Diario de Valladolid

La mujer que rompió el techo de cristal en la posguerra

La empresaria María Concepción Sáenz, premio Cecale de Oro / La CVE valora que lleva 70 años trabajando en Sáenz Suministros Industriales

María Concepción Tamariz, María Concepción Sáenz y Gonzalo Tamariz.-ICAL

María Concepción Tamariz, María Concepción Sáenz y Gonzalo Tamariz.-ICAL

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Estibaliz Lera

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María Concepción Sáenz nació cuando España estaba dividida en dos. Rota de dolor por las ideas políticas. Su infancia transcurrió en los años del hambre, del estraperlo, del racionamiento de enfermedades, de la falta de agua, del hundimiento de los salarios y un largo etcétera que no menguó ni un ápice su ganas de comerse el mundo. Cuando cumplió 14 años decidió que los libros no eran para ella y que quería trabajar. Lo tenía claro. Su padre, un militar riojano con vocación de servicio, salió de su tierra para buscar un futuro mejor. Lo encontró en Valladolid, donde montó un pequeño establecimiento en la calle Doctrinos de venta de componentes y piezas.

Esta tienda es donde Conchita –como la gusta que le llamen sus amigos– se forjó como empresaria. Comenzó como ayudante pero poco a poco despuntó con las ideas que daba a su progenitor. Quería correr más que el tiempo y siempre estaba dispuesta a innovar y buscar nuevos rumbos cuando en Valladolid no había prácticamente. «No sé en otras ciudades pero aquí recuerdo Talleres Gabilondo y poco más», rememora. Sin embargo, la empresa floreció y con ella Conchita que en 1982 cogió el timón de Sáenz Suministros Industriales y hoy en día, a sus 86 años, sigue dando órdenes. Entre bromas, su hija reconoce que «pide más informes que la NASA».

Por todo ello, la Junta Directiva de la Confederación Vallisoletana de Empresarios (CVE) decidió otorgarla el premio Cecale de Oro 2017. La patronal valoró su buen hacer «cuando el mundo empresarial era mayoritariamente masculino». Un reconocimiento muy emotivo para Conchita. «A mis años me hace mucha ilusión. No sé si lo merezco», declara con una tímida sonrisa.

Razones sobran. Aunque está jubilada, vigila que todo vaya sobre ruedas. Sigue siendo la consejera delegada desde que a principios de las década de los ochenta decidiera convertir su pequeño negocio en una Sociedad Anónima «con futuro». Un futuro con nombre y apellidos. Ahora María Concepción y Gonzalo Tamariz son los encargados de llevar esta empresa con 12 trabajadores y expectativas de ampliar la plantilla.

Vivió una época complicada y «nunca» se sintió menospreciada por el hecho de ser mujer. «He tenido mucha suerte y he sido muy feliz», apunta muy emocionada al hacer balance de su vida.

Con la tercera generación incorporada a la empresa, esta familia convertida en un equipo al que no se le pone nada por delante camina y se fortalece con unos aliados de altura: «compromiso, servicio y asesoramiento técnico».

Las dos últimas décadas han sido «claves» para consolidar el mercado provincial, diversificando la gama de producto en continua formación especializada, con la meta de dar el mejor soporte posible a los procesos de fabricación de sus clientes adaptándose a la perfección a sus necesidades.

El premio, que se entregará en julio, lo recogerá Conchita, eso sí, estará arropada por los suyos, quienes a día de hoy siguen aprendiendo de su valentía y su constancia. Dos adjetivos que la han llevado a lo más alto. «Estos 70 años de trayectoria profesional han puesto de manifiesto el compromiso y la dedicación de María Concepción Sáenz, adaptándose a las exigencias del mercado para subsistir, mejorar y crecer», según recoge la patronal vallisoletana en una nota de prensa. Una mujer que luchó por sus sueños y rompió el techo de cristal en los difíciles años de la posguerra española.

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