades bendecidas por la diosa Fortuna

Beatriz Álvarez, lotera que en 1984 repartió 12.500 millones de las antiguas pesetas gracias al Gordo que cayó en Valladolid.-BERNARDO PAZ

Beatriz Álvarez, lotera que en 1984 repartió 12.500 millones de las antiguas pesetas gracias al Gordo que cayó en Valladolid.-BERNARDO PAZ

Publicado por
Estibaliz Lera

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Está fijado a fuego en el calendario. De hecho, para muchos es el evento con el que queda inaugurada la Navidad. Y es que es el sorteo más popular. Aúna tradición, emoción y esperanza como ningún otro. Jugar y ganar es el leitmotiv.

Te vas de vacaciones y compras. También lo haces con los décimos de la empresa, del supermercado, del bar donde desayunas a diario... ¿Y si toca? Quieres que los niños del colegio de San Ildefonso canten tus números. Eso sí, tienes más probabilidad de que te alcance un rayo a que te toque la lotería. Sin embargo, la esperanza es lo último que se pierde. A alguien le tiene que tocar. Y si no, que se lo digan a los vallisoletanos que hace 35 años se convirtieron en millonarios.

Los agraciados, la mayoría agricultores, cosecharon la friolera de 12.500 millones de las antiguas pesetas gracias al 50.076. Llegaron de la mano de una hada madrina muy particular. Beatriz Álvarez, que por aquel entonces regentaba la Administración de Lotería de Las Francesas, fue la culpable de que Valladolid recibiera el Gordo después de más de 160 años de espera.

A sus 22 años rompió el gafe y en la bola 20 del alambre 8 de la séptima tabla salió el primer premio. Las 50 series, distribuidas desde el edificio central de Caja Rural, llegaron a todos los rincones de la provincia. Los empleados que iban por los pueblos para que los vecinos pudieran cobrar la pensión, hacer transferencias o gestiones bancarias varias se convirtieron por ese hito en los mejores embajadores de la diosa Fortuna. Dejaron importantes pellizcos: 5.200 millones en Villalón de Campos y su comarca; 2.300 para Tordesillas; 1.700 para Campaspero y cerca de 3.000 para Íscar y sus alrededores.

La felicidad se instaló en la zona. No les faltaba razón. Sonrió a mucha gente «que lo estaba pasando mal». Muchos dieron un portazo a la miseria. Otros compraron coches, pisos en el centro... Y es que de aquella se podían tapar muchos agujeros. Por poner un ejemplo, una vivienda en el Parque Arturo León costaba cuatro millones y medio de pesetas. Lo que ahora es un regalo antes era una inversión importante, no obstante, los menos agraciados pescaron unos ocho millones, casi dos pisos en la ciudad.

El momento cumbre se produjo a las 11.45 horas. Corría el año 1984. Beatriz estaba escuchando la lotería por la radio. Llevaba poco tiempo en la calle Santiago, antes estaba en el polígono de Argales. La ilusión estaba ahí pero parecía inalcanzable, si bien la conquistó con la mejor marca. Una de las loteras más jóvenes de España dio un brinco en su asiento porque el número que estaban diciendo le sonaba. «No me dio tiempo a mucho. La prensa ya estaba ahí», recuerda.

Ahora con las nuevas tecnologías es sencillo, pero por aquel entonces era complicado. «No sé cómo se enteraron pero fue instantáneo. En cuestión de segundos la calle se convirtió en un hervidero. Nadie quería perderse ese momento», cuenta muy emocionada a pesar del paso del tiempo.

Los medios de comunicación empezaron con el tradicional bombardeo de preguntas: ¿Cuántos décimos ha vendido? ¿Conoce a los agraciados?... «Me quedé helada, eso sí, estaba muy contenta aunque no me hubiera tocado».

La cantidad era desorbitada. 12.500 millones de pesetas «muy repartidos». El montante mayor se lo llevó Caja Rural, pero también se vendieron algunos décimos en ventanilla. «Estaba lleno de gente de los bancos en busca de premiados. No apareció ninguno». Con el paso de los días, expone la lotera, sí que algunos clientes confesaron su premio. Hubo uno que le llegó a lo más profundo del corazón. Un parado de Íscar había comentado al director de la sucursal de Caja Rural que por fin le habían concedido el subsidio de desempleo. Más tarde, además de conseguir esa ayuda, tenía 10 millones de pesetas más en el banco. «Muchos salieron de situaciones malas, pudieron abrir negocios, comprar pisos a los hijos, coches...».

En este sentido, uno de los agraciados pudo pagar los créditos que solicitó para hacer frente a la sequía. Un paso que le sirvió para «revitalizar» su explotación agrícola y así poder seguir apostando por buscar su porvenir en el medio rural.

Esta lluvia de millones dio un respiro a la provincia vallisoletana y llenó de ilusión a Beatriz Álvarez, una profesora de EGB a la que sus padres compraron la Administración para que la regentara y pudiera tener un futuro. Estaba soltera y no se llevó un duro, no obstante, admite que lo volvería a repetir una y otra vez. La noticia cambió su vida. Se hizo famosa. «Fue una locura, al día siguiente me fui a celebrarlo con toda mi familia», apunta para, más tarde, añadir que «este año va a volver a tocar».

Ya no está al frente a la Administración de Lotería de Las Francesas. Colgó las botas en abril de 2017. Vivía en Madrid y todos los días tenía que coger el tren para acudir a su puesto de trabajo. Desde la distancia confía en que este lugar vuelva a saltar a la palestra por repartir otro Gordo. Décimos tiene. Quiere volver a vivir la sensación de que el tiempo se detenga.

En Villalón de Campos, situado al norte de la provincia, ese 22 de diciembre se paró. Los teléfonos no funcionaban, la gente tomó las calles y el champán se convirtió en la bebida oficial de la fiesta. Todos gritaban y decían: «Nos ha venido Dios a ver». Los años no habían sido muy buenos y había que pagar los créditos que se habían pedido para seguir viviendo del campo. Las pérdidas de las cosechas no cesaban.

La felicidad flotaba en el ambiente menos en casa de Juan Ignacio Álvarez, alcalde por aquel entonces de la localidad terracampina. Fue el único de la Corporación que no se llevó ni un millón. No juega a la lotería y no hizo una excepción cuando el primer premio llamó a su puerta. Para desgracia también la señora que metió el pantalón con una participación premiada en el lavadora. Dos millones tirados por el desagüe.

Otra anécdota que dejó mal sabor de boca fue el robo de uno de los talonarios de lotería correspondientes al premio. Iba en una furgoneta de reparto, cuando su dueño se despistó al ir a entregar el pedido de carne a una de sus clientas habituales, los ladrones aprovecharon para robar toda la lotería que llevaba encima. No estaba firmado ni tenía validez jurídica, así que se procedió a su anulación.

Otras localidades que también saltaron al escuchar el 50.076 fueron Tordesillas, Íscar y Campaspero. La primera pasó a la historia por 2.300 millones de pesetas que fueron a parar de los empleados de Caja Rural a un supermercado y a una mercería. Se llegaron a vender papeletas minutos antes del sorteo. Aunque costó colocarlas porque todos los establecimientos lo hacían, los que optaron por estos centros se convirtieron en millonarios.

También se dio la circunstancia que este pellizco cayó en uno de los barrios más humildes. Bendijo a los obreros a la vez que lo hizo con la Guardia Civil. En el cuartel, adosado al barrio La Puerta de la Villa, cayeron unos 100 millones de pesetas. Solo dos de los guardias se quedaron sin probar las mieles de la diosa Fortuna. Cuentan las crónicas de la época que los miembros de la Benemérita tuvieron que seguir al pie del cañón porque eran fechas complicadas, donde el tráfico era intenso. Un brindis rápido sí que se produjo, la ocasión lo merecía.

El Gordo estuvo muy repartido porque se vendió en participaciones de 200 pesetas. Bastantes vallisoletanos cambiaron su vida. Antes de que los niños de San Ildefonso cantaran el número estaban pensando en tirar la toalla; y después, tirando la casa por la ventana.

Aunque ya han pasado muchos años solo hace falta darse una vuelta por estos pueblos. Muchos agraciados decidieron convertir su hogar en el mejor hogar del mundo. A día de hoy esa sombra de millonario sigue siendo alargada.

Mañana la ilusión volverá a estar latente, quién sabe si el protagonista del siguiente reportaje serás tú que estás leyendo estas líneas y esbozando una sonrisa.

GASTO

Castilla y León lidera el gasto en Lotería de Navidad. Cada castellano y leonés invierte una media de 104 euros en décimos y participaciones, por 68 de la media nacional, según la cifra de consignación por habitante de la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado (SELAE).

Por provincias, los sorianos vuelven a ser los que más se rascan el bolsillo y se convierten en los españoles que invierten más en el 22 de diciembre. El gasto por persona alcanza los 220 euros. Tienen fe ciega en que esos cinco dígitos les aporten un pellizco económico importante. Son conscientes de que cuantas más papeletas atesoren, más posibilidades tendrán. Burgos sigue a Soria como provincia que más euros destina a esta ocasión, con 121 euros por habitante para la Lotería de Navidad, unos euros más que la cantidad que los segovianos sacan de su presupuesto diario para destinarlos al azar.

ANÉCDOTAS

La Lotería de Navidad deja todos los años un reguero de anécdotas. Recuerda Pilar Padilla, delegada de Loterías y Apuestas del Estado, tres casos significativos. Uno de ellos tuvo lugar en Olmedo en 2016 y gracias al segundo premio, que recayó en el 04.536, cayeron 6,5 millones de euros. Una cantidad importante pescó una persona que compró un sobre sorpresa con un décimo que, además, resultó premiado. En esta misma localidad un grupo de amigos de diferentes puntos de España, que se conoció durante el viaje de novios, se citó en la Villa de las Ferias y todos compraron lotería menos los que eran autóctonos.

A esta anécdota se suma la de las amigas de Olmedo que se alegraron mucho al escuchar su número, el 02.308, como agraciado con el quinto premio el año pasado. Se llevaron 6.000 euros. Siguen jugando e ilusionándose por si el azar vuelve a sonreirles.

Laguna de Duero pone el broche. Y es que la suerte cayó en el súper, en concreto en Mercadona. La mayor parte de la plantilla resultó agraciada con un décimo del 03.278 en el que recayó uno de los ocho quintos premios. En total, 2,04 millones de euros. El número corresponde a a la identificación del establecimiento dentro de la cadena de distribución más económica de España.

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