La campaña de piñas triplica la anterior pero se queda lejos de los años de bonanza
Este año se han recogido 1.600 toneladas frente a las 564 del anterior L Casi la mitad de los lotes subastados se adjudicaron por 435.000 euros, el triple que en 2018 pero el sector la considera mala
Los kilos de piña obtenidos en los pinares de titularidad pública, es decir, aquellos que gestionan la Junta de Castilla y León o directamente los ayuntamientos, se han multiplicado prácticamente por tres en el recién finalizado periodo respecto al último –al pasar de los 564.150 a 1.612.914– y también el importe de adjudicación es casi el triple –de los 139.811 a los 435.000 euros–, pero no dejan de ser cifras modestas respecto a los años de bonanza.
Ni la recolección de un mayor número de kilos. Ni la mejora del rendimiento por hectárea. Ni siquiera el aumento de la recaudación económica, han conseguido que la campaña de piñas en la provincia vallisoletana salga a flote. Los datos de la temporada 2018/2019 son mejores que los registrados la anterior, pero aún están lejos de considerarse buenos por el sector, que califican la campaña de ‘mala’.
Baste recordar que en la temporada correspondiente a los ejercicios 2010/2011 se lograron 3,7 millones de euros de recaudación y se recogieron 4,8 toneladas de piñas, en el centenar de montes de utilidad pública que salieron a subasta.
El repunte de este año, por tanto, sólo amortigua el drástico descenso que se repite en las últimas campañas y responde, según valora el servicio territorial de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León en Valladolid, a que las condiciones climáticas de la pasada primavera (la de 2018) beneficiaron al fruto porque fue muy lluviosa.
Sin embargo, influyen otros factores, más allá de las precipitaciones o de las temperaturas, pues las fluctuaciones en los rendimientos no coinciden con los ciclos climáticos. Los agentes medioambientales achacan el descenso al daño provocado por el Leptoglossus –también conocido como chinche americano–, una plaga a la que todavía no saben cómo hacer frente pese a varios años de estudios sobre el terreno. Las perspectivas, de momento, no son halagüeñas.
Se trata de un insecto procedente de Canadá que se ha extendido por la península Ibérica en la última década y, aunque no ocasiona daños medioambientales, pues los árboles no enferman, sí está provocando un grave perjuicio económico, pues succiona los piñones y deja las piñas vacías, sin fruto.
Además de que no se trata de un problema que haya hecho saltar las alarmas, pues la plaga no provoca la muerte de los árboles, los expertos explican que las investigaciones, tanto en España como en otros países afectados, van despacio porque es necesario analizar la situación durante tres años –los que tarda en ‘madurar’ la piña– y, a partir de esos datos, es cuando se empieza a buscar soluciones para poder iniciar las actuaciones. Y la Unión Europea es restrictiva en cuanto al empleo de métodos de fumigación. Porque se trata de atacar al chinche sin causar perjuicio a otras especies endógenas de cada zona. Así que la situación es delicada y la solución se antoja complicada.
En Castilla y León, el estudio lo lidera el Instituto de Investigación en Gestión Forestal y Sostenible de la Universidad de Valladolid y la Consejería de Medio Ambiente.
La merma en la recolección de piñas y la proliferación de piñas vanas o vacías tiene, por lógica, repercusión directa en la obtención del piñón que, si ya antes era un cotizado fruto, ahora lo es aún más por el descenso del rendimiento. Si antes la media estaba entre el 3,5% y el 4%, después se redujo paulatinamente al 2% y ahora está en el 1%.
En la práctica, supone que por cada cien kilos de piñas que se recolectan en campaña, antes se obtenían alrededor de cuatro kilos de piñón blanco y en la actualidad, sólo un kilo. Una proporción que echa para atrás a las empresas a la hora de concurrir a los procesos de compra.
En este sentido, como ocurre con otros datos de referencia, la comparativa de las subastas también es mejor que en la anterior campaña, pero se aleja de las cifras de los buenos años. De los 127 montes públicos de Valladolid que se publicitaron en los pliegos en busca del mejor postor, se adjudicaron prácticamente la mitad (un 47%), mientras que en 2017/2018 apenas pujaron por el 23% (34 adjudicados sobre 147 subastados). Y aunque el dato sea mejor, refleja también que más de la mitad quedaron desiertas.
En total, 18.246 hectáreas de pinar en el territorio provincial susceptibles de aprovechamiento este año, más del doble que en la anterior campaña, pero casi la mitad que en la de 2016/2017.
Municipios ‘en pie de guerra’ contra las plagas
La ausencia de tratamientos en los pinares mantiene en jaque a los ayuntamientos con montes de utilidad pública, pues ven cómo se resienten sus arcas debido a que el dinero de las subastas se aleja de las grandes cifras de hace años. Tanto, que esos ingresos incluso han desaparecido en algunos casos porque nadie puja.
Portillo, la localidad con más terreno de la provincia, no es la excepción del declive, aunque en esta última campaña han logrado ‘mantener el tipo’ y han recaudado alrededor de 137.000 euros. La cifra está lejos de los 400.000 euros de los buenos años pero, al menos, no son los 6.000 de la peor temporada que recuerdan.
Una situación de incertidumbre que tiene consecuencia directa en los presupuestos municipales, pues los ingresos procedentes de los pinares representan un importante recurso. Esta legislatura, por ejemplo, el alcalde de Portillo, Ignacio Álvarez, se ‘despide’ sin haber podido ejecutar una ronda norte o la Casa de Cultura, destaca.
Para paliar las consecuencias de las plagas reclaman más tratamientos selvícolas a la Junta de Castilla y León y es precisamente la ausencia de una actuación, no sólo contra el Leptoglossus, sino también contra la procesionaria, la que ha llevado a la Mancomunidad de Villa y Tierra de Íscar a tomar sus propias medidas.
Según explicó el alcalde de Pedrajas de San Esteban, Alfonso Romo esta institución formada por siete enclaves decidió en pleno destinar un 10% del dinero obtenido en las subastas para llevar a cabo tratamientos en los pinares.
«Aunque no sea competencia nuestra, quién los va a cuidar si no lo hacemos nosotros», interpeló el regidor, preocupado por la situación y porque, además, todavía no han podido poner en práctica la propuesta porque las últimas subastas han quedado desiertas y, por tanto, no disponen de recursos asociados a las pujas por los pinares.