«Si no hacíamos algo, iban a gobernar el pueblo los de siempre»
Fue el empuje de sus amigos, y un impulso de juventud cuando sólo tenía 24 años, lo que le llevó a presentarse a la Alcaldía de Marzales, hace 40. Recién aprobada la Constitución, en las postrimerías de la Transición, se dieron cuenta de que tenían que tomar las riendas si no querían que el pueblo siguiera como siempre. «Estaba todo fatal, las escuelas y el cementerio desatendidos; había cortes de agua cada dos por tres», señala. Ahora todo ha cambiado. El pueblo tiene servicios: «Es triste decirlo, pero ahora lo único que necesitamos son vecinos».
Estaba tan tranquilo en su trabajo cuando tres de sus convecinos entraron apresuradamente, con cara de preocupación: «José Luis, tenemos que hacer algo. Se termina el plazo de candidaturas y acabamos de ver que se van a presentar los mismos que están ahora». Arrancaba el año 1979. En tres meses se iban a celebrar las primeras elecciones municipales de la Democracia.
Así, sin comerlo ni beberlo, José Luis Rico Hernández encabezó la lista electoral de su pueblo por primera vez. Y fue por el PSOE, como viene siendo una legislatura tras otra durante 40 años. «Fuimos el último pueblo en presentar su lista en el partido. Nos la recogió el mismo Tomás Rodríguez Bolaños», recuerda con nostalgia el alcalde de Marzales.
«¿Que si me voy a presentar otra vez? ¡Ahora más que nunca, estoy a punto de jubilarme!», señala. «Ahora sí tendré todo el tiempo del mundo para encargarme de los asuntos del pueblo».Será, si así lo quieren sus vecinos, su undécimo mandato consecutivo.
«No hay un motivo concreto por el que nos presentáramos aquella primera vez. Era un abandono general el que había en el pueblo». De aquella primera lista, lamenta, ya no le queda nadie.
«Había 130 vecinos en aquellas elecciones. Éramos cinco concejales en las del 79, el 83 y el 87», rememora. «Después bajó la población y pasamos a concejo abierto. Fue un charco de ranas, una mala experiencia, porque ahí cada uno iba a exponer lo suyo. Había poco interés por lo general». Más tarde se acogieron a la posibilidad de funcionar como un Ayuntamiento normal, con tres concejales, y así continúan. En la actualidad, Rico gobierna con dos ediles del PSOE y uno en la oposición, delPP.
Ha sido fiel al PSOE en estos 40 años, aunque en aquellos entonces «sólo nos conocíamos de cuatro reuniones», relata. «Nos pareció que lo conveniente era unirnos a una formación donde estuvieran representados los obreros».
Ahora, al echar la vista atrás, asegura estar «muy satisfecho» de el apoyo de sus vecinos durante esta larga andadura. Y se presenta con ilusión a la nueva cita del próximo 26 de mayo.«Ahora con la jubilación con mayor motivo, porque tengo más tiempo. Antes, muchas veces tenía que andar cambiando turnos con los compañeros».
Igual que en la política, Rico le ha sido fiel al mismo trabajo y a la misma empresa durante 47 años, al cargo de la cercana estación de servicio de Vega de Valdetronco. «O sea, de gasolinero», apunta.
1979 fue para él mucho más importante que las elecciones. «Fue el año en que creé la familia», relata. «Con el mismo partido, el mismo trabajo, y también sigo con la misma mujer», bromea. La mujer con la que ha tenido dos hijas.
A estas alturas, declara que en el pueblo «no nos hace falta nada más que vecinos, aunque sea triste decirlo». La localidad va decreciendo, «y eso ocurre, como norma general, en todos los pueblos. Aunque desde las altas esferas hablan de luchar por el medio rural, es una lucha muy complicada».
Hay menos población, pero más servicios. «Por descontado, ha mejorado», dice. Pasaron los tiempos de la pavimentación y ahora ya están «repavimentando». «En el 82 tuvimos la primera obra de pavimentación, y ahora estamos pasando del hormigón al asfalto».
Rico recuerda de forma especialmente penosa el sistema eléctrico. «En el 79 había lámparas de incandescencia. Cuarenta y tantas. Me tocó luchar mucho para cambiarlas porque no había un duro en el Ayuntamiento». Obras y mantenimiento del que le tocó hacerse cargo muchas veces en primera persona. «Yo muchas veces me he encargado de cambiar esas lámparas, o de reparar la bomba del agua. Como trabajador, no podía permitir que llamáramos a empresas a sabiendas de que no iban a cobrar, al menos al principio, porque las arcas municipales estaban vacías. Entonces lo hacía yo».
Iba con su «escalerica» por las calles. «Salía un vecino y me decía: ‘mi calle se ha quedado sin luz’, y había que solucionarlo. Ahora es distinto, porque hemos sido uno de los primeros municipios, yo creo que el primero junto a Laguna, que hemos cambiado el alumbrado público a Led», matiza satisfecho. «Lo que pasa es que cuando los pueblos somos pequeños, a veces no decimos estas cosas».
Ahora hay muchos más medios. Incluso el Ayuntamiento tiene contratado a un operario a tiempo parcial, para que se ocupe del mantenimiento. «Por descontado, se ha modificado el saneamiento, el abastecimiento, no es ni parecido a como era antes», destaca. Ahora, una perforación abastece al municipio, cuando antes sólo disponían de un pozo superficial, de ocho metros. «Cuando se agotaba el agua, se agotaba».
En cuanto al arraigo de las segundas y terceras generaciones, «hay grupos que mantienen vínculos con el municipio, en pequeñas cantidades», pero al ser tan pequeño, no cuenta con instalaciones de ocio, como una piscina.
«Mazales tiene una comunicación muy buena, pero los que marcharon vendieron sus propiedades, ahora la mayoría no tiene acceso a volverse al pueblo».Es lo que ocurrió cuando mucha gente emigró para trabajar en la antigua ‘Fasa’, o en las constructoras de los distintos ‘boom’ del ladrillo. «Este ha sido un pueblo que en los años 70 tenía panadería, había herrería, tienda de comestibles... Ahora todo eso es impensable».
Ni siquiera da la población para uno de esos comercios rurales mínimos que impulsa la Diputación. «Cuando desaparezca nuestra generación, ya veremos lo que pasa, que es lo que ocurre en la gran mayoría de los municipios. Ocurre en Villalar, en Vega de Valdetronco...».
Eso sí, siempre queda algo por hacer. «Ahora parece ser que se va a impulsar una ‘ruta comunera’ desde Torrelobatón hasta Villalar, y ahí estamos, preparando una zona para que sirva como lugar de descanso». Un rincón «con una fuente, en la vega del Hornija».
En ocasiones, reconoce Rico, se presentó a las elecciones para que no gobernara el pueblo alguien de fuera. «Han sido muchas elecciones y el pueblo es pequeño, pero siempre he tenido oposición en las urnas», relata. «Lo que no se puede consentir es que vengan ‘paracaidistas’ que luego, al final, no miran por el municipio de la misma forma que quien vive aquí». Le ocurrió con un joven de Benavente, que se presentaba por el PP. «Ahora llevamos dos legislaturas que el portavoz del PP es del pueblo».
De vez en cuando se acuerda de episodios ‘gloriosos’ del municipio, como aquel día en que les visitó el entonces ministro de Justicia, Fernando Ledesma, o Gregorio Peces Barba, personas «que siempre han tenido una buena consideración conmigo», asegura.
Pero no ha sido hace tanto cuando llegó una gran transformación a la localidad. En 2008 y 2010 se ejecutaron las obras «posiblemente más importantes», con la sustitución del saneamiento y el abastecimiento. «Fue el punto final a algunas actuaciones que habían comenzado en 2006».
Todo un avance. Ahora, ve como un acierto haberse presentado, aunque ‘in extremis’, en aquel 1979. «Si no hacíamos algo, iban a gobernar el pueblo los mismos de siempre», apunta. «Estaba todo fatal. Las antiguas escuelas estaban desatendidas, el cementerio en una situación lamentable, nos quedábamos sin agua cada dos por tres...». Significó un relevo que, por ahora, parece haberse convertido en ‘permanente’.
Marzales celebrará sus fiestas de SanGregorio a principios de mayo, y el 9 de ese mismo mes la romería de la Virgen del Villar. Se les juntará, unos días después, la ‘fiesta de la democracia’, la tercera gran cita del mes que sólo se deja ver en el calendario cada cuatro años.