El Esgueva oculto en documentos del siglo XVI
Una investigación del doctor Víctor Arenzana desvela un tercer ramal del río vallisoletano que se menciona en actas del concejo de la ciudad de hace 500 años. Estos documentos revelan las costumbres y la política local posteriores a los Reyes Católicos
Un tercer ramal del río Esgueva que discurría al norte de Valladolid y del que no se tenía constancia apareció por casualidad en una investigación llevada a cabo por el doctor Víctor Arenzana. El trabajo, que lleva por título ‘Los Libros de Actas del Concejo de Valladolid (1497.1520). Estudio y descripción’, empezó como una tesis doctoral y llevó a Arenzana a analizar más de 2.300 actas de las reuniones celebradas por el órgano de gobierno municipal entre los últimos años del siglo XV y principios del XVI. Y cual fue su sorpresa cuando, entre la montaña de documentos que tuvo a su alcance, el por entonces doctorando descubrió una interesante mención a una tercera ramificación del afluente del Pisuerga y que discurriría al norte de las dos conocidas hasta ese momento.
Este hallazgo totalmente anecdótico permitió al autor corroborar la afirmación que Federico Wattenberg hizo durante sus años de trabajo, ya bien entrado el siglo XX. El arqueólogo e historiador vallisoletano sostenía que, en origen, el río Esgueva discurría por tres ramales en lugar de los dos mencionados siempre. Una afirmación que ahora se puede calificar como acertada y que Wattenberg realizó sin que hubiera constancia documental.
Sorprende la evolución de estos acontecimientos, pues han pasado 500 años hasta que se ha podido encontrar por escrito una referencia significativa de la existencia de la tercera ramificación del río, por no hablar de que han sido necesarios casi tres cuartos de siglo para dar por buena la hipótesis de Wattenberg.
Por lo que Arenzana ha podido recoger de las actas de principios del siglo XVI, el ramal hasta ahora desconocido del río habría discurrido por debajo de los puentes de San Pedro y San Benito el Viejo, los cuales no han llegado hasta nuestros días. La cuenca de este tramo se ubicaría al norte de la localidad, en una zona que actualmente coincidiría con los aledaños de la Avenida de Palencia. Aún con todo, siguen sin existir pruebas contundentes sobre este misterioso tercer ramal.
Un ejemplo de como un descubrimiento anecdótico puede suponer una revolución en todo lo que tiene que ver con la geografía y los planes urbanísticos más antiguos de la ciudad.
CONFLICTO CON MEDINA
El trabajo de investigación publicado por Víctor Arenzana no solo contiene una anécdota; no en vano, para su elaboración ha empleado miles de horas. Después de pasar tanto tiempo profundizando en los documentos, el ahora doctor encontró otras curiosidades de muy diversa índole. Tanto él como la tutora de su trabajo y miembro del Instituto Universitario de Historia ‘Simancas’, Irene Ruiz, recuerdan entre risas que tuvieron sus más y sus menos con uno de los escribanos que recogía las reuniones del Concejo de Valladolid. Su nombre era Pedro Vaca, del que dicen que tenía una “escritura atroz”, lo que implicaba mayor dificultad a la hora de descifrar sus textos.
Entre los hechos que más relevancia han tenido para Víctor Arenzana dentro de su investigación, el autor destaca todos aquellos que tienen que ver con la organización y desarrollo de los festejos taurinos. «Recuerdo cuando empezaron a hacer aquí las primeras talanqueras en la Plaza Mayor, hechas con los carros que tenían que traer de los pueblos para que no se escaparan los toros», comenta, y apunta que había «muchas ordenanzas de todo».
Otra curiosidad que llama la atención se relaciona con la figura de Luis de Quintanilla. Este vecino de Medina del Campo fue propuesto como corregidor de Valladolid en la época. Sin embargo, debido a los conflictos existentes entre las dos localidades por la celebración de las ferias, de Quintanilla pidió que se anulara el nombramiento.
Las actas del Concejo recogen muchos elementos de la administración local y la vida cotidiana de la época. Asimismo, también se han encontrado varias referencias a la regulación de los pesos y medidas que debían cumplir los comerciantes o los planes de limpieza y saneamiento llevados a cabo por el concejo vallisoletano para evitar la transmisión de epidemias y pestes.
Ya en aquella época se publicaron ordenanzas para la regulación de las alturas y los voladizos permitidos en las viviendas y los edificios, con el fin de evitar posibles incendios. Aún así, si esto fallaba, también hay testimonios de cómo el gobierno municipal se encargaba de contar con un cuerpo de bomberos.
Además de lo mencionado, este extenso trabajo es un fiel testimonio de como se organizaba la sociedad y la política vallisoletana de hace cinco siglos.
Víctor Arenzana, visiblemente emocionado durante la presentación oficial de su libro, también aprovechó la ocasión para explicar que el haber llegado a tan magnífico resultado tiene detrás mucho esfuerzo y algo de suerte. Y es que en declaraciones a este periódico, el autor cuenta como su primera intención a la hora de elaborar su tesis doctoral era la de estudiar textos antiguos. «A mi me picó el gusanillo de la paleografía, y lo primero que estaba tan a mano eran los libros de actas del Archivo Municipal», recuerda el investigador.
Durante el acto también estuvo presente el concejal de Planificación y Recursos del Ayuntamiento, Pedro Herrero, quién dijo que este trabajo «habla de la historia de nuestra ciudad durante un periodo crucial», además de reconocer que en el consistorio se sienten «muy orgullosos» de que se haya llevado a cabo y de haber participado en su publicación.
Otro de los intervinientes fue Eduardo Pedruelo, director del Archivo Municipal de Valladolid. Pedruelo insistió en que las actas del Concejo de Valladolid son «la única fuente que conservamos para conocer la historia antes del siglo XVIII», y recalcó que dichos documentos son «la serie documental más importante de las que se conservan en el archivo, además de la más longeva, porque continúa todavía produciéndose».
Toda la obra de Arenzana estará a disposición del público en el Archivo Municipal, donde se podrán consultar todos los libros de actas ya digitalizados, aunque con fotografías de los textos originales. De este modo todo el mundo tendrá la opción de acceder a un trabajo exhaustivo, muy completo y llevado a cabo con gran pasión. No es solo un trabajo académico más, si no que se convierte en un testimonio de gran valor sobre la historia de Valladolid y su evolución durante los cinco siglos siguientes.