Servicios Sociales no vio a Sara por su horario solo matutino y por las mentiras de la madre
Trebolle pregunta si hubiesen podido visitar el domilicio de la niña por la tarde y la funcionaria contesta que no, «solo hasta las tres» / Protección a la Infancia calificó el caso de urgencia media L Davinia solo puso trabas
Si el lunes se conoció en el juicio por la muerte y violación de la niña Sara, fallecida el 3 de agosto de 2017, que la Policía acabó tramitando la alerta médica de malos tratos como una posible falta de higiene de la menor, ayer otra revelación realizada por el Servicio de Protección e Información a la Infancia de la Junta abundó en la bajada de guardia institucional para evitar la desgracia.
El informe de Fiscalía tardó doce días en llegar a la Junta porque se envió por correo postal y las funcionarias pusieron todo su empeño por analizar a Sara, pero, claro, en el horario de oficina, hasta las tres de la tarde. El juicio de Sara está demostrando que sí se pudo hacer más y mejor por la pequeña.
La madre la niña, Davinia Muñoz, puso de su parte al mentir y obstruir la acción de la Consejería de Familia cuando Servicios Sociales quiso intervenir el 26 de julio (una semana antes de morir a golpes). Por no colaborar, hasta escondió que vivía en la casa su nuevo novio, el acusado Roberto Hernández.
Esta cabo del Ejército torpedeó con todo tipo de excusas y falacias para que no visitaran a la niña en el domicilio de la calle Cardenal Torquemada, 43. Mintió al decir que llevaba a las niñas a la guardería –se demostró falso–, o que las cuidaba su hermana Rosa Ana –mentira–, evitó el día 27 porque se reincorporaba a trabajar tras las vacaciones y canceló la visita del día 28 de julio, viernes, porque le habían salido guardias en el Palacio Real.
Para agravar más la alarma –aunque sin éxito en la respuesta, por lo que se vio– ese 28 de julio llamó Rosa Ana, la hermana de la madre, a Servicios Sociales, pidiendo intervención porque la niña había ‘amanecido’ con un golpe en la sien que le había deformado la cabeza. Recordemos: era el segundo aviso de supuestos malos tratos desde el parte del Campo Grande, el 11 de julio.
Tras las evasivas de la militar el servicio de la Junta pospuso la visita para ver a Sara al 1 de agosto –el fin de semana estaba en medio–, pero la militar les dio un nuevo plantón y ni siquiera llamó para comunicarlo. Ante semejante repertorio de escapismo, el presidente del tribunal del jurado, Feliciano Trebolle, preguntó a la psicóloga del servicio de Protección, Rebeca R. A.
Feliciano Trebolle .– ¿Si le dice que por su puesto de trabajo no puede estar en la visita por la mañana, contemplan ustedes hacer la visita ese día por la tarde?
Rebeca R .– No. Contemplábamos en ir por la mañana a una hora tardía aunque fuera, dos, dos y media, tres... pero no por la tarde.
La consecuencia es que Protección de la Infancia nunca pudo examinar a Sara en su domicilio. Ese 1 de agosto plantean a la jefe de sección la necesidad de tutelar a la niña por «contradicciones constantes» y por «falta de colaboración» de la madre.
Parada cardiorespiratoria
Se acordó llevar la tutela de las niñas a la comisión de valoración del 2 de agosto. Ésta se realiza y se busca desde el día 1 un centro donde llevar a las niñas (Palencia, Segovia) y se deciden dos centros. La Junta llamó a la madre el día 2 de agosto para comunicarle que debía entregar a las dos menores.
Su respuesta fue un bombazo. No podía acudir porque Sara se encontraba en parada cardiorrespiratoria en el Hospital Clínico. La tutela, en cualquier caso, se hizo efectiva ese día ya para recoger a Andrea, la hermana mayor. Sara murió al día siguiente. La técnica coordinadora del caso, Irene L. A., relató que Andrea, en la despedida, se «mostró más fría» con Davinia, y algo más cálida con Roberto.
Pese al tráfico final, las dos funcionarias de Protección a la Infancia, insistieron ayer en el juicio en que hicieron lo imposible por llegar al final de la verdad en el caso Sara. La psicóloga Rebeca R. A., reveló que el expediente de los presuntos malos tratos llegó a su despacho el 25 de julio y el servicio dio una valoración al informe para establecer una prioridad de la situación. Lo clasificó como nivel 2 de urgencia, el segundo de los tres niveles, que en la práctica establece que se tiene que iniciar una investigación en 48 horas y tomar medidas en los siete días siguientes. Yfue el dos y no el uno, porque había huido el supuesto maltratador de España (el padre de Sara, Marinel) y porque no habían encontrado abusos sexuales a la niña en la exploración del hospital.
El juego del muñeco
La técnico explicó que ya el día 26 de julio entrevistaron a Davinia, Sara y Andrea en el despacho. El relato de la madre siempre el mismo:los moratones de la niña detectados en Campo Grande fueron por juegos, caídas y pellizcos; el peligro de su ex había desaparecido y para el cuidado de sus hijas en los días de trabajo iba a buscar una guardería y una ludoteca.
Ese 26 de julio Sara ‘solo’ tenía una pequeña herida en el dedo pulgar por una quemadura que, según la madre, se produjo con la vitrocerámica. Ni rastro de moratones. El suceso más curioso se produjo con el juego de los muñecos. Las niñas utilizaron tres peluches:Sara, Andrea y el padre biológico. La niña Sara representó el de Marinel pegando a Andrea y no a ella. Las funcionarias de la Junta relataron que pese a la espantada de Davinia del 28 de julio, fueron al domicilio ese día y llegaron a preguntar al CES de la Rondilla si el domicilio aportado era el correcto.