Herrero y Colinas añaden su poesía a la colección ‘Maravillas’ de Diputación

Por si había poca magia en la colección ‘Maravillas Concretas’ –editada por la Diputación en colaboración con la Fundación Jorge Guillén–, añade ahora más poesía, la de dos autores tan consagrados como Antonio Colinas y Fermín Herrero. Enriquecerán el catálogo de poemarios hasta los 23 títulos, que forman un conjunto estrechamente vinculado con la Villa delLibro de Urueña.

El presidente de la Institución provincial, Jesús Julio Carnero, y el de la Fundación y colaborador de EL MUNDO DE CASTILLA Y LEÓN, Antonio Piedra, presentaron ayer las dos publicaciones en el marco del vallisoletano Palacio de Pimentel. Se trata de Alrededores, de Fermín Herrero, y La muerte de Armonía, de Antonio Colinas. Los propios autores fueron los encargados de poner de largo sus nuevas obras.

Carnero destacó la vinculación de los dos poetas con la Villa del Libro de Urueña y con la Diputación. «Una relación que viene de largo, y no sólo por el poema de Antonio Colinas ¿Conocéis el lugar?, dedicado a la Villa del Libro. Por poner sólo dos ejemplos, ambos han protagonizado sendas veladas poéticas en Urueña, de las que hay documento sonoro en un maravilloso CD que editamos el pasado año, y ambos han participado con sus poemas, en el libro Noches de piedras y lunas que presentábamos el pasado 5 de febrero, con fotografías de Ángel Marcos y como antesala de la inauguración del Castillo de Fuensaldaña».

Para la Diputación de Valladolid «es un auténtico honor poder editar dos nuevos poemarios de dos autores que están en la cumbre de la poesía española actual. Dos autores, por otro lado, muy distintos, con un anhelo y una inspiración poética diferente, pero que tienen en común la importancia que la naturaleza juega en su obra», señaló Carnero.

Vinculados a la tierra

Señaló también que, en palabras de los propios autores, «para Colinas ‘la naturaleza es el espacio donde se da la contemplación, muy importante para poetizar’, mientras que, para Herrero, ‘las expresiones del campo tienen concentrada la poesía inmanente’. Una vinculación a la tierra sin la que sería muy difícil poder entender el anhelo poético de ambos».

El presidente de la Diputación finalizó su intervención señalando que, en el fondo, la poesía «responde a una necesidad de comunicar de una manera diferente, con una mirada especial. Un testimonio que aporta otra forma de ver nuestra realidad, alejada de los convencionalismos de lo políticamente correcto, separada de las urgencias de las agendas de los medios de comunicación. Una mirada individual, serena y reflexiva, que nos coloca ante el espejo de nuestra realidad como sociedad».

La colección Maravillas Concretas inició su andadura en marzo de 2011. Desde entonces se han publicado 23 títulos: Pequeña patria huida, de Antonio Carvajal; Todos los días, de Carilda Oliver; Daño progresivo, de Adriana Bañares; La rama quieta, de Joaquín Esteban Ortega; Estado y sitio, de Luis Javier Moreno; El soñador de espigas lejanas, de Antonio Colinas; El brillo de la tormenta, de José María Muñoz Quirós; Cuando duerme la música, de Adolfo Alonso Ares y Mientras canta Billie Holiday, de Luis Alonso.

También Soliloquios y otros apartes, de Willinton Triana; Testimonio de la desnudez, de Julio González Alonso; Inesperadamente, de Jesús Fonseca; La blanca forma de la fuga, de Clara Janés; La mariculanda, de Francisco Pino; El caballero y la peonía y Concierto de Reyes Magos, de Francisco Pino; Concierto para niños de las letritas, de Francisco Pino; Sentido del movimiento, de Jenaro Talens; Que no te importe, de Luis del Álamo; Elegías del río Brazos, de J.M. Antolín; y Alrededores y La muerte de Armonía, presentados ayer.

Como números extraordinarios, la Diputación editó en 2011 Todavía la noche, de José Manuel Martín Portales, y en 2015 Quien dice sombra, de Federico Gallego Ripoll.