Diario de Valladolid

El papeleo que encarece la papelera

Virginia Hernández, alcaldesa de San Pelayo, lamenta que los ayuntamientos no puedan decidir en qué gastarse las ayudas. «Primero te dirigen y dentro de esa dirección tienes que elegir», sostiene, antes de comentar que la burocracia cuesta más dinero que los artículos subvencionados

-

-

Publicado por
Estibaliz Lera

Creado:

Actualizado:

La burocracia aprieta –y, en muchas ocasiones, ahoga– algunas actividades que se quieren poner en marcha. Los procedimientos son tan inflexibles que se vuelve más importante el papeleo que el objetivo del mismo. Simplificar los trámites ayudaría, sobre todo, a aquellos que lo tienen más complicado para conseguir lo que se proponen. Los pequeños municipios sufren las trabas que las administraciones públicas colocan sin querer queriendo a la hora de solicitar ayudas para mejorar las instalaciones.

Virginia Hernández, alcaldesa de San Pelayo, decidió embarcarse en esta aventura y conseguir un dominó, un juego de damas chinas y una papelera para el centro de ocio de la localidad vallisoletana de 51 habitantes. A la hora de rellenar la documentación necesaria para lograr la subvención y poder comprar estos artículos, se encontró que en la lista sólo se subvencionaban armarios, sofás, futbolines, reproductores de DVD, consolas, home cinema... «Necesitaba cosas más sencillas. Primero te dirigen y dentro de esa dirección tienes que elegir», lamenta la regidora, antes de remarcar que recibió lo que está estipulado en las bases de la convocatoria. Sin embargo, es «ilógico» que los consistorios no tengan la libertad de decidir según sus propias necesidades, apunta.

En este sentido, Hernández recalca que la baremación es objetiva en función de los criterios que marca la convocatoria: cuantía recibida el año anterior, número de habitantes... En concreto, San Pelayo obtuvo 178,62 euros, de los cuales 142,82 euros los pagaba la institución provincial y 35,80 euros el Ayuntamiento. «No pedimos nada que no necesitemos. Pedimos acorde a lo que nos daban, pero si las bases hubieran estado establecidas de otra manera pues hubiera solicitado una papelera o unos toldos para dar sombra en verano», expone la primera edil para, a continuación, hacer una reflexión: «¿Cuánto ha costado la papelera? Una convocatoria, la publicación en el boletín, el trabajo de los funcionarios». Una pregunta que enlaza con otra cuestión de mucho mayor calado: «¿Cómo están montadas estas ayudas contra la despoblación?». Y responde: «De una manera absurda. Se tendría que hacer con otro tipo de criterios».

Otra crítica al engranaje de la Diputación es que los pequeños municipios pagan «mucho más» que los grandes, ya que, entre otras cosas, San Pelayo tuvo que desembolsar lo mismo por una papelera que por cinco. «En la economía de escala salimos totalmente perjudicados. Lo que se nos ha concedido es perfecto, no hemos salido agraviados en relación a otros municipios. Otro asunto es que políticamente no entiendo que se inicie todo el proceso para ese dinero. Cuesta más el collar que el galgo», explica «apenada» y «frustrada» por la situación que tiene que vivir a diario.

Hernández no entiende que los que se llevan las portadas hablando de compromiso y despoblación sean los que «dirijan las subvenciones» hacia lo que no se necesita. El Ayuntamiento de San Pelayo no tiene ni calefacción ni cuarto de baño, servicios básicos con los que no puede contar porque a la hora de solicitar dinero se encuentra con que las convocatorias subvencionan polideportivos, piscinas climatizadas, wifi, etc. «Hablan de turismo pero no tenemos servicios básicos. Mis vecinos pagan los mismos impuestos que los de Valladolid», incide.

Otra situación que vivió hace unos días y la indignó mucho está relacionada con un paquete con las Cortes de Castilla y León como remitente. Abrió la caja y se encontró con una exposición fotográfica con imágenes de gran tamaño y calidad. «No tengo ningún sitio para colocarla», destaca y agrega: «No quiero que me den más, lo único que pido es que lo que ha costado esa exposición fotográfica me lo den para que pueda pavimentar una parte del pueblo que todavía sigue de tierra».

La alcaldesa lucha para que su pueblo no se muera. Es «complicado» cuando sólo cuenta con dos horas semanales de secretaria, el médico y la enfermera van un día a la semana y el colegio está a tres kilómetros. Eso sí, presume de que son el único municipio de la zona noroeste, sin contar Medina de Rioseco, que tiene un columpio adaptado para personas con discapacidad. «Uno de los niños de San Pelayo tiene parálisis cerebral y si hacemos un parque entendíamos que tenía que ser un lugar en el que pudieran jugar todos los niños», indica.

Sus prioridades siempre han sido los vecinos. Hacer actividades, fomentar y ampliar los servicios dentro de sus capacidades y, sobre todo, «forzar» a la institución provincial y al Gobierno autonómico a recuperar los servicios que recortan. «El objetivo siempre ha sido la dinamización y poner en valor la vida del pueblo y generar cultura en el pueblo», resume Hernández.

A punto de finalizar el mandato, quiere repetir y quitarse las espinas que tiene clavadas. Hace cuatro años colgó la bata de profesora para coger la batuta de política y responsable de comunicación del Grupo Provincial Toma la Palabra. En estos meses ha aprendido mucho y no quiere irse sin rematar la zona de convivencia. Una zona que tuvo que dividir en cuatro fases, lo que ha encarecido mucho la obra. De hecho, aún está sin terminar. Espera que los ciudadanos respalden su gestión en mayo y pueda culminarla el próximo año.

También quiere pavimentar las calles que faltan, poner calefacción en el Ayuntamiento y retomar un proyecto que daría mucha vida a la localidad. Un edificio construido siguiendo las directrices tradicionales: con tierra, paja... Su primera idea era hacerlo realidad con fondos europeos pero, de nuevo, la falta de claridad en la convocatoria enterró la iniciativa que pretendía ser la sede de emprendedores que arrancaran su andadura sin tener que preocuparse por la luz, internet, el alquiler, ya que de eso se encargaría el Ayuntamiento. «No ha sido posible. Voy a seguir presionando para que exista algún tipo de contemplación legal para los municipios pequeños», zanja.

tracking