Cerrar

UN HOMBRE | UN PROYECTO SOCIAL | EMILIO DE TAPIA

«El barrio de Buenos Aires es la vergüenza de la sociedad salmantina»

Emiliano de Tapia, en las huertas de Carrascal de Pericalvo, con personal voluntario y miembros del proyecto social Manos Verdes.-ARGICOMUNICACIÓN

Publicado por
Javier Pérez Andrés

Creado:

Actualizado:

Natural de Torresmenudas, Emiliano de Tapia es el párroco del barrio de Buenos Aires, uno de los más marginales y conflictivos de la ciudad de Salamanca, al que está ligado desde principios de los 80. Emiliano es un cura rural, de barrio y con una implicación social contundente. También es el capellán de la cárcel de Topas. Desde hace cinco años está al frente de Manos Verdes, un proyecto vinculado a la tierra y los productos agroalimentarios con el hombre como epicentro. Su objetivo es claro: trabajar por la reinserción de personas marcadas por la exclusión social. El pasado sábado se presentó en la localidad salmantina de Pino de Tormes, precisamente donde se cierra el ciclo de la transformación.

Pregunta:- ¿Cura de pueblo, de barrio, de cárcel o de huerta?

Respuesta.- Cura con la gente, aprendiendo y conviviendo con ella.

P.- ¿Con quién convive y para quién vive?

R.- Con personas de la calle, con personas de la cárcel… Juntas queremos encontrar, comunitariamente, el sentido de nuestras vidas.

P.- Buenos Aires suena a tango, ¿a qué suena en Salamanca?

R.- En los años 80 sonaba a ilusión; en los 90, a esperanza; en los 2000, a dificultad y narcotráfico. A partir de entonces, suena a fracaso y sin marcha atrás, que es lo más grave.

P.- ¿Sus vecinos están cerca de la parroquia?

R.- La presencia es significativa, pero solo para una parte, porque las relaciones son realmente difíciles.

P.- Usted habla alto y claro de esa ‘otra Salamanca’, que no es culta ni universitaria. Es la del barrio de Buenos Aires, marcada por el narcotráfico y la marginación…

R.- El barrio de Buenos Aires es la vergüenza de la sociedad salmantina. No es un caso único: ocurre en otros barrios de otras ciudades y lugares. Lamentablemente, todos están programados para ser lo que son, y con muchos intereses detrás.

P.- Lleva 22 años como capellán de Topas. ¿La cárcel es un buen lugar para reinsertarse?

R.- No. Es un lugar para la deshumanización. Lo que no quiere la sociedad, lo va arrinconando en las cárceles. Hay salida, pero con dos condiciones: si hay acompañamiento y apoyo comunitario. Y otros dos elementos esenciales para la reinserción: derechos sociales incondicionales, como los que puede tener cualquier ser humano, y el trabajo –que no empleo- como herramienta de apoyo para favorecer las relaciones sociales de las que se han visto privadas estas personas.

P.- ¿La sociedad está preparada para dar segundas oportunidades?

R.- No, estas cosas no preocupan. Mira, es tal la desinformación y la influencia de la cultura dominante... ¿Responsables? Todos, pero fundamentalmente el Estado –los Estados- porque está al servicio del capital y el mercado, y no de las personas.

P.- ¿El hombre de nuestro tiempo es generoso?

R.- La gente es más generosa y solidaria que el propio sistema socioeconómico que se le impone y le adormece. Seremos más generosos cuando señalemos a los ricos como los únicos culpables de la pobreza. Esa será entonces la verdadera justicia social. Empobrecimiento es la falta de acceso a los derechos sociales en muchos barrios de nuestra sociedad; criminalización, cuando hablamos de cárcel; expolio, cuando hablamos de medio rural…

P.- Algunos le conocen como ‘el otro Papa de Buenos Aires’. ¿Le gusta esta comparación?

R.- Si es porque el Papa actual es una referencia ética y moral, me apunto (ríe). Me cae extraordinariamente bien, creo que está siendo muy valiente.

P.- ¿Es consciente de que usted se juega la vida a diario?

R.- De lo único de lo que soy consciente es de que hay muchas personas que no pueden vivir con dignidad. Tengo la suerte de haber descubierto el sentido de mi vida.

P.- ¿Qué opinión le merece la clase política?

R.- No creo en ella. Se ha puesto al servicio de un sistema dominado por la cultura del capital.

P.- ¿Qué son las Manos Verdes?

R.- Un proyecto de dignidad humana, que entrelaza la vida de las personas y los espacios comunes. Todo esto es muy necesario para que las personas encuentren el sentido de su vida, conviviendo, compartiendo y trabajando la tierra. Porque muchas vienen de espacios donde la vida no tiene valor ni sentido, como la cárcel. Nuestro barrio sufre las consecuencias de hacer de Salamanca un lugar para el turismo. ¿Dónde fue el dinero de la Capitalidad Europea de 2002? ¿Para el barrio de Buenos Aires? No. ¿Para el barrio de Tejares? No. ¿Para los barrios de la margen izquierda? No.

P.- ¿Por qué son verdes sus manos?

R.- Porque todavía predomina en la naturaleza. Como no respetemos el verde de nuestra casa común, no sé dónde vamos a llegar. Manos Verdes, por encima de todo, pone en valor a las personas y a algo tan fundamental como es la alimentación. Este proyecto es una vía hacia la dignidad, el esfuerzo y lo comunitario.

P.- ¿Ya ha enviado un paquete de productos al Vaticano?

R.- Nos costaría más el envío que lo que vale (ríe).

P.- ¿Qué le dice el Obispo de su trabajo?

R.- Nos ha apoyado, nos ha admirado siempre y sabemos que está con nosotros. No puedo decir otra cosa y lo digo con toda la fuerza.

P.- ¿Dios está al corriente de lo de Manos Verdes?

R.- El rostro humano es el rostro de Dios y este proyecto está dirigido al hombre.

P.- Si su ‘iglesia’ es la de los pobres y los excluidos, ¿cómo es la otra?

R.- Pues mira, no es mi iglesia. La iglesia de Jesús es solo la que camina acompañando a los más pobres y siendo pobres.